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Reportaje a Julio Cesar Cleto Cobos

“Nunca voy a renunciar”

El vicepresidente de la Nación tomó distancia del Gobierno durante el conflicto con el campo y promovió la actuación del Congreso. Tras la votación de ayer en Diputados, anticipa que las retenciones serían ley antes del próximo fin de semana. Responde a los recientes ataques de Alberto Fernández y vuelve a diferenciarse de Néstor Kirchner: “Yo no llamé a nadie para condicionar su voto”. Dice que Cristina tiene con qué terminar su mandato.

Por Jorge Fontevecchia

Sobre cristina. “La Presidenta tiene su carácter, su forma de actuar. No creo que nadie la condicione, ni siquiera su marido.”

—Cuando en mayo vino a la entrega de los Premios Perfil sorprendió a todos porque por orden de Néstor Kirchner ningún miembro relevante del Poder Ejecutivo se nos acerca. Hubo hasta quienes interpretaron que se trataba de un mensaje de Kirchner a Clarín, con quien estaría tan enojado que hasta preferiría mostrar cordialidad con Perfil con el sólo fin de irritarlo. ¿Usted actúa con independencia y nos cuesta creerle?

—Por el reportaje que hicimos hace un año también se pensó lo mismo.

—¿Fue aquella visita a Perfil una señal de su independencia que ni los periodistas ni el Gobierno supieron interpretar?

—Si después la evolución de los hechos sirven para aclarar las cosas, bienvenidos sean.

—¿Los subestimaron los Kirchner?

—Creo que no. Pudo haber varios candidatos para potenciar la fórmula con Cristina: Reutemann, Solá, varios más conocidos. Pero necesitaban un compañero que pudiera materializar la concertación y yo estaba gobernando la cuarta provincia del país.

—¿Pensaron que tendrían un vicepresidente dócil y dependiente?

—No creo. Pueden haber pensado que necesitaban un vicepresidente de otro espacio político con una visión complementaria.

—Reutemann o Solá, al ser del mismo partido hubieran significado una amenaza futura. Al elegirlo a usted lo dejarían huérfano de apoyo partidario. Finalmente ¿terminó resultando lo opuesto porque al no ser usted peronista, ni representar al radicalismo, terminó aglutinando, en un proyecto de retenciones alternativo, a Solá y otros diputados de Córdoba y Entre Ríos del peronismo junto a ex radicales que lo acompañan?

—Estamos viviendo una situación coyuntural donde uno va tomado una postura definitiva y firme, pero con el afán de colaborar, no de enfrentar. Lo que buscábamos era una institucionalización de la concertación. En el radicalismo no hemos logrado abrir las puertas para que se pueda participar en un proceso interno. Han seguido con esta política de expulsiones. Así como se apuntó a darle mayor institucionalidad al Partido Justicialista, habría sido bueno hacerlo también con el radicalismo.

—¿Si hubiesen querido hacer realmente una concertación con el partido radical habrían planteado una coalición más formal?

—No, porque nosotros representábamos a muchos intendentes, a gobernadores, el Partido Justicialista estaba intervenido, el radicalismo todavía no se había normalizado. No hay que especular tanto.

—Es nuestro trabajo. Usted nunca ocupó un puesto legislativo, pasó sus casi dos décadas en la política en puestos ejecutivos. ¿No era previsible que un hombre con sus antecedentes, ante un conflicto, tendiera a la acción?

—Sí. Por eso decía que también podía aportar la experiencia ejecutiva. Los conflictos hay que enfrentarlos y solucionarlos, no dejar que se alarguen por tanto tiempo.

—¿Existe cierta confusión sobre el rol del vicepresidente, que representa al presidente pero que a su vez preside el Congreso, que es un poder diferente?

—Sí. El hecho de ir en una misma fórmula comienza la confusión. Mi trabajo es presidir el Senado y, eventualmente, la Asamblea Legislativa. Lo demás es una excepción en la circunstancialidad. No hay que asombrarse de que uno asuma el cargo con la responsabilidad que, en este caso, creo que es la que corresponde: presidir el Senado.

—Se especula que el ex presidente, después de haber pasado veinte años en puestos ejecutivos, está padeciendo el síndrome de abstinencia a la adrenalina que significa gobernar. ¿Usted también siente el síndrome de abstinencia?

—No. Cuesta desacelerarse de un cargo ejecutivo, pero si por mí fuera, quisiera estar más tranquilo después de haber vivido cuatro años…

—¿Tiene pulsión a la acción?

—He ocupado siempre cargos ejecutivos. No puedo quedar al margen de ciertas cuestiones.

—Usted es ingeniero, su ex ministra de Economía en la provincia y su esposa también son ingenieras. ¿Se irritan los ingenieros frente a la falta de resolución?

—Los ingenieros estamos preparados para construir y para resolver problemas, no para generarlos.

—¿Y a usted qué le pasa cuando algo no se resuelve?

—Me dan ganas de contribuir y destrabar el problema.

—¿Qué le dice la otra Cristina de su vida: su esposa?

—Está preocupada también. Me dice: “¿Cuándo se terminará todo este problema?”. Creo que la sociedad está harta de este tema.

—En el anterior reportaje Ud. dijo que creía en el destino y se definió como “un hombre común al que se le dieron grandes oportunidades”. Los vicepresidentes no tienen un papel protagónico, pero usted, a muy poco tiempo de asumir, está en el centro de la escena. ¿Cree que el destino lo puso en esta posición?

—La otra vez le dije que en el gobierno de Kirchner se recuperó la autoridad presidencial. Será quizá también la etapa de poner en valor la imagen de vicepresidente.

—En ese reportaje le pregunté: “¿No teme padecer alguna situación de desprecio o humillación como la que sufrió Scioli?”. Y me respondió: “Espero que no. Justo lo que quiero es que esto arranque bien desde antes de asumir y sabiendo que uno ocupó un rol importante y que tiene que acompañar”. ¿Esperó mal?

—Si hay alguna situación complicada hoy, tenemos mucho tiempo por delante. Confío que la relación va a ser normal porque el país necesita esa buena relación.

—Con Scioli y con Ud. sucedió lo mismo: al comienzo del mandato un vicepresidente opina diferente y se lo condena al ostracismo. Lo diferente podrá ser su actitud posterior, pero la del ex presidente y la de la Presidenta fueron idénticas.

—No creo que esté condenado al ostracismo, habrá que ver cómo evoluciona esto.

—¿Usted opina que se va a recomponer la relación?

—Sí. Tampoco los comienzos como gobernador fueron buenos, y después se consolidó una buena relación a partir del respeto mutuo.

