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ENTREVISTA A GABRIELA MICHETTI

“Macri es desarrollista, se identifica con Frondizi más que con Perón”

La candidatura de la vicejefa de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en las elecciones de octubre puede ser el nudo gordiano de los candidatos a presidente de 2011. Si acepta ser diputada nacional y derrota a Carrió –las encuestas la favorecen–, generaría un terremoto en la alianza de la Coalición Cívica con el radicalismo y le abriría el camino a Cobos. Pero Michetti quiere ser candidata a legisladora. Subordinación o valor.

Por Jorge Fontevecchia

Juntos son más. “Yo hubiera soñado que lo mejor para todos sería lograr un acuerdo con la Coalición Cívica, los radicales, los peronistas no kirchneristas y el PRO.”

—¿De Narváez es tan peronista como Solá, o Solá es más peronista?

—Felipe hace mucho tiempo que milita en las filas del peronismo, entonces su identidad peronista está más arraigada. Francisco desde siempre dijo que se sentía identificado con el peronismo, pero hay una dificultad enorme para definir qué es el peronismo, porque tenemos Menem, Kirchner, Duhalde, Francisco, Felipe, Reutemann.

—¿El revuelo que generó el frente Macri-Solá-De Narváez muestra que en el imaginario colectivo Solá es más peronista?

—Fue muy impresionante la diferencia de la convocatoria del proyecto y las elecciones que trabajamos juntos con Francisco en 2007, con lo cual creo que la identidad peronista de Felipe está más arraigada en el imaginario.

—¿Le gustaría que el frente con Solá se llamase Properonismo, como él mismo propuso?

—Preferiría que fueran denominaciones que no hicieran referencia a lo que tradicionalmente ha sido el sistema político argentino porque estamos en un momento de transformación del sistema político. Hacer referencia al peronismo hoy me parece que deja afuera a un montón de dirigentes que podrían conformar este acuerdo.

—¿La palabra peronista podría alejar a algunos votantes?

—Exacto. Hoy apelar a esas categorías cierra y limita. Los que no llegamos a los extremos y tenemos la posibilidad de acordar proyectos conjuntos tenemos que sentarnos juntos a pensar si no es posible que las diferencias queden para un segundo plano, y cómo darle un empujón a la Argentina. Lo que pasó en el Congreso este último año y pico es muy sintomático. El radicalismo, algunos peronistas, el PRO, la Coalición Cívica, estuvimos de acuerdo en el 95% de los temas que eran realmente importantes: concepción de modelo productivo, el campo y las cuestiones institucionales.

—El embajador de Duhalde en EE.UU., Diego Guelar, asesoró a Macri en asuntos internacionales. Juan José Alvarez, hace algunos años ministro de Duhalde y hoy en el PRO, fue mentor del acuerdo con Solá junto también con Puerta, otro peronista de tradición. ¿El properonismo ya estaba dentro del PRO antes de esta alianza con Solá?

—El proyecto que Mauricio Macri inicia en el año 2002 arranca con una concepción amplia de incorporación de dirigentes políticos. Con gente que no venía de la política, que venía tanto del sector privado como del Estado, de áreas técnicas, como es mi caso. Había radicales, independientes y peronistas en nuestro espacio desde el día uno del nacimiento de este proyecto. La realidad va indicando que la incorporación de dirigentes de distintos partidos en un proyecto como éste da buenos resultados. Hay dirigentes peronistas en nuestro partido, de la misma manera en que hay en la Coalición Cívica o en el kirchnerismo.

—Una definición de riqueza es diversidad en armonía pero sin proporciones dominantes. Los dirigentes que vienen del peronismo fueron ministros, gobernadores y hasta presidente del Senado y, aunque brevemente, del país. Personas de un peso específico que no tienen los integrantes de otras fuerzas políticas.

—Puerta no forma parte de nuestra fuerza política. Juanjo Alvarez se incorporó hace poco en la provincia de Buenos Aires porque tuvo algunas diferencias con Francisco De Narváez y prefirió seguir trabajando con nosotros, pero ya estaba con él cuando nosotros habíamos hecho las elecciones. Es un asesor y está trabajando en el armado político, es diputado de este bloque en el cual coincidimos.

—¿El pase de Juan José Alvarez de De Narváez al PRO indica que esta alianza con Solá ya se estaba incubando antes?

