La gestión del alcalde Luis Castañeda Lossio en el ornato tiene un detalle recurrente que ya parece una obsesión: convertir a Lima en la ciudad de las piletas. Hay de todas las formas y colores. Unas bien cuidadas y –lo peor– otras descuidadas, al punto de hacer peligrar la salud de los limeños sedientos.
Por Jorge Loayza.
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Nuestro alcalde Castañeda no se conformó con las bellas piletas tradicionales de la capital. Su sueño líquido son las piletas multicolores, por varios millones de dólares, que se construyen en el Parque de la Reserva.
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A la municipalidad de Lima el dinero se le va como agua. Un infección de "piletitis" aguda dentro de las oficinas ediles está convirtiendo al centro de Lima en un lugar de exhibición de los más diversos tipos de piletas como si se tratara de hongos extraños: las modelo hotel de Miami, las inmensas multicolores y musicalizadas, pero también las que apenas se limpian con un poco de lejía mientras que otras no tienen agua y han terminado como botaderos de basura con las moscas volando a borbotones en lugar del chispeante líquido.
Poner piletas "modernas" en toda Lima –y descuidar las tradicionales–, es una política que brota del escritorio del alcalde Castañeda. Desde que hace cuatro años asumió el cargo, las fuentes de agua han surgido en diversas plazas de la capital como si nuestra ciudad flotara sobre una inmensa reserva acuífera. En esta campaña, el candidato por Somos Perú, Gino Costa, llegó a decir que se necesitaría de un "psicoanalista" para conocer la razón de la fijación del alcalde Castañeda con las piletas.
Agua para todos
Cuando el actual burgomaestre llegó a su oficina en el año 2003, en el Cercado de Lima ya se contaban veinte piletas tradicionales y modernas. Sin embargo, desde que se retiró la estatua de Francisco Pizarro, ubicada a un costado de Palacio de Gobierno, un nuevo estilo se fundó con el primer chorro de agua en la nueva Plaza Perú.
Toda plaza o plazuela de Lima debe tener su pileta. "Donde hay agua, hay vida, esa es la idea del alcalde (Luis Castañeda)", confiesa el director municipal de Servicios a la Ciudad, Omar Ucañay. Y es verdad, durante la actual gestión edil, el alcalde ha inaugurado tres fuentes en el Parque La Muralla, una nueva en el Parque Universitario, otra en la alameda Las Malvinas, además de la última fuente de agua de la Plaza Santa Rosa, que se encuentra a un lado de la iglesia del mismo nombre.
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Parte de las piletas antiguas de la capital están descuidadas. La del Paseo de los Héroes Navales ha sido levantada, mientras que la de la plazuela Buenos Aires está abandonada. (fotos: C. Alva)
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Pero el agua de esas piletas no es suficiente para ahogar esa obsesión. El ingeniero Ucañay confiesa que para ellos "el agua es un elemento vital para dar dinámica y vida a un lugar" y por eso también le quisieron poner una fuente de agua a la Plaza Francia porque la sentían "fría y deprimente". "El alcalde quiso una fuente, pero el Instituto Nacional de Cultura no aceptó", revela el ingeniero.
Toda área pública es una tentación líquida. Ahora Ucañay señala que el parque ubicado en la ex sede del Banco de la Nación –esquina de Colmena con Lampa– "es totalmente frío, no hay nada vivo". Y como no hay otra plaza del centro capitalino para colocar piletas, los funcionarios municipales –o quizá el ojo de Castañeda– han visto otro campo libre: los quinientos metros del paseo que se encuentra en la avenida 28 de Julio, desde el monumento a Jorge Chávez hasta el cruce con Wilson. El proyecto consiste en colocar unas tres piletas en ese tramo. "Volvemos a lo mismo: falta vida en esos quinientos metros", advierte Ucañay.
Pero todos esos proyectos no son suficientes. El chorro de agua que coronará todo este tsunami aún está en construcción: trece piletas ubicadas en el Parque de la Reserva, denominado "Circuito mágico del agua". Se dice que al alcalde no le parecieron suficientes tantas piletas en Lima y que un día dijo a una de sus funcionarias: "Quisiera que aquí pudieran desarrollarse las fuentes más grandes del país".
También será la inversión más grande en una obra de esas características. La empresa española Ghesa –especializada en construir espectaculares piletas en Europa– hace la obra por trece millones de dólares, dinero que se podría usar para otras cosas más urgentes, pero que esta gestión prefiere convertir, literalmente, en agua. Y esta vez el INC sí dio el permiso para que se hagan piletas para todos los gustos: con aguas danzarinas, iluminadas con colores, musicalizadas. Otra particularidad: se deberá pagar para verlas.