—Le voy a leer otra pregunta y respuesta del reportaje del año pasado. Pregunté: “Algunos analistas pronostican que Cristina Kirchner podría no terminar su mandato en 2011. ¿Estaría usted preparado intelectual, política y emocionalmente para asumir la presidencia en el caso de que fuera necesario?”. Y respondió: “Sé que asumir el cargo de vicepresidente implica los reemplazos en determinadas circunstancias, viajes al exterior, enfermedad o lo que sea, así que uno tiene que estar preparado para lo menos y para lo más. Sé que por ahí se menosprecia la figura del vicepresidente, pero es ser el número dos del país: uno tiene que estar preparado para todo”. ¿Estar preparado para todo incluye estar dispuesto a asumir la presidencia en caso de una crisis de gobernabilidad política o, en ese caso, renunciaría para que fuera un peronista quien asuma?

—Cristina Fernández tiene toda la capacidad para sortear este problema coyuntural y terminar el mandato en el 2011. Lo que sí, yo no voy a renunciar en ninguna de las circunstancias que se puedan dar. Voy a terminar con mi mandato, lo mismo que Cristina va a terminar con el suyo.

—¿Tampoco renunciaría si ella no terminara el suyo?

—Yo no renuncio en ninguna circunstancia.

—Aún en una crisis política…

—La cual no se va a dar. Estamos transitando una situación muy complicada, y quizá avanzar sobre estas expectativas no ayuda.

—No es una sospecha infundada porque, por distintos motivos, la mayoría de los últimos vicepresidentes renunciaron: Duhalde, Ruckauf, Chacho Alvarez.

—Yo no renunciaré en ninguna circunstancia.

—Se especuló con que Néstor Kirchner sería candidato en las elecciones de 2009 a la senaduría por la provincia de Buenos Aires para luego ocupar la presidencia provisional del Senado y quedar tercero en la línea de sucesión en lugar del senador Pampuro. Esas especulaciones parten de la hipótesis de que ante una eventual crisis el Frente para la Victoria lograría su renuncia. ¿Está seguro de que puede comprometerse públicamente a resistir presiones de cualquier tipo y cumplirá su mandato?

—Es mi compromiso.

—¿Qué quiso significar cuando dijo que usted “no era Chacho Alvarez”?

—Siempre tratan de comparar, y yo les dije que no soy ni Scioli, ni Chacho Álvarez. Creo que fue un error su renuncia, porque si hubiera estado, no creo que se hubiese llegado a que De la Rúa se fuera. Era importante tener el respaldo del vicepresidente, porque ayuda a la figura de la presidencia.

—Cada vez que un vicepresidente renunció se continuó sin reemplazarlo; evidentemente, no es un cargo imprescindible.

—Lo dije siempre: no se valoraba la figura del vicepresidente. Era más importante dejar el cargo para ser gobernador que continuar ejerciendo la responsabilidad que le dio la ciudadanía.

—¿A qué atribuye las versiones sobre su renuncia hace algunas semanas?

—No sé. Son infundadas, siempre hay picardía en política.

—Imagino que habrá estudiado los casos de los tres vicepresidentes que asumieron la presidencia por renuncia del presidente: Carlos Pellegrini, quien reemplazó a Miguel Juárez Celman por la crisis de 1890; José Evaristo Uriburu, quien asumió al renunciar Luis Sáenz Peña en 1893, y Ramón Castillo, quien reemplazó a Roberto Marcelino Ortiz en 1942. ¿Qué experiencia le dejó la lectura de esos casos?

—No soy un buen alumno de historia. No vivo pensando en qué va a pasar, estoy pensando en el país, en cómo ayudar, cómo salir de esta coyuntura que ya nos tiene cansados.

—Estar preparado para esa circunstancia es una de las principales responsabilidades de un vicepresidente.

—Está bien, pero uno va a estar preparado, y la circunstancia la valoramos en el momento. La verdad es que ni se me pasa por la cabeza todo esto.

—Hubo otros tres casos de vicepresidentes que asumieron por fallecimiento del presidente, pero nunca existió en la historia de la Argentina casos de vicepresidentes que asumieran por destitución del presidente, como en EE.UU. con Nixon y en Brasil con Collor de Mello. ¿Enriquecen o debilitan a la democracia los procesos de impeachment?

—No hay que copiar recetas de otros países. Si hay que encarar reformas constitucionales, lo tenemos que hacer conforme a nuestro pensamiento.

—En el reportaje de cuando usted era candidato dijo que trabajaría en “tres ejes: profundizar una mayor institucionalidad, desarrollo económico y la inclusión social”. Y al detallarlos, sobre el primero dijo: “Institucionalidad: velar por un país más federal, modificando la relación Estado nacional-provincia con medidas de control, evaluación y ponderación. Se puede empezar por fondos específicos que hoy los maneja Nación”. O sea, lo opuesto a lo que se hizo con las retenciones.

—Sigo sosteniendo lo mismo. Hay que ordenar las responsabilidades entre Nación y provincias, y entre las provincias con los municipios, porque también hace falta que muchas provincias tengan regímenes de coparticipación claros.

—Hacer lo opuesto a lo que el compañero de fórmula prometió en la campaña, ¿indica desprecio por los pactos electorales?

—Convengamos que somos un complemento. Está en quien lidera el Poder Ejecutivo el momento de llevar a cabo nuestra opinión.

—Una cosa es demorar su implementación y otra es ir en el sentido opuesto.

—No sé si están en el sentido opuesto, porque vuelven, pero con otra forma. La Nación está ayudando a realizar obras municipales. Quizá lo mejor sería que se distribuyeran esos fondos entre las provincias y que fueran las provincias…

—Usted dijo “se puede empezar por fondos específicos que hoy los maneja Nación”. En lugar de pasar esos fondos a las provincias, se agregaron más fondos a la Nación.

—Los derechos de exportación son temas nacionales. Lo que hay que ver son otros fondos, como el impuesto al cheque, donde pueda haber mayor equidad en la distribución.

—Dado que integraba la fórmula junto con la hoy Presidenta, ¿en algún momento durante la campaña ella le avisó que pensaba subir las retenciones?

—No, esos son temas muy de coyuntura. Convengamos que estamos discutiendo una resolución, está bien que hace a una forma, a un criterio, a un modelo, pero…

—¿No le parece que se trata de un tema lo suficientemente trascendente como para que le hubieran avisado?

—No, porque eso hay que irlo llevando día a día de manera que asegure una rentabilidad razonable para que haya inversión, producción, trabajo, y para que el Estado, captando esos recursos, lo distribuya en otras economías regionales que necesitan de otros bienes para lograr equidad.

—¿No hay una directa contradicción entre su “velar por un país más federal” y este Estado nacional que se apropia de más recursos generados en las provincias?

