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Reportaje a Mauricio Macri

“La inflación está haciendo mucho daño; en marzo fue tres por ciento”

El jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires habla de la crisis del Gobierno con el campo y hace un balance de sus primeros 100 días en el poder. El duelo íntimo por abandonar la presidencia de Boca. Sus cambios: del “holgazán” que denunciaba “Noticias” a este verano de trabajo a full. Su evolución política e ideológica. Cómo se siente con el paso del tiempo. El tema de la Policía y el juego. La relación con los Kirchner y Alberto Fernández. Sus planes para el futuro. El momento del retiro. Una charla donde un Macri más suelto deja atrás la acartonada figura institucional del político.

Por Jorge Fontevecchia

POLICIA MACRISTA. “Pagarles un 50% más que a los efectivos de la Federal es un incentivo, por supuesto.”

—¿Y? ¿Cómo es la vida con policías haciéndole la venia y reuniones donde siempre hay una Bandera?

—Todavía no me termino de acostumbrar. Pero lo importante es que uno no cambie. Que cambie la tarea, que evolucione, pero no mi esencia. Creo que no he cambiado.

—Escuchó hablar de los virus de los palacios...

—Sí, le tengo pánico al poder. Es una obsesión. El otro día estaba releyendo Los amos de la guerra, donde se ve que Hitler pudo hacer perder, por el aislamiento, a una máquina perfecta de guerra como eran los ejércitos alemanes. El escritor relata que Hitler empezó comiendo con todos, y a partir del ’42 cerró su búnker y comía solo, a lo sumo con Goebbels y su secretaria. Así que hay que tener mucho cuidado, mucho respeto al poder.

—Y genera un autismo…

—Absoluto.

—¿Eso puede ser lo que está pasando en el Gobierno nacional?

—Y... sin dudas. Con el correr del tiempo el poder puede llevar a eso. Claramente, la Presidenta ha sido mal asesorada.

—¿Le ha pasado también a Menem, Alfonsín?

—Sí. Todos empiezan con el Segundo, Tercero, Decimocuarto Movimiento Histórico, y ya están encerrados. Ahora mismo, para mí el dirigente más importante en este momento en Latinoamérica, que es Uribe, está entrando en ese terreno, esa nueva reforma de la Constitución. Hay que entender que hay ciclos que se cumplen y que es sana la renovación.

—En el último año también se casó nuevamente y dejó la presidencia de Boca. ¿Podría decir que dio una vuelta de página completa en su vida y que hay otro Macri?

—Sí, porque desprenderme de Boca fue un proceso, en esta línea, muy difícil. Creo que no me equivocaría si dijera que puede llegar a ser lo más difícil que vaya a tener en mi vida en términos de duelo.

—¿Más que hacer el duelo de dejar la gobernación?

—Sí, creo que va a ser el más duro.

—¿La gobernación de la Ciudad de Buenos Aires fue el duelo de dejar Boca?

—Me ayudó mucho, porque el nivel de actividad que he emprendido acá desde que arranqué es…

—No lo deja pensar en ese duelo.

—Exactamente. Me ayuda a huir hacia adelante, digamos. Porque la simbiosis que genera una pasión que no tiene explicación, como es Boca, es como el olor literario, como lo describió Vargas Llosa cuando lo distinguimos en la Ciudad de Buenos Aires. Fue muy traumático.

—¿Boca le gustaba más?

—No. Digamos que era una pasión que, emocionalmente, me desequilibraba. Eso generaba sensaciones a favor y en contra.

—Cuando se mira al espejo, ¿ve el paso del tiempo reflejado?

—Empiezo a tener ese problema. Siento madurez. Por primera vez empiezo a tomar conciencia de que voy pegando la curva al revés. Por ejemplo, yo siempre jugué fútbol, hasta este año, que lo tuve casi abandonado. Los chicos me decían: “Che, Mauricio, el sábado es mi cumpleaños, ¿querés venir?”. Yo les preguntaba: “¿Cuántos cumplís?”. Y me decían 25. Porque yo, en la cancha con ellos, pensaba que teníamos la misma edad. Pero yo sumaba cuarenta y tantos largos. Y me decía que no, no tengo la misma edad. Ahora la limitación física me está haciendo tomar conciencia.

—El reportaje que hicimos hace un año había sido el epílogo de un debate entre Ud. y la revista “Noticias”, que lo había acusado de holgazán por pasarse todo enero en Punta del Este. Ahora, ya siendo jefe de Gobierno, trabajó todo el verano. ¿Gobernar es esforzado?

—¿Lo tomo como un pedido de disculpas suyo?

—No, “Noticias” no…

—¡“Malicias” no se disculpa!

—Se disculpa cuando corresponde, antes usted no trabajaba como lo viene haciendo ahora.

—Siempre he sido así porque, digamos, me caigo a la mañana temprano de la cama y siempre tengo que hacer algo. Debo tener alguna parte mía que no debe querer convivir conmigo mismo, entonces prefiere siempre hacer.

—Jugar al fútbol, gimnasio. Otra cosa es trabajo…

—Sí, por supuesto. Pero yo siempre he sido obsesivo con mi trabajo, y cuando me siento haciendo algo útil no trabajo por horarios, trabajo hasta que termino la tarea. Y acá es como que he entrado a un mundo en el cual cada vez que se abre una puerta hay un problema. Entonces, nunca se acaba. A mí me ha gustado siempre ordenar los problemas, y estoy como en el Paraíso Terrenal, porque esto es la infinitud de los problemas. Pero lo bueno es que todos tienen solución, si no, no serían problemas: sería una catástrofe. Acá me encontré en una situación en la cual siento que todos los días estamos construyendo las bases para una mejor calidad de vida de millones de personas. En otros lugares que me tocó actuar, por ejemplo, la Cámara de Diputados, si yo iba o no iba, era exactamente lo mismo, porque tu palabra no tiene valor, tu voto no tiene valor si hay un bloque mayoritario que no cambia una coma.

