Francisco Pi y Margall
Nació en Barcelona en 1824. Era hijo de un obrero textil, sargento de la milicia nacional. Estuvo en el seminario (1831-1837) y estudió derecho; muy joven, fue miembro de la sociedad Filomática, donde conoció a las principales figuras del romanticismo catalán. En 1847 fijó su residencia en Madrid. Colaboró en diferentes periódicos y en la redacción de diversas obras. En 1848 completó la obra "Recuerdos y bellezas de España", de Piferrer. En 1851, cuando gozaba ya de un cierto prestigio, inició una monumental "Historia de la pintura", pero sus consideraciones sobre el cristianismo durante la edad media provocaron una fulminante condenación eclesiástica y legal. Su participación activa en política se produjo a partir de 1854. En este año fue autor de diversos manifiestos demócratas durante la revolución de julio, se presentó a elecciones a cortes por Barcelona (donde fue derrotado por Prim) y, sobre todo, publicó "La reacción y la revolución", que, encaminada a convencer a los demócratas para que formaran un partido de ideología y actuación coherentes, sentó las bases de su pensamiento político. Influido por Herder, Hegel y Proudhon, intentó popularizar la idea de una revolución inevitable y continua, a la que se oponían la falta de libertades y la "reacción" (la tradición, la monarquía, la iglesia), defensora del poder y la propiedad; en la revolución, que sería federal, el "contrato" reemplazaría a la autoridad como base de la nueva sociedad y armonizaría las fuerzas económicas. La reconstrucción de las antiguas provincias históricas y la revisión drástica de las posiciones ocupadas por el ejército y la iglesia eran parte esencial de su programa de reformas administrativas. No llegó a publicar una tercera parte, en la que había de desarrollar sus ideas económicas. Después de fundar la revista "La razón" (1856), colaboró en "La discusión" (1857-1860), desde donde divulgó las doctrinas socialistas. Posteriormente, aceptó su dirección (abril a septiembre de 1864) y, frente al individualismo de "La democracia" de Castelar, afirmó su credo "socialista": existencia de un campesinado independiente junto a pequeñas industrias regidas por cooperativas obreras, unidas en federaciones libres, a las que un estado descentralizado proporcionaría créditos. Tras la revuelta de San Gil (1866), se exilió a París, donde se dedicó al estudio del positivismo francés y de Proudhon, del que tradujo "Del principio federativo" (1868), a la vez que completaba su teoría del Pacto federal y se reafirmaba en su doctrinarismo, opuesto al oportunismo de los demócratas. Tras la revolución de 1868, y después de su vuelta a España (febrero de 1869), su actividad estuvo centrada en los intentos por mantener dentro del partido federal su teoría pactista y su política de oposición parlamentaria. Elegido diputado por Barcelona (febrero de 1869), consiguió en un principio afirmar su posición dentro del partido al lograr la firma del pacto nacional (junio 1869) y la vuelta a las cortes de los diputados federales (noviembre), que las habían abandonado al proclamarse la monarquía como forma de gobierno. Se le aceptó como jefe nacional (marzo 1870). Pero pronto hubo de enfrentarse a los intentos de aproximación de Castelar a los unionistas y a la declaración antipactista de Revilla y otros (marzo de 1870); posteriormente, sufrió los ataques de la izquierda, que no aceptó su consigna de "paz y orden", ante la proclamación de Amadeo I. Su posición quedó aún más debilitada tras producirse los fracasos electorales de 1871 y 1872, la división del partido frente a los hechos de la Comuna francesa (pese a la defensa que de los "communards" hizo Pi en las cortes) y la declaración favorable a Ruiz Zorrilla, hecha por Castelar. El partido se escindió en benevolentes e intransigentes; Pi apoyó a los primeros, se vió atacado de nuevo por unos y otros, y no consiguió renovar su jefatura (noviembre de 1872). Al proclamarse la Primera República (11 febrero 1873), centró sus esperanzas en la elaboración legal de una constitución federal y en la puesta en práctica de sus teorías económico-sociales. Fue ministro de Gobernación (febrero a junio), ordenó la disolución de las juntas y el restablecimiento de los ayuntamientos, e hizo posible la celebración de unas elecciones (10 de mayo) famosas por su escrupulosidad. El 11 de junio presidió el gobierno, pero los diputados intransigentes abandonaron las cortes (1 de julio), y al levantamiento de Alcoy (7-9 julio) siguió el de Cartagena (12 julio). Sin haber podido fijar una nueva constitución y acusado por las derechas de apoyar a los sublevados, hubo de dimitir (18 julio). Entonces, Pi y Margall creyó que la extensión del cantonalismo se debió a su caída e intentó volver al poder (septiembre) pero el conglomerado federalista se había ya desinteresado, debido a los intereses clasistas que habían intentado aunar, y fue derrotado por Castelar. Restaurada la monarquía, publicó "Las nacionalidades" (1876), obra en que expuso las formas concretas que en España podían adoptar los pactos federales, y una monumental "Historia general de América" (1878), incompleta. Dirigió, a partir de 1880, un grupo de viejos federales, tras las diferentes secesiones de Figueras y Almirall; en la asamblea del partido en Zaragoza (1883) consiguió la aprobación de un proyecto de constitución federal, conformada en su programa político. En 1890 fundó "El nuevo régimen", desde donde inició una fuerte campaña en pro de la independencia cubana y en contra de la política colonial española. Fue diputado en diversas ocasiones (elegido en 1886, 1891 y 1893). Interpretó el catalanismo como expresión de su federalismo, pero criticó el "Memorial de greuges". En los últimos años de su vida, Pi y Margall, "honrado, sincero, un hombre de pueblo", se convirtió en una figura legendaria, reclamado especialmente por los anarquistas, fascinados por su integridad y atraídos por sus ataques al poder y su defensa de la vida municipal y provincial. Murió en Madrid en 1901.
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