—Sí. En realidad, vuelven a las provincias. Lo que se puede discutir es la forma, porque el destino es devolverlos en hospitales, en caminos.

—Lo que hace a un país federal no es que el dinero “vuelva” a las provincias, sino que “no vaya” a la Nación.

—Por eso convoqué a los gobernadores, para ver qué opinan sobre este tema.

—En su último discurso, Néstor Kirchner dijo que si no aumentan las retenciones “¿con qué vamos a pagar las obligaciones externas los argentinos, con qué vamos a pagar los hospitales, la salud?”. Si el presupuesto para 2008 requería aumentar las retenciones para cumplir con los pagos de la deuda externa y la construcción de hospitales, ¿no se debería haber explicitado en la campaña y en el presupuesto mismo cuando se remitió al Congreso?

—En el informe que, creo, hizo el jefe de Gabinete, lo que representa el aumento de retenciones no es una cifra tan significativa en relación a la magnitud del problema que se había generado. Lo que acá debemos hacer es consensuar la metodología y el cuándo y cómo.

—La promesa de mayor institucionalidad no sólo era suya como candidato a vicepresidente, sino también de su compañera de fórmula. ¿A qué atribuye que justo esa promesa, la que más diferenciaba a Cristina de su esposo, no haya podido cumplirla?

—Porque este conflicto inesperado nos desvió de esfuerzos que teníamos que concentrar en otros temas.

—¿Es culpa de la crisis del campo?

—Ha paralizado muchas acciones. Este reportaje está orientado prácticamente como consecuencia.

—Al contrario, no le pregunto sobre la cantidad de legisladores que votarán a favor o en contra de la Resolución 125.

—Usted me está preguntando por las consecuencias, cuando podríamos estar hablando de otras cosas. Yo sigo confiado y esperanzado en lo que decía el propio ex presidente: “Cristina va a aportar una mayor institucionalidad”. Todos los slogans de campaña hablaban de pacto social, entre el campo y la industria, entre el trabajador y el empresario, el Gobierno con la gente. Cuando comienza un gobierno, uno tiene que ir rectificando rumbos.

—Algunas religiones piensan al dolor como una señal de Dios que indica a las personas que se salieron de su camino para que retomen el rumbo. ¿La crisis del campo generó la suficiente cantidad de dolor como para que el Gobierno perciba que se salió de su rumbo de la promesa electoral y vuelva hacia ella?

—Este conflicto nos ha aportado experiencia, saber reconocer aciertos, errores y verdades de las partes; y dolor porque el pueblo argentino se ha visto involucrado en algo innecesario, y todos están esperando recuperar esa esperanza, esa expectativa que percibo que se perdió. Hay que volver a recordar las cosas que se dijeron en campaña.

—La Presidenta expresó que ella redujo drásticamente el número de decretos de necesidad y urgencia que utilizaba su marido y, más allá del tiempo transcurrido, también tomó la decisión de enviar las retenciones al Congreso. ¿Usted cree que Néstor Kirchner es quien más contribuye a que la Presidenta no pueda cumplir su promesa de mayor institucionalidad?

—La Presidenta tiene su carácter, su forma de actuar, y no creo que nadie la condicione, ni su marido.

—¿No podría Cristina ser manejada por su marido?

—No, para nada.

—¿“Con los Kirchner no se conversa: con él, porque no escucha; con ella, porque escucha pero siempre hace lo que dice él”, como dicen que usted habría dicho?

—Se dicen tantas cosas que yo pienso, que digo, que dije.

—¿Ella escucha?

—Escucha, y después toma las decisiones, como tienen que hacer los gobernantes.

—¿Es cierto que usted no habla con la Presidenta desde hace veinte días?

—La última vez fue el Día de la Bandera.

—Durante ese tiempo, ¿con el ex presidente sí tuvo contacto?

—No.

—¿Es cierto que Néstor Kirchner le dijo: “Vos ponete gel (en el pelo), que nosotros nos dedicamos a gobernar”?

—Al contrario.

—¿Son ofensivos los modos del ex presidente?

—No. Ni de Cristina. Hemos hablado sinceramente de estos temas.

—Hoy todos los medios publican que Pichetto le dijo a usted ayer: “Callate y dejá de ser un estorbo”.

—Lo desmiento. Ayer hablé con Rossi, hemos estado colaborando con el tema, lo mismo con Pichetto. Yo no soy un estorbo.

—¿Nunca recibió de altos funcionarios del Gobierno o representantes de las bancadas oficialistas un trato destemplado?

—Salieron algunos ministros a opinar.

—Me refiero a una conversación privada.

—No, nunca.

—En su último discurso, en la UOM, Kirchner dijo: “Intentaron un golpe de Estado, quisieron echar a Cristina de la Casa Rosada, por lo que le pido a nuestra gente que no se queden quietos, que salgan a la calle para defender a nuestra Presidenta”. ¿Coincide con que quisieron hacer un golpe de Estado?

—No.

—Luego, Mario Llambías, de CRA, dijo que el ex presidente “tiene que ir al psicólogo”. ¿Le parecen ofensivas estas palabras?

—Me parecen irrespetuosas.

—¿A los golpistas no habría que detenerlos en lugar de invitarlos a la Casa Rosada o al Congreso a exponer?

—Si se tienen las pruebas, obviamente que sí.

—¿Es responsable acusar a alguien de golpista sin tener pruebas?

—Hay que ir a la Justicia y denunciar.

—Entonces, percibe que hay una contradicción entre el que acusa sin pruebas...

—Hay que ver en el contexto que se dicen. También la Justicia puede actuar independientemente sin esperar una denuncia. Si hay alguien que está desestabilizando, que lo investigue.

—¿Percibe que el protagonismo de Néstor Kirchner, como presidente del partido, en el conflicto con el campo, fue igual si no mayor que el de la Presidenta?

—Ha tenido un papel muy importante mostrando su convicción sobre el tema.

—¿No cree que ese protagonismo es inusual, tanto local como internacionalmente, e indica la existencia de un doble sistema de poder?

—Las circunstancias son distintas, comparar con otros países no creo que nos lleve a la conclusión.

—Se nos acusa a los países en vías de desarrollo de justificarnos diciendo que nuestro país es único o distinto, y que las cosas que funcionan en el resto del mundo en el nuestro no lo hacen. ¿No cree que en esa originalidad absoluta hay defecto?

—Puede ser. Nosotros tenemos que tomar los buenos ejemplos, adecuarlos, pero tenemos que obrar conforme a nuestra idiosincrasia. Tenemos muchas ventajas con respecto a los que tienen guerras, problemas raciales, religiosos.

—¿No es ser conformista?