—¿Es importante estar cerca de los hechos poniendo continuamente el cuerpo y mostrando disposición y compromiso?

—No sobreactuar, pero estar en contacto con la realidad. Por eso visité en cien días de gobierno más de cien lugares de la Ciudad de Buenos Aires, para entender el problema en vivo y en directo y no en un papel.

—¿Le parece bien que la Presidenta se haya ausentado de la Casa de Gobierno durante seis días para estar en El Calafate mientras el país enfrentaba el conflicto sectorial más grande de los últimos años con el campo?

—Este no es un nuevo gobierno, es la continuidad del anterior. Ellos sienten que ya tienen los resortes del poder como para poder tomarse su tiempo y la distancia para resolver los problemas. Pero la dificultad de fondo es si la política que se ha exhibido con el agro es la correcta. A mí me parece que no.

—¿El haber estado aislada durante esos días cruciales pudo haberla llevado a dar un primer discurso que sonara autista a los oídos de quienes llevan muchos días en la ruta?

—El discurso fue inadecuado, todo lo contrario de lo que esperaban los damnificados y los que observábamos desde una posición neutra.Claramente. Ella fue asesorada por gente que equivocó el diagnóstico.

—¿Usted no confía sólo en la gente que lo asesora, y prefiere ir a ver las cosas con sus ojos?

—Prefiero, pero a veces no se puede. Confío en mi gente y delego. Pero también me gusta ir, mirar y hablar con el segundo nivel, el tercero, el último nivel, que me cuenten ellos cuál es su problema. Eso es lo importante: que la gente se sienta valorada por lo que trabaja.

—Volviendo al discurso de la Presidenta. ¿Usted cree que la sociedad es injusta al ser menos tolerante con la soberbia de una mujer que con la de un hombre?

—Digamos que no tenemos familiaridad con una mujer presidente, o presidenta. Eso juega a favor y en contra. La soberbia es inaceptable hasta en un perro.

—¿Es la soberbia el mayor enemigo del Gobierno?

—Y... digamos que la abundancia y el contexto internacional tan favorable han generado una actitud demasiado autoritaria.

—¿A Néstor Kirchner le habría sucedido lo mismo?

—Insisto: para mí, es el mismo gobierno.

—La reacción del campo parece tener componentes emocionales, y no sólo cuestiones económicas.

—No, tiene que ver con el desgaste acumulado. Esta reacción es no sólo por este discurso inadecuado, por la aplicación de la retención exagerada... Es por cuatro años de maltrato en la política de la carne, algo parecido con la leche. Esa sensación del no reconocimiento de su trabajo. Acá hay un sector, el de mayor potencialidad, el de mayor dinámica de la economía argentina, que nos ayudó a salir de la crisis y que nos puede ayudar a salir de la pobreza, con un marco inteligente. Y estos más de cuatrocientos mil chacareros sienten que nadie les regaló nada, que no le deben nada a nadie, porque es gente que no se endeuda. Laburan de sol a sol cuando hay que levantar una cosecha; no importa el tiempo, las condiciones: ellos hacen su trabajo. Sienten como que no hay reconocimiento. Y eso es tan grave como que te metan la mano en el bolsillo.

—Ud. le pidió a Cristina un “gesto de grandeza” para resolver este conflicto. Concretamente, ¿en qué le faltó grandeza a la Presidenta?

—Si ella frente a este episodio dijera: “Nos equivocamos, volvemos todo al 13 de agosto, pido disculpas, ratifico mi discurso del 1º de marzo, reconozco al sector como el más dinámico, más pujante de la economía argentina, y quiero sentarme con ustedes, acordar reglas de juego a mediano y largo plazo”, creo que todo lo que perdió lo ganaba.

—¿El problema de fondo son las retenciones o el agotamiento del dólar alto carcomido por la inflación?

—La inflación está haciendo mucho daño. El índice de marzo que nosotros tenemos da 3%.

—Una inflación del 20% con un dólar fijo consume la ventaja competitiva de exportadores.

—No sólo del campo, sino de la industria en general. Los exportadores ya no tienen los márgenes que tenían, y algunos incluso han quedado fuera del mercado. Nos ha salvado muchísimo la devaluación del dólar. Si no hubiese toda esta modificación de precios que se está dando, hoy la ventaja del dólar alto desaparecía. Hay muchas cosas que están más caras que en el uno a uno.

—¿Está bien, aun con causas justas, que se corten rutas, calles o accesos? Si los fiscales de la Ciudad llamaron la atención a la UOCRA por cortar varias calles, ¿no deberían los fiscales de las zonas correspondientes hacer lo mismo?

—La visión es la misma: no estoy a favor de los cortes. Pero es difícil actuar frente a algo espontáneo. La gente baja de su casa y se sienta en el paso público en señal de protesta, y es masivo, como fue ayer, y es imposible actuar.

—¿El ministro Lousteau pisó en falso con las retenciones?

—Para mí, fue una sobreactuación que no condice con lo que él expuso por escrito: tiene un libro que dice lo contrario.

—¿Sobreactuó porque su papel venía siendo el de un actor de reparto?

—Fue muy oportuno el comentario de un colega suyo, que dijo que en vez de modelar a Moreno, Moreno lo modeló a él.

—¿La falta de experiencia por su juventud pudo haberle hecho cometer un error?

—No es tan joven, es cuestión del carácter de cada uno.

—¿En qué cosas Ud. piensa distinto hoy, que tiene 48 años, de lo que pensaba hace diez?

—En muchas cosas sí. En algunas hubo una evolución, y en otras una involución.

—¿Estaba preparado hace 10 años para las funciones que cumple hoy?

—No, yo siento que aprendí mucho. Primero aprendí mucho saliendo del mundo empresario al mundo del fútbol. Y después también aprendí mucho cuando me metí en un mundo nuevo, como la política, donde me volvieron a castigar como me castigaron al principio en el fútbol. Y lo que no te mata te fortalece.

