Señores:

Este año 2007, a fines de febrero, mientras miraba el espectáculo de la muñeca gigante, fui asaltado atrosmente junto a mi familia. Estube 4 días grave en el hospital y me comuniqué con ustedes para obtener una orientación en el plano judicial y sicológico. Le hice llegar todos los antecedentes y ustedes ofrecieron una ayuda, situación que nunca se produjo. Me parece de muy mal gusto que ustedes escriban a todas aquellas personas que se encuentran en su base de datos, sólo para adquirir financiamiento para un negocio propio y sin una visión hacia la sociedad que clama por una justicia. Espero redactar una carta pública y enviarla a los medios de comunicación para hacerles llegar mi sentir ante el nacimiento de entidades que no buscan el bien de una sociedad.

Les saluda,

Francisco Romero Villarroel

Rut 6.460.700-6

Profesor de la Universidad Técnica Federico Santa María.

Francisco:

Para tu tranquilidad quisiera aclararte ciertos puntos.

Nuestra ONG nació por un hecho puntual. Mi familia sufrió un asalto violento que nos transformó, al igual que a ti, en víctimas de la delincuencia. Al conocer esta realidad decidimos asumir el compromiso de velar por los derechos de las víctimas y emprender las batallas necesarias para promover cambios de conciencia en la sociedad y legales, que logren transformar la triste realidad que viven miles de ciudadanos víctimas de la delincuencia.

El sueño no ha sido fácil, pero ha sido contagioso. Es por eso que poco a poco comenzaron a acercarse personas no sólo con un espíritu social inmenso, sino que profesionales de primera. Junto a ellos creamos CAIVID, nuestro centro de atención integral, el cual inauguramos en Mayo de este año.

CAIVID acoge y atiende a todas las víctimas de delitos violentos que solicitan nuestro apoyo, no distinguimos entre ricos y pobres, ni por religión o partido político. Creemos que la delincuencia nos afecta a todos por igual, es por eso que no sólo damos orientación, también brindamos soporte psicosocial, y en ciertos casos representación legal.

Lamento profundamente que cuando te acercaste pidiéndonos ayuda no hayamos estado lo suficientemente preparados para cubrir tus necesidades y así hayas tenido que vivir lo que la mayoría de las víctimas sufren, el desamparo. En vista de tu llamado de atención, hemo revisado nuestros correos y justamente tu mail fue recibido el día martes 13 de febrero de 2007, dirigido a Bernardita quien ya no trabaja más con nosotros.

Nuestros sueños son inmensos. Las ganas y energías puestas en este proyecto son infinitas. Y por lo mismo, desde un inicio hemos tenido muy buenas intenciones de trabajar para, por y con las víctimas, y lamentablemente en el período en que nos escribiste no estábamos lo suficientemente preparados. Es nuestra verdad.

Ha pasado tiempo desde Febrero. CAIVID en este momento está funcionando como reloj, hemos atendido a muchas víctimas, presentado querellas en nombre de ellas y las hemos acompañado en todo lo que implica el proceso. Todo de forma gratuita. Hemos logrado también como ONG poner en debate la necesidad de la creación de una Defensoría de Víctimas. Como te contábamos, después de tres meses desde recibido tu mail lanzamos oficialmente CAIVID y recién en Junio contamos con la personaldad jurídica constituyéndonos en una organización formal.

Es por este último motivo que hemos iniciado una campaña de recolección de firmas, la que comenzamos invitando a los miles de ciudadanos que de forma voluntaria se inscribieron en nuestro sitio. La campaña diseñada originalmente tenía un costo que nos fue imposible reunir, pero hemos decidido hacerla igual, contando sólo con el recurso humano ya que consideramos que los ciudadanos y en especial las víctimas no pueden esperar más.

Nuestro sueño es estar en todo Chile, pero como ya sabes, los proyectos toman su tiempo. Mientras, te invito a que te acerques nuevamente y así podamos ayudarte gratuitamente con tu causa. Y para ofrecerte, al igual que al resto de las víctimas, soporte psicosocial para que junto a tu familia puedas tener un proceso reparatorio digno y así resignifiquen el daño que la delincuencia les ha causado.

Las puertas están abiertas,

Soledad Urzúa.