—No. Creo que siempre tenemos que tratar de superarnos, pero nos venimos castigando, ya parecemos depresivos. Tenemos que ser un poco más activos.

—¿Sería inconstitucional que el marido de la Presidenta, al amparo de presidir el partido peronista, ejerza roles institucionales para los que no fue electo?

—No debe. El es el presidente del partido, un ex presidente, y es una opinión válida, no la de un ciudadano más.

—Por un lado está la Presidenta con el Poder Ejecutivo a cargo y por el otro, el presidente del partido que tiene mayoría en el Congreso como conductor indirecto de los diputados, y luego será de los senadores, del partido. Por lo tanto, crea una situación de doble comando.

—No es doble comando. Acá hay que poner en equilibrio lo partidario, porque se han hecho reuniones a las que han asistido, han tomado una decisión, lo reconozco, en bloque o no, con algunos disidentes; y después está la convicción de cada uno y la libertad, y actuar conforme fue elegido, representando al pueblo de cada una de las provincias.

—Fue usted mismo quien dijo “terminen con las presiones al Congreso”.

—Hay que dejarlos que actúen. Sería muy bueno que el Congreso muestre una verdadera autonomía, porque si no saldrá debilitado. Sé que hay llamados, cosas lógicas, “qué opinás”, pero hay que actuar con la libertad responsable y de conciencia de acuerdo con el mandato para el que han sido elegidos.

—Destituyente se ha convertido en una palabra de moda para calificar un clima social o acciones de personas. ¿Cuán destituyente es todo lo que viene sucediendo? ¿Qué es lo destituyente, y si hay algo destituyente para usted en este proceso?

—Se preguntarán muchos argentinos cómo llegamos a esta situación de un conflicto tan grande. Creo que es un hecho muy importante que se esté discutiendo en el Congreso. Hay que dejar actuar y después respetar la decisión del Congreso. Espero que la ley que surja resuelva el problema.

—Otra de las mejoras institucionales que usted propuso en aquel reportaje era “mejorar la relación con la prensa”. ¿También aquí hicieron lo opuesto?

—Yo soy parte de este Gobierno. ¿No he atendido a la prensa? ¿No se ha mejorado la relación?

—Yo le pregunto, independientemente de su rol en particular.

—Yo veo a los ministros hablar con la prensa. Salir inclusive demasiadas veces. No sé, entonces, por dónde pasa el tema de la relación con la prensa.

—¿Usted no ve problemas en la relación con la prensa?

—No sé… Hay noticias que gustan y otras que no gustan. Acá hay libertad para actuar, para opinar, para criticar. También el que ejerce una función tiene el derecho de defender o criticar cuando la noticia no sale como uno cree que debió haber salido.

—¿Está de acuerdo con una nueva Ley de Radiodifusión?

—Hay que hacer una nueva ley porque la que está viene de hace años y creo que tiene que haber un debate. Los medios juegan un rol importante en el país.

—¿El papel que en la época de los golpes cumplían las Fuerzas Armadas hoy lo cumplen “los generales mediáticos”, como dijo la Presidenta en varios de sus últimos discursos?

—Puede haber en este caso algunos malintencionados que no mantienen una relación con el Gobierno nacional. Pero creo que en la mayoría de los medios, existe la responsabilidad de transmitir la información.

—¿O sea que los medios importantes no se han comportado como golpistas?

—Son términos que a mí no me gusta usar.

—Pero si alguien mereciera ese calificativo usted lo usaría…

—Con fundamentos…

—Por lo tanto, si no lo usa cree que no corresponde en este caso…

—La Presidenta tendrá sus fundamentos y su información.

—¿Cuál es su evaluación del papel de los medios durante el conflicto con el campo?

—Por ahí se ha magnificado mucho. Con la gran difusión que ha tenido, ha penetrado en las venas de todos. Ayudaría mucho que no generemos tensiones y que contribuyamos a través de los medios a ir subsanando estos temas. Porque siempre nos empiezan a enfrentar entre funcionarios, entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo. Porque claro, lo que vende quizás es eso.

—¿Percibe que se utiliza el odio y la división como una herramienta política, que se construye poder sobre la base de exacerbar el enemigo de clase?

—Yo creo que el poder se construye convenciendo y no imponiendo.

—¿Fueron los medios los que crearon este antagonismo o fue desde el propio Poder Ejecutivo que se creó y los medios lo reflejaron. Y la segunda pregunta es: ¿lo creó el Gobierno el antagonismo porque lo utiliza como una herramienta al servicio de sus fines?

—El Gobierno actúa con convicción y no creo que busque generar antagonismos. No hay que generalizar. En toda acción puede haber un poco de buena fe y un poco de mala.

—A Ud. que es un hombre del interior, si le dicen que se dedica a “un yuyo que crece solo”, o que “es machista de la casa para afuera porque adentro lo manda la gorda que tiene en casa”, ¿no le hace pensar que buscan dividir y provocar?

—Lo que vivimos ya lo vivimos, con aciertos o con errores… Tenemos que mirar para adelante.

—Usted tiene dos hermanas licenciadas en Ciencias Políticas, ¿qué interpretación política le hacen ellas sobre el conflicto del campo?

—Una de ellas esta muy consustanciada con la Presidenta y la otra está más inclinada a una postura más de diálogo, de consenso y acuerdo…

—¿Hay un renacer del federalismo?

—Tiene que haber un renacer del federalismo. Sobre todo cuando hablamos del modelo de país, no sólo de la distribución de las riquezas.

—¿El conflicto del campo dispara esta discusión que ya estaba presente?

—Y va a seguir presente. De hecho, creo que esto va a acelerar la discusión.

—¿Qué tienen que ver estas cacerolas de 2008 con las de 2001?

—Las de 2001 eran por un gobierno que había fracasado en muchos aspectos. Las de ahora interpreté que lo que buscaban era el acuerdo y el diálogo.

—¿O sea que el método es el mismo y el fin es otro? ¿Las de 2001 eran rupturistas y las de ahora son unionistas?

—El fin es otro porque cuando la Presidenta decide mandar las retenciones al Congreso cesaron. Quiere decir que la gente no opinaba en contra de las retenciones, está pidiendo una mayor institucionalidad, que se cumpliera con lo que se votó. Y ahora están pidiendo la resolución del Congreso.

—¿Teme que si el Congreso termina aprobando el proyecto del oficialismo con mínimas modificaciones se vuelvan a generar situaciones similares en todo el país con las cacerolas?

—Espero que no. Por eso yo he insistido en tratar de alcanzar el mayor consenso posible.