—Edad y experiencia no son lo mismo pero sin lo primero es difícil contar con lo segundo.

—Sí, por supuesto. Siempre tenés más chances. Pero Zapatero fue presidente con la edad de Lousteau. Así que no creo que la edad sea un problema, sino la falta de experiencia.

—¿Conocía a Lousteau?

—No.

—¿Tenía alguna impresión sobre él?

—Sí, buena.

—¿Debería renunciar para ayudar a que este conflicto se distienda?

—No voy a opinar sobre eso. Lo más importante es que hay que resolver el conflicto.

—Al ex director de la AFIP, Alberto Abad, si lo conoce bien, ¿qué opinión tiene sobre él?

—Muy buena.

—En algún momento se llegó a hablar de que a usted le interesaría Abad para integrar su gabinete.

—Abad es una persona muy valiosa, un profesional serio, y creo que puede hacer una buena labor en cualquier tema. Calculo que después de una experiencia tan estresante se tomará un tiempo de descanso, pero creo que sería un refuerzo de lujo para cualquier equipo.

—¿El despido simultáneo de Abad y Echegaray fue un acto de autoridad de la Presidenta ante los rumores de que quien gobierna es el ex presidente?

—Yo nunca hubiese perdido a un hombre tan valioso como Abad. Sobre todo que es, diría yo, el único lugar donde se construyó constitucionalidad.

—Más allá de lo que sólo Néstor y Cristina Kirchner pueden saber, el hecho de que Echegaray no acatara las instrucciones de su superior, Abad, asumiendo que contaba con el apoyo directo de Néstor Kirchner, aunque ni siquiera contara con él y sólo fuera su creencia, ¿no es grave que un funcionario de tanta importancia creyera que Néstor Kirchner pesaba más en el gobierno que su esposa?

—Pienso que todos los que están en el Gobierno, y la ciudadanía en general, sienten que Néstor Kirchner sigue siendo parte central de este Gobierno.

—El Gobierno ha sido una máquina de expulsar a los funcionarios del área económica de mayor peso, desde Lavagna, pasando por De Prat-Gay, y ahora Abad. ¿A qué atribuye que sean los más expertos los que se terminan retirando y los reemplacen por personas más dóciles?

—Por ahí, los de más personalidad han querido lograr mayor espacio de independencia para su actuación y no lo lograron. Y es claro que el ex presidente Kirchner tiene algo muy personalista.

—¿La pérdida de la mayor parte de los funcionarios con peso propio no aumenta las posibilidades de que el Gobierno cometa más errores?

—Por supuesto. Siempre en el Gobierno tiene que haber gente que diga lo que piensa en cualquier circunstancia. Si no, se corre el peligro de esto de ayer (por el martes 25).

—El patoterismo que usted denunció de D’Elía, ¿en qué se parece a las barras bravas del fútbol?

—Es la misma lógica. En el caso de D’Elía, lo desarrolla en todo un país, porque parece que puede hacer lo que quiera no sólo en Buenos Aires, sino en cualquier lugar.

—¿La lógica es la misma?

—Es la misma.

—¿Y cuál es? ¿La fuerza puede todo?

—La fuerza puede todo, la impunidad puede todo.

—¿Es una mirada cortoplacista de la vida?

—Yo creo que es una mirada que si no tiene ningún tipo de castigo termina siendo la forma de vivir.

—¿Pero cuál es su causa?

—La lógica de la confrontación y no trabajar en términos más civilizados a mediano plazo.

—¿Carece de consecuencialismo y sólo existe el presente?

—O sea, el fin justifica los medios.

—En el reportaje del año pasado nos contó que en 1983 votó por Alsogaray; en 1989, por Angeloz; en 1995, por Menem; en 1999 no votó porque no estaba, y en 2003, por López Murphy. ¿Por quién votó en 2007?

—(Mirando para otro lado)Por López Murphy.

—Hagamos un repaso de todo lo que sucedió en octubre pasado. Comencemos por personas que en su momento tuvieron o parecieron tener un significativo caudal de votos y en la práctica no fue así. ¿Por qué cree que López Murphy tuvo el 18% de los votos en 2003 y tantísimo menos ahora?

—Qué difícil. Pero me parece que la respuesta no es que fueron a Lilita. Más los perdió él porque no supo encontrar la forma de comunicarse con el electorado.

—¿Por qué Telerman fue menos votado que Filmus?

—Porque, más allá de que demostró más capacidad, más ganas de hacer que lo que había demostrado Ibarra, y de su enorme simpatía, no logró transmitir seriedad.

—¿Blumberg perdió todo su capital político por la acusación de ser un falso ingeniero o nunca tuvo votos propios sino el apoyo popular a una causa que lo trascendía?

—No. A él, como un líder social, no político, yo creo que lo castigaron mucho más. Así como lo fue para Telerman en menor medida, porque siendo político, la gente piensa: “Bueno, éstos son todos unos mentirosos”. En un líder social, la gente lo único que no puede soportar es un clavo de ese tipo, y lo castigó más.

—Lavagna quedó tercero. ¿Quienes no apoyaron a Kirchner, mayoritariamente, percibieron que Carrió era la mejor opción opositora y anticiparon, de alguna manera, que Lavagna no estaba tan lejos de Kirchner?

—No sé… Lilita encaró un poco mejor.

—¿Qué piensa del reacercamiento de Lavagna y Kirchner?

—Lavagna interpretó que esta convocatoria iba a abrir un lugar para el debate sobre la renovación del peronismo. Eso es como no conocer el peronismo.

—¿Nunca habrá debate?

—Con esta conducción, no va a haber debate. Me hubiese gustado escuchar a los gobernadores de las provincias más agropecuarias dar una opinión a favor de sus productores, cosa que no se vio.

—Binner lo hizo, es cierto que Scioli, que gobierna donde se concentra el cincuenta por ciento de la exportación agraria, no.