No tomar
Dentro de poco, en el Cercado de Lima se podrán contabilizar la nada despreciable cifra de cuarenta y tres piletas. Pero no todas son iguales. De acuerdo a información de la propia gerencia de Servicios a la Ciudad, de las actuales dieciocho piletas que están bajo su administración –todas las de Lima cuadrada y Barrios Altos–, solo once se mantienen operativas, mientras que siete están como un monumento al descuido.
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1. Una de las últimas fuentes de agua inauguradas fue la de la Plaza Santa Rosa. 2. Omar Ucañay, responsable del mantenimiento de gran parte de las piletas del Cercado. (fotos: Claudia Alva)
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Un ejemplo que se pudo ver a diario –porque ha sido retirada para construir la estación subterránea del Paseo de los Héroes Navales– es la pileta de quince metros de diámetro frente a Palacio de Justicia que, en algún momento de la gestión anterior, tuvo un sistema rítmico de agua y música. Desde inicios de este año, sus aguas desaparecieron y el sistema de musicalización terminó inoperativo hace bastante tiempo.
En Barrios Altos hay más. Mientras que las tres piletas del Parque de la Medicina han sido recientemente refaccionadas, la que se encuentra en la Plaza Buenos Aires –a tres cuadras– ha sido convertida en un botadero de basura desde que hace unos meses los ladrones se llevaron el motor del sistema. Otras fuentes descuidadas en Barrios Altos son las de las plazuelas Santa Clara y Buena Muerte. La de la Plaza Italia sí conserva su belleza a duras penas. Uno de los trabajadores municipales encargados de su mantenimiento reveló que en la gestión de Alberto Andrade se le cambiaba de agua semanalmente, mientras que ahora solo se le echa cloro cada quince días.
El propio ingeniero Ucañay indica que solo la pileta de la Plaza Perú tiene sistema de limpieza en el sistema de circulación. Al resto se le echa lejía cada veinte días. "No está permitido pero se hace", reconoce el funcionario municipal quien además acepta que echar esa sustancia resulta peligroso para los peatones que tomen el agua de las piletas. Pero se hace. Así, sin poner operativas todas las piletas tradicionales de Lima ni darles un tratamiento adecuado a sus aguas, en el municipio se siguen diseñando más fuentes de agua. Solo esperamos que no pongan una inmensa pileta en lugar de la cruz del Cerro San Cristóbal. ¿O ya lo habrán pensado?
Cifras
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Arquitecto Ortiz de Zevallos dice que poner piletas por todos lados no es estético.
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300 mil soles costó la Plaza Perú, donde se ubica la primera pileta de la gestión Castañeda.
43 piletas tendrá Lima cuando se inaugure "El circuito mágico del agua".
40% de las 18 piletas supervisadas por la Gerencia de Servicios a la Ciudad están inoperativas.
11 fuentes de agua ubicadas en el Cercado de Lima son mantenidas por Serpar.
8 mil soles costó el sistema de la pileta de la Plaza Santa Rosa.
¿Agua es vida?
El arquitecto Felipe Ortiz de Zevallos sostiene que a través de la historia, las piletas han tenido un significado poético porque representan el encuentro del hombre con la naturaleza. Sin embargo, critica el hecho de que se empiecen a poner piletas en tantos lugares, lo que ya parece un fetiche.
El ex funcionario del municipio limeño cuenta que la tradición de la pileta es civil, pues debido a sus diferentes niveles de uso era el lugar donde la población recogía agua y los caballos bebían. "Las piletas están bien cuando están bien puestas. Cuando las ponen como calcomanías en una esquina, no. Tampoco en el caso de las que se están construyendo en el Parque de la Reserva, porque las piletas son tan gigantes que están empequeñeciendo el parque visualmente", afirma el arquitecto.
Ortiz de Zevallos también critica el hecho que se instalen piletas tipo Miami, porque sería mejor que estén frente a un hotel de esa ciudad. "La pileta deber ser para que la gente se acerque y ser reúna alrededor de ella. Hacerlas grandes y a costos desmedidos las banaliza. Además, las piletas del Parque de la Reserva van a costar trece millones de dólares, mientras que el Parque de Lima costó ocho millones y medio de dólares y generó un espacio cultural que no se va a lograr con las piletas", sostiene.
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