—¿El 2001 fue un terremoto político que arrasó con el radicalismo y ahora, en su segunda onda expansiva, arrasará también con el peronismo? ¿Cree que lo que empezó en 2001 con el “que se vayan todos” es un proceso que va a producir nuevos sismos?

—No. La sociedad ha madurado y sabe que necesita de la dirigencia política y del respeto de la democracia.

—¿No imagina un peronismo dividido?

—Los justicialistas siempre tienen la idea del Movimiento. Se juntan, resuelven, mientras que los radicales somos más separatistas, más internistas… Tal es así que no nos hemos podido reconciliar, mientras que en el peronismo, a pesar de las diferencias, nadie expulsa a nadie.

—¿Le gustaría que usted y el resto de los radicales K oportunamente vuelvan al radicalismo y contribuyan a su reflotamiento?

—Sí. Sería un paso importante en la institucionalidad de los partidos. Por pensar distinto, no podemos actuar como hemos actuado.

—¿Habló con Alfonsín en el último tiempo?

—Lo llamé, pero no lo pude ubicar.

—¿Durante los 110 días…?

—Debo haber hablado alguna vez, pero no por ese tema.

—¿Percibe que con la actitud independiente que adopta al frente de la vicepresidencia hace que él lo reconozca más a usted ahora que antes?

—Puedo intuir que sí.

—¿Le gustaría presidir el radicalismo algún día y/o ser el candidato a presidente del partido?

—No sé, veremos más adelante. Lo que sí deseo es colaborar para el retorno del radicalismo.

—¿Qué sintió al escuchar en el Salón Azul del Senado, durante el homenaje a Hipólito Yrigoyen, el tema que compusieron los ruralistas que comienza diciendo: “Amigo Julio, que viva en su vicepresidencia/ siempre con rectitud y probada decencia”?

—La verdad es que no lo esperaba. Me emocionó realmente.

—Cada vez que un candidato intentó diferenciarse del presidente de su mismo partido para captar el sentimiento opositor fracasó: Angeloz con Alfonsín en 1989, Duhalde con Menem en 1999 y lo mismo le pasa ahora a McCain con Bush en Estados Unidos. ¿Si la presidencia de Cristina Kirchner fracasara, podrá el peronismo separarse lo suficiente de ella y de su marido o por más esfuerzos que haga el candidato siempre será arrastrado por la ola de castigo al oficialismo?

—No creo que sea una condición. Depende mucho del candidato.

—¿Cree que algún candidato podría torcer esto?

—Sí.

—¿Alguna vez pensó que el plan K era un error porque si Cristina fracasara Néstor tampoco tendría posibilidades de volver en 2011 y si Néstor hubiera tenido éxito en un segundo mandato Cristina igual podría haber sido electa en 2011?

—No, porque hay que ver qué ocurre de acá al 2011. Creo que el partido elegirá su candidato y habrá que ver cómo evolucionan las cosas.

—¿Por qué cree que Néstor Kirchner no quiso ser reelegido?

—El me decía que los segundos mandatos nunca fueron buenos. Que se iba a transitar una época distinta y que creía que Cristina era mejor candidata.

—¿No percibe que no pudo romper con el maleficio del “pato rengo” que cita la debilidad del segundo mandato? Porque, finalmente, la sociedad interpreta este período como un segundo mandato kirchnerista.

—No sé si lo interpreta así, porque Cristina refleja muchas cosas distintas.

—¿Por qué ni Carrió ni Macri absorben algo de la popularidad perdida por el matrimonio presidencial y sí lo hacen los gobernadores antes cercanos al Frente para la Victoria, como Schiaretti o Binner?

—De la oposición también se esperan propuestas y no sólo críticas. Y si la oposición continúa con las formas de intrigas y confabulación no va a convencer a la gente, que busca claridad, serenidad, propuestas… Macri tiene que demostrar una buena gestión en la Capital.

—¿Cuando habla de intrigas se refiere a Carrió?

—Sí, hoy he salido yo en un comunicado suyo. Fabula, genera intriga… Y eso no hace bien.

—Concretamente, lo acusa de una alianza con Duhalde.

—Sí. La última vez que vi a Duhalde fue hace un año y medio en Mendoza.

—¿Y en el caso de Macri?

—Es que Macri es un gobernador y tiene que gobernar bien. La gente se va a guiar por su gestión. No le va a hacer bien usar su cargo para una proyección nacional.

—Lo han hecho Schiaretti o Binner.

—Porque están defendiendo sus provincias, y eso es lo que tienen que hacer.

—¿No ve en las elecciones de Río Cuarto, en donde un radical ganó aun en el barrio más humilde, donde nunca antes había perdido el peronismo, una señal de la ola de recambio sobre la que le hablé anteriormente, y que el radicalismo tiene más chances de volver a resurgir y ser la alternativa futura?

—El radicalismo gana de la mano del intendente Rins porque mantuvo una actitud coherente. Hubo muchos que se pusieron en contra del Gobierno para captar la honda del momento.

—¿Usted pronostica un resurgimiento del radicalismo?

—Sí, el radicalismo tiene que resurgir.

—Usted es otro de los políticos cuya popularidad aumentó mucho durante el último tramo del conflicto con el campo. ¿Cuál es su propia explicación sobre el crecimiento de su imagen en las encuestas?

—Obviamente, hemos entrado en escena a raíz de lo que ha sucedido en los últimos días. La gente, como ha seguido de cerca el conflicto, se cruzó con mi intervención. Lo peor es quedar al costado, sin actuar, sabiendo que se trata de una obligación.

—¿La cercanía de Scioli a Néstor Kirchner, por su función partidaria, durante el conflicto con el campo hirió de muerte el futuro electoral del gobernador bonaerense?

—No, yo creo que puede recuperarse. Tiene mucha aceptación popular, es prudente, y creo que va a hacer una buena gobernación.

—¿Usted habría esperado mayor solidaridad de Scioli, como ex vicepresidente, con usted cuando el oficialismo comenzó a criticarlo por su independencia en el conflicto con el campo?

—Tal vez sí, porque veníamos hablando seguido.

—Scioli dijo de usted que “no se trata de generar un golpe de efecto oportunista y andar posicionándose de acuerdo al humor o al momento político que se está viviendo”. ¿Le dolió que, concretamente, lo acusara de oportunista?

—Me llamó ese día y me dijo que lo habían sacado de contexto. Yo le creí y punto.

—¿Para hacer política es importante en determinado momento hacer que uno cree lo que no cree?

—Bueno... pero yo acepto las explicaciones.

—Usted dijo que “sería lamentable que el vicepresidente, que tiene tanta representatividad como la Presidenta, tenga que pedir permiso para opinar”. ¿No fue eso lo que le pasó a Scioli cuando fue vicepresidente?