—Insisto: me hubiese gustado que todos los gobernadores de las provincias agropecuarias se manifestasen a favor de algún tipo de diálogo y consenso. Pero, quizá lo están haciendo de manera privada. No sabemos.

—¿Duhalde ya fue, o cree que tendrá alguna misión política importante en el futuro?

—El debería, cada tanto, porque tiene opinión, buscar ayudar, a consensuar, a marcar siempre cosas más institucionales. Como actor activo de la política, ya fue.

—¿Comparte sus dichos sobre que Cristina no está en condiciones de gobernar?

—El la conoce más. No la conozco.

—¿Carrió y su Coalición Cívica salieron de la última elección confirmados como la verdadera oposición al oficialismo?

—Eso dicen ellos.

—El hecho de que el PRO no haya apostado fuertemente a las elecciones de octubre con candidatos propios, ¿fue un reconocimiento a la Coalición Cívica de su papel como partido de la oposición a nivel nacional?

—La Argentina es un territorio muy grande. Nosotros preferimos concentrarnos en los dos territorios donde hemos puesto más esfuerzo: Provincia y Capital. Nos fue muy bien, quedamos muy contentos, aun en la elección a presidente. Porque haber sacado los votos que sacamos, con la mala campaña que le tocó hacer a Ricardo, marca que PRO es una realidad y se va afirmando para crecer cada vez más.

—¿Cuál será su estrategia electoral en las elecciones de 2009?

—No la hemos debatido. Estamos todos muy focalizados en la gestión número cien.

—¿El descontento que se percibe en algunos sectores de la sociedad es lo suficientemente grande como para que el oficialismo pierda las elecciones de 2009?

—Bueno, yo diría que en el contexto actual, en una elección, pronostico un muy mal resultado para el Gobierno.

—¿Cómo lo proyecta hacia 2009?

—En el tema inflación, si no se toman medidas de fondo, más serias, el descontento va a ser creciente. Porque la inflación pega muy mal entre los que menos tienen.

—¿Se están tomando medidas?

—Con el ritmo que ha tomado, y si se confirma el 3% que hemos medido para marzo, lo veo difícil.

—¿Usted vaticina que el Gobierno en 2009 perdería?

—Sí.

—¿En 2011 habrá un partido de oposición con una organización nacional sólida como para resultar una alternativa de poder, o un eventual recambio vendrá desde adentro del peronismo, de sectores disidentes con el kirchnerismo?

—Yo creo que en 2011 va a haber candidatos alternativos y que despierten entusiasmo.

—¿Quiénes serían?

—Nooo, falta mucho. Si no, ¿de qué hablamos en el reportaje de 2010, de 2009…?

—De porcentajes de votos.

—No, dejémoslo así.

—Se lo pregunto de otra manera: ¿cree que pueden surgir nuevos o distintos a los que hoy existen?

—No lo veo.

—¿Es posible construir un partido nuevo en condiciones de asumir el Gobierno nacional en pocos años?

—Lleva mucho esfuerzo, mucho trabajo.

—¿El PRO, la Coalición Cívica podrían estar dentro de tres años y medio con una organización lo suficientemente sólida como para asumir la conducción nacional?

—El PRO seguro que sí.

—Contó que a nadie de su familia le gustaba su carrera política, ¿su actual esposa, Malala Groba, sí la aprueba?

—No milita en contra.

—Para ocupar una función absorbente como la de gobernar, ¿es conveniente la tranquilidad de una pareja estable?

—Es mejor, porque la soledad del poder es muy dura. Estar en pareja da cierta tranquilidad.

—¿También por una cuestión protocolar?

—Sin dudas ayuda que te acompañen un poco en lo protocolar.

—¿Sarkozy tuvo ese problema?

—Yo creo que él tuvo el problema de que se le mezcló lo que es la pérdida de un divorcio con la elección presidencial.

—¿Se podría decir que usted fue más previsor?

—(Risas) ¡Si te cuelga la galleta tu mujer en medio de una campaña electoral, no tenés manera de zafar!

—En el reportaje de hace un año habló muy bien de Sarkozy, ¿sigue teniendo la misma opinión de él?

—A mí me gusta. Creo que más allá de las críticas que ha tenido, porque el manejo de su vida personal ha sido demasiado extrovertido para los usos y costumbres franceses, Francia necesita un sacudón, romper viejas estructuras muy similares a las argentinas. Porque nosotros tenemos el desorden italiano con la burocracia pseudo intelectualizada francesa. Cuando usted escucha un discurso de Sarkozy, se está hablando de la Argentina. Esta cosa de haber inventado un día menos de trabajo por semana como solución a la competitividad mundial y al desempleo es una locura. Obvio que no iba a funcionar.

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—¿Tiene pasaporte italiano?

—Sí.

—Hay elecciones en Italia ahora. ¿A quién piensa votar?

—La verdad, no lo había pensado todavía.

—¿Votaría por Berlusconi?

—Podría llegar a votar por Berlusconi.

—¿La imagen que tiene de él es positiva como la de Sarkozy?

—Creo que también intenta romper un sistema que ha llevado a uno de los países más ricos a un estado catastrófico. Fíjese la decadencia italiana en un período tan corto. Eso significa que Italia necesita a alguien que rompa con toda esa burocracia y con todo el modelo… Italia está dominada por la burocracia y por la mafia. Hay cinco niveles de burocracia en un país que no tiene el tamaño de la provincia de Buenos Aires. Italia necesita romper con todo ese esquema y liberar la energía. Lo mismo que nos pasa acá.

—Se dice que España es la Italia de los 60. También se dice que España corre riesgos de convertirse en la Italia del futuro. ¿Cómo ve usted la política española?

—Creo que España dio un salto adelante en su calidad dirigencial. La gente en la política tiene un nivel de preparación similar a la del sector privado. Eso le da mucha competitividad.

—Si le hubiera tocado ser español, ¿habría votado por Rajoy o por Zapatero?

—Por Rajoy.

—Cuando hace un año le pregunté cuáles serían sus primeras cinco medidas de gobierno, respondió: “Urbanizar las villas, detener su crecimiento indiscriminado. Acabar con este negocio entre los punteros políticos y los vendedores de droga. La tendencia de Buenos Aires es ir hacia San Pablo”. ¿Ahora, en el Gobierno, percibe los límites de la autoridad del jefe de Gobierno? Por ejemplo, la Villa 31 está en tierras nacionales.

—Sí, pero estamos en buen diálogo con el Gobierno nacional. Han entendido la gravedad de las villas, de los asentamientos precarios y estamos intentando pasar todos los que son del ONABE (Organismo Nacional de Administración de Bienes) a la corporación Puerto Madero, que es 50% de la Nación y 50% de la Ciudad. Desde ahí, comenzar a urbanizar y darle una utilidad social inteligente a todas esas tierras, que no es dejarlas sin ocupar, sino ocupar todos los espacios en una ciudad, porque si no, lo ocupa la ilegalidad, y eso genera conflicto social, pérdida de capital social... Todo mal.

—¿Confía, realmente, en que el Gobierno nacional va a ayudar?

—Bueno, a esto es a lo que se han comprometido la señora Presidenta, Alberto Fernández, De Vido. Creo que ellos también viven acá, trabajan acá, querrán que esta ciudad también esté mejor.

—¿No habrá conflicto de jurisdicción entre la nueva policía de la Ciudad y la Federal?

—No debería. En España conviven las dos. Además, seguimos pensando que el traspaso se va a producir con los recursos, como dice la Constitución.

—Si hasta la puesta en marcha de la nueva policía porteña la Federal cubría todas las áreas, ¿tendrá que ir retrotrayéndose de determinadas áreas para dejarle lugar a la naciente?

—No creo que haya que retroceder en competencias. Nosotros tenemos que complementar y ayudar, porque acá falta más policía, mejor equipamiento. Una vez que estén los recursos, estudiaremos qué delitos están más descontrolados, qué zonas están más inseguras, y ahí trataremos de actuar para ayudar.

—Hay un plan de seguridad que supongo que ya tiene previsto qué va a hacer esa policía.

—Parte del plan lo estamos llevando a cabo. Urbanizar las villas, combatir las adicciones, trabajar por la inclusión social y escolar. El segundo capítulo es el de tecnología e innovación… Lo tiene cajoneado Fernández, y no nos dejan saber cómo reducen el delito en la Ciudad de Buenos Aires; lo vamos a tener nosotros, y a partir de esa información vamos a poder decir: “Vamos a actuar en este barrio porque hay récord de robos de autos; en este hay aumento ostensible de violaciones”, y trabajaremos en eso.

—¿Cómo?

—Construyendo el mapa del delito. Eso es por lo que trabaja toda comunidad seria. Es saber cómo ha evolucionado cada delito mes a mes, tener una explicación de las razones y un cambio necesario. Hoy esta medición la hace el ministro, pero no la comunica a la opinión pública. Este mapa del delito tiene que ser un elemento de interacción entre el comisario y la comunidad, las sociedades de fomento, los clubes barriales, y una vez por mes, analizar qué pasó el último mes…

—¿Con la información sobre el delito sucede algo similar al INDEC?

—Sí, ya se ha hablado muchas veces.

—En el reportaje del año pasado, mencionó que la Ciudad invertía sólo el 6% de su presupuesto en seguridad, y otras ciudades importantes del mundo invertían hasta el 20%. ¿Cuánto comenzará invirtiendo con esta nueva policía y hasta qué porcentaje del total del ingreso piensa llegar cuando alcance la proporción que cree se necesitará?

—Hoy el 6% sería sumando todo, la nacional y la metropolitana nuestra. Hasta ahora, era insignificante. Nosotros vamos a estar invirtiendo este primer año 300 millones de pesos, que representan el 3%.

—Si la Nación le hubiera traspasado la parte de la Policía Federal que usted requería con su correspondiente presupuesto, ¿qué cantidad de dinero no tendría que invertir la Ciudad para lograr el mismo efecto?

—No está claro el detalle del número, pero sería entre 600 y 800 millones de pesos. Estamos hablando de un 6%. Deberíamos ir aumentándolo año a año. No sé si al 20, pero por lo menos al 16. Eso significa un cambio en la jerarquía social del policía, darle más capacitación, exigirle otro nivel de preparación, y más tecnología. La tecnología hoy es clave, las cámaras de televisión, el mapa del delito. Todos temas de alerta temprana: se necesita tener información para adelantarse al delito. Si el comisario llega una hora o quince minutos después de que te robaron, no sirve para nada.

—Aun con la suma de la policía metropolitana, más lo que usted le pide al Gobierno nacional que le traspase, igual la Ciudad tiene pensado seguir invirtiendo más.

—Sí. Cuando nosotros dijimos que íbamos a duplicar el presupuesto, fue partiendo de la base de que recibíamos el anterior. Por eso el Gobierno nacional me dice que pongamos la plata. No, no la vamos a poner. Primero, porque la ley dice lo contrario, y segundo, esa plata que queremos poner es para agregar, no para volver a hacer lo mismo, precario, mal pago, mal equipado; haríamos más de lo mismo y no queremos. Queremos hacer el esfuerzo de la austeridad, mejorar la calidad de las compras que hacemos, bajar el gasto corriente inútil del clientelismo en función de reforzar esta y otras áreas. Pero no podemos arrancar de cero.

—Con los 300 millones iniciales formará el 10% de los efectivos que tiene la Policía Federal. Dado que esos 300 millones representan el 3% del presupuesto de la Ciudad, y usted mencionó que los 10 mil efectivos de la Federal costarían entre 6 y 7%. La relación costo por efectivo de la metropolitana sería el doble que la Federal.