—No juzgo porque no he vivido de cerca esa relación. Cada uno es como es, y tampoco hay que criticar si toma una actitud distinta.

—Más que ingeniero Ud. parece canciller florentino… Bueno, ahora haga de analista político: ¿qué va a pasar en las elecciones de 2009?

—Si este conflicto con el campo se resuelve bien, y si se retoman algunas cosas que se dijeron en la campaña, el Gobierno saldrá fortalecido. Y aprovechando la situación internacional, que es favorable, creo que puede recomponer el romance con la sociedad en lo que queda de tiempo. De ahí en más, tenemos que esperar lo que pase en los próximos meses.

—Hace unos meses no se quería enfriar la economía. ¿Ahora se la enfrió en exceso?

—Este conflicto ha enfriado la economía. Lo dicen los intendentes. Esto ha afectado al turismo, la construcción… Cuando se generan expectativas negativas, se obtienen estos efectos porque uno se reserva, y la economía no marcha como debería marchar.

—La historia nos demuestra que el próximo presidente siempre surge de alguno de los políticos que ya tiene visibilidad en el período anterior. ¿Entre quiénes surgirá el presidente de 2011?

—Cualquiera de los gobernadores está en condiciones. También los ex gobernadores. Depende de cómo les vaya en sus provincias, claro.

—¿Usted cree que la sociedad va a valorar en el próximo candidato que tenga experiencia ejecutiva?

—Sí. Creo que es una ponderación valorable. También que tenga trayectoria y el feeling que tenga con la gente.

—Cuando Kirchner todavía hablaba de transversalidad con dos partidos, uno de centroderecha y otro de centro izquierda, recuerdo que usted me respondió que no imaginaba un futuro con bipartidismo, sino una evolución hacia el caso de Chile, con una concertación en la que varios partidos se agrupan tras un candidato. ¿Se apoyaba su pronóstico en que el peronismo se iba a dividir en dos grandes partidos y ninguno tendría fuerzas suficientes para ganar solo, sin alianzas?

—Me apoyaba en el hecho de que nuestro país siempre ha sido gobernado por grandes partidos. Son dos partidos populares y tienen puntos en común, por eso, definidos los modelos, podía haber una coalición de fuerzas. Y creo que se va a seguir dando eso.

—Su pronóstico no sólo requiere que el radicalismo solo ya no sea una opción al peronismo, sino también que el peronismo se divida, porque si el peronismo no se divide, nunca habría concertación, porque él sólo tendría la mayoría.

—Fue dividido (el peronismo) también en las elecciones. Habrá que ver si, partidariamente, se logra unificar en un solo candidato que manifieste esta forma o estilo.

—Dividido es que ambas partes sean comparables.

—Divididos o unidos. Porque, a lo mejor, también unido el peronismo se da cuenta de que necesita de otras alianzas para llegar al gobierno.

—La consecuencia más relevante de la transversalidad fue la fórmula que usted, como radical, integró junto a Cristina Kirchner. ¿Se sintió extraño al ver que tras las elecciones se volvió a priorizar la identidad peronista y se dejó de lado la transversalidad?

—No es lo que había votado la gente. No veíamos mal la normalización del Partido Justicialista, pero sí veíamos ciertas formas que no reflejaban lo que se había hecho antes de las elecciones, sin tantos símbolos partidarios y con una apertura hacia otros sectores.

—Usted dijo recientemente a TN: “Entonces, ¿para qué querían la concertación plural?”. ¿En qué quedó la concertación plural a partir de que la idea de la transversalidad ha desaparecido?

—Creo que hay que profundizarla. A lo mejor ha quedado stand by por este conflicto con el campo.

—Más allá de su estilo diplomático, ¿puede transmitir a los lectores con sinceridad cuál es su sentimiento frente a la serie de promesas esenciales de la campaña que tras el triunfo electoral fueron olvidadas?

—Creo que la gente esperaba otra cosa. Pero estamos en la etapa de rectificar los rumbos y tenemos la posibilidad. Faltan más de tres años de gobierno. Sigo confiado en que este Gobierno, entre todos los sectores, con la pluralidad de ideas y el respeto entre las diferencias, pueda generar mejores resultados. Sé que es un momento difícil y que se han transitado caminos distintos a los que se esperaba, pero la Presidenta tiene todas las condiciones para interpretar a la gente que nos votó y a los que no nos votaron. Y a partir de ahí, podemos generar un nuevo país, un país federal, más institucional, que crezca, genere inversión, riqueza y trabajo, en el que se pueda distribuir de mejor manera la riqueza. Y no es que quiera hacerme el diplomático, sino que quiero transmitirle a la gente optimismo y expectativa, que es lo que está haciendo falta en este momento.

—¿Qué es lo que habría que corregir en el Gobierno?

—Lo primero que hay que hacer es salir de este conflicto con una ley que lo solucione. A partir de ahí, hay que profundizar todos los ejes. Para distribuir riqueza, hay que generar inversión, producción y trabajo; hay que generar condiciones de previsibilidad, saber que el que viene e invierte, gana, y no se le altera la ecuación económica. Porque cuando uno toma una decisión, lo hace en base a supuestos, y esos supuestos sirven para la toma de decisiones.

—¿Ve a la Corte activa en este tema?

—La Corte que tenemos es ejemplar, así que es garantía en cuanto a lo que hace.No sería conveniente que intervenga. La judicialización de los conflictos no favorece. Pero bueno, a veces es la última instancia. El problema hay que resolverlo cuanto antes porque la Justicia es lenta. Tiene su tiempo.

—¿Tiene alguna posibilidad de prosperar como modificación en el Senado, algún proyecto intermedio, como el presentado por su ex ministra de Economía de Mendoza, Laura Montero, en colaboración con Felipe Solá y con el apoyo del gobernador Schiaretti y treinta diputados, o que el Gobierno polarice el debate entre la ratificación de la Resolución 125 o la derogación, o suspensión, de las retenciones deja esta posibilidad de lado?

—Siempre existe la posibilidad. Han presentado una propuesta alternativa del Gobierno, no de la oposición, con una visión distinta. No digo que se tome entera, pero quizá se pueda sacar algo y lograr una ley más aceptable.

—¿Su apoyo a ese proyecto intermedio fue un intento de evitar que se polarice en el Congreso en dos proyectos contrapuestos?

—Los diputados han estado escuchando a los actores y sus propuestas, y han plasmado en esa alternativa una solución, no como desde la oposición, que propone una simple derogación o una suspensión que no ayuda a resolver el tema.

—¿No son funcionales quienes plantean la aprobación de la Resolución 125 con muy pocas modificaciones y los que plantean la suspensión de las retenciones?

—No sé. Hay que dejarlos que actúen tranquilos con consenso y con diálogo.

—¿Qué le comentan los gobernadores con los que estuvo reunido hace diez días?

—Hace mucho que no hablo con ellos.

—¿Cómo ve usted, políticamente, el crecimiento de la figura de Solá?

—Solá ha tratado de aportar su experiencia como gobernador, como secretario de Agricultura o ingeniero agrónomo. Pero no creo que haya ninguna especulación política.

—¿Se está constituyendo algo permanente que podríamos denominar “kirchneristas díscolos”?

—Hay que dejar que la gente actúe conforme a sus ideas. Son opiniones distintas.

—¿Pasada la crisis del campo los diputados o, en una eventual segunda fase, los senadores, que no concordaron con el Gobierno van a volver a formar parte del bloque oficialista?

—Claro, hay muchas cosas en común. Debe haber tolerancia. Que no se actúe como se actuaba en el radicalismo, donde cuando algún senador no votaba igual al resto se pedía su destitución.

—Fue su carta abierta, en la que convocó a superar la “intolerancia” y los “agravios” e hizo una exhortación al Gobierno y al campo a “recuperar el diálogo y el tiempo que se perdió”, lo que inspiró que la discusión de las retenciones fuera al Congreso. Hoy, tras dos semanas de debates en la comisiones de Agricultura y Presupuesto, ¿se recuperó el diálogo o los puentes entre el campo y Gobierno siguen rotos?

—No todo lo que debería. Acá, y se lo he dicho a la gente del campo, habría que analizar la metodología en el tratamiento del tema. Porque todos coincidimos en que la renta extraordinaria el Estado la debe usar para distribuir, y en que debe haber una rentabilidad razonable. Y esto, con el aval político, se resuelve con el aporte de los que saben. Y me parece que acá las entidades deberían haber traído las propuestas correctas.

—¿Las dos partes fallaron?

—Me parece que en la metodología no se acordó. Se exhibían los problemas, pero no hay una propuesta concreta más allá de proponer la suspensión de las retenciones.

—Usted dijo: “El Gobierno no tiene que buscar votos, sino consenso”. ¿Su recomendación fue desoída?

—No sé. Agustín Rossi hizo un esfuerzo muy grande para tratar de consensuar. Pero el esfuerzo no debe ser sólo del oficialismo, sino también de la oposición y de las entidades.

¿Hubo un diálogo de sordos donde cada una de las partes se mantuvo en su posición: suspensión o derogación de las retenciones móviles, y por otro lado, compensaciones pero sin modificar el fondo de la Resolución 125 ?

—Se ha flexibilizado bastante la 125. Pero hay que ver si esto alcanza. Por lo que he escuchado, a la gente del campo no la satisface. Lo bueno habría sido que la solución surgiera de la técnica de los que saben.

—En dos oportunidades diferentes usted se refirió a estos reportajes con la expresión “secar el cerebro”.

—Sí, ya me lo está secando…

—La primera vez, durante la entrega de los Premios Perfil, refiriéndose al reportaje que le hice siendo candidato a vicepresidente, y la última hace unos días, cuando combinamos éste de hoy, que me pidió que fuera más corto. ¿Le incomoda hablar mucho?

—Sí, no soy de hablar mucho. Este reportaje para mí es extenso.

—¿Lo padece?

—Sí, es una tortura.

—Lo lamento. ¿Hay algo que no le haya preguntado y quiera agregar?

—Acá hay un ánimo de colaboración y de aportar un granito de arena para la paz de todos los argentinos. En una situación como la que estamos viviendo, aspiro a ser un catalizador, alguien que no interviene sino que facilita la acción. Quizá mis respuestas no han sido todo lo contundentes que se esperaba, pero creo que el momento exige prudencia y equilibrio.

“El viernes el Senado confirmará lo aprobado por Diputados”

Ayer por la tarde continuó el reportaje que había comenzado el viernes en el Congreso.

—¿Cuál es su evaluación de la votación de ayer de Diputados?

—Es un paso institucional muy bueno que le hace bien a la democracia. El oficialismo ha permitido aceptar algunos cambios que le vienen bien al proyecto. Hay que esperar lo que ocurrirá en el Senado, donde, seguramente, se va a confirmar la media sanción y dependerá del bloque oficialista la aceptación de algunos cambios que se podrán sugerir por parte de las entidades o la oposición.

—El oficialismo terminó teniendo una sangría de diputados importante y se impuso por un margen muy pequeño. ¿Se se terminó la hegemonía del oficialismo, por lo menos en la Cámara de Diputados?

—No, hay que evaluar que en una situación como ésta los diputados dejan la obediencia partidaria en segundo lugar y priorizan lo que ellos consideran el interés supremo que es la representación que ejercen por parte del pueblo. Y esto se da en el oficialismo y en sectores como el nuestro, como la Concertación, que también votó dividida. Esto le hace bien al Congreso y le da una autonomía importante porque no deja lugar a dudas de que han actuado conforme a sus convicciones, cada uno, y con gran responsabilidad.

—¿128 a 121 es un triunfo o un empate?

—Es parejo. Ahí se ve que el tema requería de un consenso profundo, de un debate amplio. Ha sido una votación reñida. En las votaciones se gana por un voto, y acá se ganó y bien.

—¿Qué sucederá en el futuro con Solá y los diputados peronistas de Córdoba y Entre Ríos que votaron contra el proyecto del Gobierno y junto con varios de Concertación?

—Es un acuerdo circunstancial que hay que mirarlo de buena fe. Ellos han creído que con este aporte se podía mejorar un proyecto y encontrar una solución definitiva al conflicto. Por lo demás, no creo que ocurra ninguna división.

—¿Espera entonces que aquellos diputados de Concertación que votaron a favor del proyecto de mayoría también regresen a Concertación?

—Pienso que sí. Decidirán ellos en el bloque conforme se sientan si hay más cosas que los unen que las que los desunen. Me parece que los dos sectores han hecho un aporte: uno dando el quórum, dando el apoyo al proyecto; el otro, dando sugerencias, de las cuales, algunas han sido aceptadas. Las aceptaron ayer a última hora al segmentar la devolución y extenderla a más hectáreas conforme al bloque que había hecho la propuesta no en la misma escala pero sí en el mismo espíritu con que había sido concebido el proyecto de la ley.

—¿Cómo le justificaron los diputados de Concertación que votaron a favor del oficialismo que no hayan acompañado el proyecto que Ud. impulsó?