—Sí. Estamos pagándole como un 50% más porque no queremos pagarle adicionales. Van a ganar 2.800, 3.000 de bolsillo, y eso es lo que cobra un policía con todos los adicionales, que hacen que esté agotado cuando trabaja de policía o cuando hace trabajo adicional. Además, nosotros estamos poniendo los costos de la escuela, que la tenemos que hacer aun con traspaso, porque sigue siendo federal y, aparte, hay que montarla. Se hace una sola vez, pero el presupuesto es como de 50 millones de pesos.

—Si los efectivos de la metropolitana ganarán el doble que los de la Federal, ¿ése no es un incentivo para que la propia Policía Federal pida el traspaso?

—Claramente va a ser un incentivo. Nosotros estamos convocando a dos camadas, una de 500 hombres, que está empezando a capacitarse, y una de 300, que ya tiene experiencia, de la cual queremos conseguir los tutores.

—Los primeros mil policías, contra 12 mil que serían necesarios, que estarán efectivos a fin del año próximo, no podrán patrullar la Ciudad, sino dedicarse a operativos especiales a cargo de la Justicia metropolitana. ¿No teme crear expectativas exageradas y que la eventual solución del problema de la inseguridad termine siendo un búmeran para su futuro político?

—Mi presentación del tema fue clara. La responsabilidad sigue siendo del Gobierno nacional por decisión de ellos, pero no nos podíamos quedar de brazos cruzados. La primera demanda de nuestros vecinos y ciudadanos es la seguridad, y estamos haciendo algo que estrictamente limita lo que ya era necesario. Si se daba el traspaso, igual teníamos que abrir la academia. Ha habido cero despilfarro porque es una obsesión que tengo. Nosotros aclaramos que sólo queremos poner un granito de arena, no vamos a conseguir ningún cambio milagroso. Lo que va a haber son mil policías más preparados, más tecnología, y más información para ver dónde estamos parados.

—¿No teme generar expectativas excesivas?

—No, insisto. Aprovecho para volver a insistir. Es cien por ciento responsabilidad del Gobierno nacional, estamos tan sólo intentando poner un granito de arena en esta tarea, preparándonos para el traspaso, porque en algún momento de este año, o de 2011, el traspaso se va a realizar, porque corresponde.

—¿La metropolitana no solucionará el problema de la inseguridad en la Ciudad?

—No, no lo soluciona. En algo ayudará, pero no lo soluciona.Sería nuestra vocación, porque la seguridad es el valor más preciado para cualquier persona. Pero, lamentablemente, no puedo porque no tengo los elementos.

—Otro conflicto jurisdiccional con la Nación es por el puerto y el juego. Mucho se escribió sobre que Ud. era tímido en el reclamo por el juego por temor a las represalias de Néstor Kirchner, porque ese negocio está en manos de su amigo directo. ¿Qué piensa hacer con ese tema?

—Nosotros ya habíamos planteado una solución rápida para el tema cruceros, porque estamos desbordados y no tenemos infraestructura para recibirlos. Y habíamos dicho que queremos que Lotería nos ceda la conducción de lo que pasa en el juego, que no sea el 100 por ciento de lo que se recauda, pero no como ahora, que nos cede menos del 25 por ciento, para que podamos nosotros arbitrar los medios. Por ahora hemos tenido muy poco éxito sobre un convenio que ya firmó Ibarra, que ratificó Telerman... Entonces, se sienten muy sólidos. Nos dicen que vayamos a la Justicia. Pero si vas y se demora cinco años, la viste pasar. Yo creo que lo sensato es que Lotería nos ceda los ingresos, que nos deje empezar a tener un campo de acción más razonable.

—¿Usted podría ser más agresivo en este tema?

—Creo que en estos meses he planteado al Gobierno nacional las cosas con criterio, con tranquilidad, y ambas partes hemos apostado a tener una relación; estamos conviviendo mucho mejor de lo que todo el mundo imaginaba. Pero hechos concretos, no tenemos ninguno.

—¿Está apostando en esta primera etapa a un acuerdo pero, de la misma forma que con la Policía, pasado un tiempo, si la diplomacia no diera resultado, pasaría a otra instancia?

—Claramente. Si no obtengo resultados en las cosas que estamos planteando, le voy a explicar a la opinión pública qué es lo que sucedió y voy a decir que no podemos hacer nada, o podemos hacer esto, y lo empezamos a realizar. La única manera que existe, y es la que he aplicado toda mi vida para dialogar con mis amigos, en Boca para hablar con los hinchas y acá con los vecinos, es decir siempre la verdad. Así como les dije que en cuatro años no iba a poder solucionar el tema de las inundaciones.

—¿Conoce a Cristóbal López?

—No.

—¿Podría rebatir los considerandos del decreto que prolongó la explotación hasta el 2030?

—Sí, porque, obviamente, no es una inversión que hacen para la comunidad, sino porque cuantas más maquinitas tienen más plata ganan.

—La ampliación es de Kirchner.

—Sí. Lo que firmaron los de este Gobierno es convalidar a la Lotería como interlocutor del hipódromo y del barco con el apoyo judicial de que son territorios federales. No es poca cosa, porque hay toda una ingeniería complicadísima.

—El día que obtenga de Lotería que los recursos pasen a la Ciudad, ¿renegociaría estos contratos hasta 2030?

—Obviamente, me sentaría a negociar como con todas las concesiones que hemos encontrado, más de la mitad, vencidas. Es una vergüenza. O como hicimos con Albistur y los demás, que estaban en las carapantallas, que pagaban 200 mil pesos y ahora pagan 8 millones. Quiero saber adónde fueron a parar los 7.800.000 pesos de los últimos seis, siete años. ¡Cómo puede ser que de golpe paguen ocho millones de pesos!

—Participó del congreso de la Red Liberal de América Latina junto a personas como Aznar. ¿Se siente ideológicamente cercano a ellos?

—Sí, me siento cómodo con él, lo respeto como dirigente y creo que ha tenido una gran actuación como presidente de España.

—¿Fue un congreso de derecha?

—El concepto de derecha e izquierda ya no rige más. Lo que rige es… mejorar la calidad de vida, libertades, un espacio en el cual trabajar, desarrollarme, más agradable. Eso es lo que la gente vota.

—Se percibe en usted, en los últimos años, un cambio desde la derecha hacia el centro. Empezó votando por Alsogaray en 1983; ¿votaría hoy por un candidato equivalente?

—Hay una evolución producto de la vida. No es tanto blanco o negro, hay muchos grises que pueden llegar a confundir, hay que tener cuidado. Pero igual sigo respetando algunos valores del ingeniero Alsogaray que tienen que ver con la libertad, y no la invasión autoritaria por parte de la política en la vida individual de la gente.

—Yo me siento liberal y, realmente, no respeto a Alsogaray porque sólo se preocupaba de la libertad de mercado y no de las libertades individuales. El era afín a los gobiernos de facto.

—Bueno, sí, por supuesto. En el caso de Aznar me pasa algo parecido, y me parece que no es un liberal en todo el sentido de la palabra; siento que, en realidad, son conservadores que usurpan la palabra liberal, y que de liberales lo que tienen es lo económico.

—A lo largo de los años, usted se hizo más moderado.

—Lo hablamos al principio; a los golpes uno evoluciona.

—Su contacto directo con el Gobierno es Alberto Fernández. ¿Es cierto que de tanto reunirse desarrolló cierta confianza y simpatía con el jefe de Gabinete?

—No, es un poco exagerado. Nosotros tenemos entendido que la gente aspira a que convivamos civilizadamente, que nos llevemos bien y resolvamos los problemas comunes.

—¿Se lleva bien con él?

—Es el interventor que me ha puesto el Gobierno nacional, y ambos nos hemos propuesto tener un buen diálogo.

—¿Confía en él?

—No, yo estoy construyendo una relación. Por ahora ha habido buena voluntad, pero no ha pasado nada concreto. Cuando yo pueda decir que hicimos con éxito el proyecto de subte, que hicimos correctamente el traspaso, que construimos una mejor política de educación en la ciudad y trabajamos en conjunto, entonces sí. Todas estas cosas significan un montón de compromisos de ambas partes. Hoy solamente ha habido dos o tres reuniones en las cuales hemos expresado buenas intenciones para una convivencia futura.

—¿Es cierto que uno de los elementos que los une es su crítica a la revista Noticias, que ambos llaman ‘Malicias’?

—No sé. Yo creo que soy el autor. No comparto esa creatividad con nadie.

—¿Alberto Fernández no queda tan herido como el ministro Lousteau en este conflicto con el campo?

—Él siempre pone la cara para defender hasta lo indefendible.

—¿No es inevitable el desgaste de cualquier funcionario que tenga, como le tocó al Jefe de Gabinete, que salir a defender todas las medidas del Gobierno, aún las equivocadas, con argumentos a veces insustentables?

—Debe ser muy hartante, pero él no tiene la responsabilidad de conseguir los votos dentro del Frente para la Victoria.

—Pero el Frente para la Victoria tiene la necesidad de conseguir los votos en 2009.

—Todo el mundo esperaba un recambio de itinerario importante cuando la Presidenta dijo... ¿Cómo era el slogan de la campaña?

—¿La continuidad del cambio? ¿El cambio recién comienza?

—La verdad es que fue una sorpresa que no haya habido, prácticamente, cambios.

—¿Cree que la crisis con el campo puede ser un detonante para los cambios?

—No tengo idea. No creo que haya cambios ahora. Me gustaría que hubiera un cambio de actitud con respecto al campo. Eso sería bueno.

—El hecho de que el dirigente máximo del PRO en el distrito electoralmente más importante, la provincia de Buenos Aires, sea su primo Jorge Macri, ¿le parece que es PRO, como a usted le gusta decir para identificar virtudes, con el espíritu de su partido? ¿No surgen dirigentes que no sean familiares directos?

—Es el único familiar que tengo en el PRO, y lo voy a castigar siendo el que más trabaje.

—Es el mismo argumento que daba el ex presidente con su hermana.

—Pero en este caso el administró la política de la provincia, y él consiguió su liderazgo. No crea que acá hubo una rendición particular por esto. Hay gente que arrancó secundariamente y por su peso propio y dedicación impuso su liderazgo, pero que cuando hicimos el acuerdo se bajó a una candidatura menor.

—El ex presidente de la Auditoría General de la Ciudad, Matías Barroetaveña, dijo que usted había prometido “equipos técnicos de calidad, pero terminó nombrando a sus compañeros de colegio, su profesor de rugby y los empleados de su empresa”.

—¿Profesor de rugby? El cura, pobrecito, tiene 80 años.

—¿Está satisfecho con el equipo que armó?

—Armamos un equipo que resume los cuatro años de trabajo previos hechos por la Fundación, que resume el voluntariado espontáneo post electoral. Se definió como un puente entre el sector civil y la política. Vino gente a la que se evaluó por lo que había hecho en su vida, en qué había trabajado, no por amistades personales. Hubo un sistema de selección que también fue criticado por algún sector de la prensa que decía que era…

—De “headhunters”.

—…un sistema evaluado hasta por headhunters que, también voluntariamente, se ofrecieron a hacer el trabajo gratuitamente para el PRO. Analizamos la capacidad de la gente: Suecia. Quedó afuera muchísima gente de la política enojada, y sacaron unos slogan de que venían los del Newman. Del Newman hay tres tipos, sobre los 160 que se embarcaron. Todo se fue distorsionando… Malicia, porque les gusta repetir, pero de ahí a que sea verdad...

—Su ministro de Ambiente y Espacio Público, Juan Pablo Piccardo, fue imputado en una denuncia de malversación realizada por la propia empresa donde era gerente, Isenbeck. ¿Qué argumentos le resultaron convincentes para que haya decidido mantenerlo en el cargo?

—La denuncia era improcedente, no correspondía, venía de un conflicto de liquidación laboral. Esta empresa tiene un sistema bastante no ortodoxo para lograr las condiciones que quería. Tuvimos acceso a la información, la evaluamos y constatamos que no tenía esa denuncia. Fuimos e investigamos a fondo.