—Ellos estaban convencidos de antemano en apoyar directamente al proyecto que venía del Ejecutivo, y había otro sector que entendía que se podía hacer una mejora desde el punto de vista técnico, como lo explicó Laura Montero en su muy buena exposición sacando los números y evaluando los distintos rindes, y también la de Solá. Nadie puede negar que él es justicialista y que ha querido aportar también una visión distinta para ayudar al Gobierno y no para perjudicarlo. En nuestro grupo, también bastante plural, había sectores del justicialismo y del radicalismo que no decían derogar o suspender las retenciones sino introducirles cambios más profundos a la resolución 125.

—¿Y por qué entonces no votaron todos los diputados de Concertación unidos?

—Ellos se juntaron y yo no hice ningún llamado personal a cada uno de ellos (N de R: a diferencia de Néstor Kirchner). Actuaron con libertad de conciencia y me parece que era lo mejor. A veces, unificar en un único criterio cuando puede haber muchos matices es peor que dejar que cada uno actúe de acuerdo con sus convicciones, y es como lo ha hecho el radicalismo de la Concertación y como lo ha hecho parte del Frente para la Victoria

—¿Que el Gobierno haya conseguido el apoyo de parte de los diputados de su sector político puede ser interpretado como una respuesta oficial a su acercamiento a peronistas como Solá y otros diputados de Córdoba y Entre Ríos? ¿Encuentra alguna relación entre ambos hechos?

—No. Yo siempre pienso de buena fe, y creo que, cada uno ha actuado conforme a su conciencia, sus convicciones y sus principios. No veo ningún tipo de pase de factura en este sentido por esto.

—¿Qué relación existe entre las elecciones de este año en Santiago del Estero y el hecho de que los diputados radicales de esa provincia votaran por el proyecto del Gobierno?

—Santiago del Estero es una zona productora. Así que ellos habrán entendido que este proyecto satisface los intereses sobre todas las compensaciones porque es una zona de bajo rinde. Por lo demás, vamos a seguir trabajando todos en apoyar al gobernador Zamora que, desde nuestras partes, va a merecer todo el apoyo, independientemente de la posición por la que hayan optado los diputados.

—Ud. avaló el proyecto alternativo de Felipe Solá, ¿en el Senado tratará de introducir alguna de esas modificaciones a lo enviado por Diputados o, como dice Miguel Angel Pichetto “en 15 minutos la bancada oficialista aprobará lo mismo que aprobó Diputados”?

—Hemos tenido ayer reunión con algunos senadores como Marcelo Fuente, Nicolás Fernández, que son senadores del oficialismo; nos encontramos ayer mientras seguíamos de cerca esto, y en principio lo que se va a hacer es ordenar la metodología. El lunes se informará a través de la Secretaría Parlamentaria. Es más sencillo poder opinar sobre el texto definitivo y se recibirán también las inquietudes de las entidades, de la oposición. Lo que se le va a requerir es mayor precisión, porque ya están los artículos y el grado de flexibilidad lo pondrá en oficialismo en la medida en que interprete que las modificaciones, si es que existen, pueden ser aceptadas.

—El oficialismo tiene una mayoría más cómoda en el Senado que la que tuvo en Diputados.

—Sí, son alrededor de 43 sobre 72 que tiene el cuerpo, por lo que el oficialismo va a imponer su postura. Por eso digo que las modificaciones eventuales que pueden surgir, van a surgir de la aceptación o no que haga el oficalismo

—Se le atribuye a Reutemann tratar de convencer a senadores del justicialismo para que no integren esa mayoría automática. ¿Cree que pueden darse situaciones similares a la de Diputados, y que senadores del peronismo terminen votando en contra?

—La verdad que no me animaría anticiparlo. Lo que sí sabía es que Reutemann no iba a apoyar el proyecto original como venía. Lo que no sé es cómo ha quedado ahora, si su postura pudo haber cambiado y si está haciendo algunas gestiones en ese sentido.

—¿Imagina que la semana próxima va a quedar sancionada?

—Puede que el viernes, seguramente va a llevar esta semana. Pero eso, también, se define en la voz parlamentaria junto con todos los presidentes de bloque, como estamos acostumbrados a trabajar en el Senado, y donde van a tener un rol muy importante los dos presidentes de comisión: Hacienda y Agricultura.

—¿Le molesta que las compensaciones tengan una fecha de vencimiento tan próxima?

—Habrá que ver cómo evolucionan después los mercados con las retenciones, porque si no va a haber que realizar una prórroga, siempre existe esa instancia. Así que eso puede ser corregido más adelante.

—El triunfo del oficialismo en Diputados logró que Alberto Fernández, volviese a hablar después de semanas haberse retirado de escena y lo primero que hizo fue criticarlo, diciendo incluso que Ud. era “un peligro para la democracia”. ¿Atribuye el encono del jefe de Gabinete a una cuestión personal de él, o por su investidura involucra a todo el Gobierno?

—Yo la verdad es que me he sorprendido mucho y me he sentido dolido. Porque las expresiones de Alberto Fernández no son las del Alberto Fernández que yo conozco, con el cual he tenido, desde hace mucho tiempo, una muy buena relación incluso durante este conflicto. Cuando uno piensa o actúa distinto no es conveniente que se exprese con agravios y del tenor con que se ha expresado. Si “pongo en peligro la democracia” porque recibo a quienes tienen representaciones, son intendentes, gobernadores como el de Córdoba que ha apoyado la fórmula presidencial... Aparte, en un diálogo y consenso, nos tienen que escuchar a todos. Yo no le voy a contestar, pero la verdad es que han sido expresiones irrespetuosas, y creo que no lo merece la investidura que uno representa.

—¿Tienen alguna relación esas críticas de Alberto Fernández con las que le realiza su sucesor en Mendoza, el gobernador Jaque, quien lo acusó de “tirar nafta al fuego”?

—Si “tirar nafta al fuego” es haber sugerido que en un momento convulsionado esto fuera al Congreso, o es haber sugerido escuchar la opinión de los gobernadores, o haber escuchado a intendentes, muchos del Frente para la Victoria, o haber recibido a algunas de las entidades, a todas las cuales la Presidenta ya había recibido, o haber hecho gestiones pedidas por el propio presidente del bloque de Diputados, con el cual he hablado todo estos días y me ha solicitado gestiones con Eduardo Buzzi, donde organizamos reuniones con economistas de Diputados... yo no sé qué nafta al fuego es.

—¿No fue Pichetto quien lo acusó de obstruir y le pidió que dejara de entrometerse?

—Desmiento totalmente esa versión.

—¿Desmiente también que Néstor Kirchner le haya dicho: “Vos ponete gel (en el pelo), que nosotros nos dedicamos a gobernar”?

—Totalmente, siempre he tenido una relación muy respetuosa con el ex presidente.

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Domingo 6 de Julio de 2008
Año III Nº 0275
Buenos Aires, Argentina