—¿Tiene la convicción de que es una denuncia injusta?

—Hemos hecho varias cosas inéditas para la política. Primero, no hemos priorizado la rosca política. Segundo, a cada ministro le hemos preguntado cuál es su plan, cuáles son sus metas, cuál es su equipo. Y sabe que es responsable por su equipo, por todas sus tareas; cada uno tiene fechas para cada una de las propuestas para los próximos cuatro años. Ya vamos por la cuarta reunión de equipo. Nos juntamos a veces los 250 y otras veces los 100, vemos hasta dónde llegamos, qué es lo que nos ha faltado. Hemos hecho un esfuerzo de interacción en equipo, por ejemplo, con el caso, no feliz, pero que había que enfrentar, de los cartoneros en las Barrancas de Belgrano. Ahí trabajaron tres días seguidos, codo a codo, Acción Social, Espacio Público y Seguridad, cosa inédita en la historia de esta ciudad. Este tipo de actitudes, esperamos, es lo que nos dará resultado.

—Si lo comparamos con Boca, ¿en el equipo de la Ciudad se siente más seguro?

—Sí, mucho más seguro, porque, aparte, la envergadura de esta tarea es mucho mayor que la de Boca.

—En proporción a la envergadura, ¿siente que está con un equipo con el que puede conseguir los mismos logros que obtuvo en Boca?

—No sé si los mismos, porque los de Boca fueron máximos, casi imposibles de igualar. Como me dice la gente: “Si hacés la mitad de lo que hiciste en Boca, firmamos todos”. Así que yo apunto a la mitad. Creo que tenemos un equipo de gente mayoritariamente sana, que convive, insisto, por más que al periodismo le divierta. Acá todo el mundo trabaja en equipo, tenemos reuniones de gabinete todas las semanas, hay mucha interacción.

—Al poco de asumir, usted dijo sobre ObSBA: “En marzo gobiernan ellos o gobierno yo”. Finalmente, Patricio Datarmini renunció como presidente de la obra social. ¿La intervención a ObSBA fue su triunfo más concreto en sus primeros 100 días?

—Le diría que lo que me pone más contento es que en estos tres meses le pudimos dejar en claro a toda la comunidad qué es lo que queremos hacer. A los gremios, a los empleados, a los proveedores, a los ciudadanos, a los intrusos del espacio público, que es de todos. A todos les dijimos: “Señores, nosotros vamos por esto”. Quedó claro que nosotros vamos por el empleo de calidad, exigimos buen trabajo y queremos dar una buena obra social; queremos comprar a precios justos, queremos que cumplan los proveedores, y vamos a pagarles en fecha; y creemos que el espacio público es innegociable, porque es el espacio democrático por excelencia.

—Ahora logró que la Cámara de Apelaciones porteña revoque la sentencia de la jueza Liberatori, que había ordenado reincorporar a los 2.400 cesanteados. ¿Qué efectos tendrá para su relación con el gremio la suma de estos hechos?

—Sí, claramente que nosotros tenemos derecho a revisar la calidad de empleo que hay en la Ciudad. Vamos a separar a los que trabajan de los que no trabajan.

—¿Cuánto tiempo es necesario para que se cumpla su promesa de tapado de todos los baches?

—Pensamos que para octubre tendremos toda la ciudad libre de baches. Estamos triplicando el nivel de inversión que tenía la Ciudad para el bacheado. Se viene una batalla muy dura con las empresas de servicios. El 85 por ciento de los baches son por culpa del mal tapado anterior. El bache del desgaste es amorfo, pero los baches de la ciudad son todos geométricos porque los abren sin permiso, y los reparan mal. Después vienen tres lluvias y queda de vuelta el bache roto que te destroza el auto.

—Usted participó junto a Cristina Kirchner del lanzamiento del Tranvía del Este, que unirá La Boca con Retiro. La misma empresa de ese tranvía es la del tren bala; ¿cuál es su opinión sobre este último?

—Es una obra ambivalente, porque, por una parte, un salto a la modernidad que contagie a la sociedad es un símbolo positivo. A la vez, el estado precario de los trenes de media distancia, de los subtes, la falta de equipamiento, la falta de señalización... ¿Cuáles son las prioridades? Dicho por los franceses, los españoles y los alemanes: si los llamasen para operar los subtes o los trenes de la ciudad de Buenos Aires, ninguno aceptaría. Todos operan en situaciones de precariedad a las que ellos no se animan.

—Después de haber experimentado la tarea de gobierno en sus primeros 100 días, ¿se siente con más o menos ganas de planificar una carrera política de largo plazo?

—Mi aspiración es retirarme de la política a los 60 cortos.

—Para los 60, le quedan 12 años, y 12 años no se puede ser jefe de Gobierno de la Ciudad, porque la Constitución no lo permite. Eso implicaría otro cargo.

—Sí, posiblemente.

—¿Estos 100 días no lo han desanimado?

—No, al contrario. La verdad, ha sido el mejor verano de mi vida.

—Convicción de que puede.

—Sí, se puede, absolutamente. Esto es cíclico: hay días que me derribo a la mañana y me vuelvo a entusiasmar a la tarde. Durante el día, me pasa mucho. Hay veces que da mucha impotencia porque hay cosas en las que la solución es evidente, directa y simple, y el sistema está armado de una forma tan perversa que lleva mucho más tiempo del que físicamente necesitaría para solucionarlo. La situación de la ciudad está peor de lo que pensaba, pero se puede.

—Usted tiene 48 años; el próximo período se abrirá cuando tenga 52; el otro, 56, y el otro, cuando tenga 60. Si le dieran a elegir en alguno de esos períodos entre ser presidente de la Argentina y ser presidente de Boca, ¿qué eligiría?

—Lo que tenía que hacer en Boca ya lo hice.

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Domingo 30 de Marzo
Año III Nº 0247
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