—Primero, que hace poco tiempo que está Juanjo con nosotros y no conozco bien… Hablé por primera vez con él la semana pasada, porque no me meto en los temas de la provincia de Buenos Aires. Creo que en el caso de Felipe Solá, tuvo gran importancia la relación personal que tienen Mauricio Macri y Felipe Solá, quienes desde hace años cada dos por tres se juntan a conversar. Felipe Solá es una persona que ha pasado por la Gobernación de la provincia de Buenos Aires y no ha tenido problemáticas con lo institucional o con la corrupción. Francisco De Narváez es una persona que la misma Lilita Carrió hace poco tiempo decía que es un empresario que ha hecho bien su patrimonio, y son personas muy respetables, con límites. Esto fue una iniciativa de Mauricio Macri en pos de convocar a personas que, en el lenguaje de mi papá, que es médico y hace ese tipo de comentarios, normales, o personas razonables, con límites.

—¿Macri es culturalmente peronista?

—Mauricio no es peronista. Cuando muchas veces el peronismo trató de tentarlo, no se sintió cómodo en esa situación. El siente, lo mismo que yo, que son como situaciones que limitan. Se podría decir que Mauricio es de centro o liberal, porque tiene también dirigentes de la centroderecha en el partido. Culturalmente es mucho más desarrollista que peronista. Lo podría poner en una referencia más fácil con Frondizi que con Perón.

—Lavagna rechazó cualquier posibilidad de sumarse al frente Macri-Solá-De Narváez porque es el “centro progresista”. ¿Cómo lo explica, si Lavagna era cercano a Duhalde y Duhalde es cercano al frente Macri-Solá-De Narváez?

—Esto es lo que me da la razón: no hay posibilidades de explicarlo con las categorías peronismo/no peronismo, radicalismo/peronismo, centroizquierda/centroderecha. A la hora de hacer política y tomar decisiones, votamos el 95% de los proyectos con los radicales, la Coalición Cívica y algunos peronistas. Si seguimos insistiendo en este tipo de encasillamientos, nos vamos a perder la posibilidad de hacer lo que tenemos que hacer. Es una responsabilidad muy alta que tenemos los dirigentes políticos, salirnos de eso y empezar a pensar en otra forma, a construir crecimiento sostenido que no tenga todo el tiempo los up and down que tiene la Argentina, que se parezca un poquito más a Brasil o a Chile y pueda tener una imagen internacional distinta a la que tiene hoy, que es muy mala y muy débil.

—Dentro del PRO su corriente interna, Juan Martín de Pueyrredón, coloca la inseguridad como prioridad en la agenda. De Narváez en su campaña criticó lo hecho por el gobierno bonaerense en materia de seguridad. ¿Cómo se resuelve la contradicción entre una mirada garantista de Solá y otra que se podría simplificar como de tolerancia cero?

—La verdad es que se complica un poco. Francisco De Narváez no es del extremo de la tolerancia cero. Eugenio Burzaco trabaja con él y con nosotros los temas de la seguridad, y no es “tolerancia cero”. Pero esto que usted plantea es muy importante, porque son las dificultades que podemos encontrar y los riesgos que podemos correr al tratar de sentar en una misma mesa a personas que, en principio, no están pensando exactamente igual. Pero bueno, ése es el laburo que hay que hacer.

—Usted comenzó su carrera política cerca de la Democracia Cristiana, partido que mundialmente surgió a fines del siglo XIX, cuando el papa León XIII, en respuesta tanto al socialismo como al liberalismo, escribió la encíclica Rerum Novarum. ¿Ideológicamente es Ud. más peronista que Macri?

—Yo no tuve militancia partidaria. Tuve una relación personal con Carlos Auyero porque mi hermana fue novia de su hijo, y como yo estudiaba Ciencias Políticas aproveché mucho conversar con él. Sí coincido en que el peronismo toma muchísimo de la Doctrina Social de la Iglesia y de la Democracia Cristiana internacional. De hecho, participó de la Internacional Social Cristiana. Pero fíjese que el mismo Obama hace mucha referencia a su dificultad de sentirse encasillado en el Partido Demócrata, y que muchas veces le parecían más atractivas las propuestas republicanas.

—¿Hay estabilidad sin estructuras políticas con identidad?

—Es absolutamente necesario que se generen partidos políticos, pero hay una primera etapa… hay una frase de Sergio Bergman que a mí me parece muy buena: tenemos que hacer un frente para la república y no un frente para la victoria. La gente ya no piensa más que éste es peronista, o que no es peronista. Algunos sectores sí, cuando hay una identidad familiar. Por ejemplo en mi pueblo, donde hay familias radicales de toda la vida. Ganó ahora un intendente peronista después de no sé cuántos años.

—¿Cree, como dice Carrió, que “Duhalde es Kirchner”?

—No es lo mismo, porque si no habrían podido continuar su relación. Hay una cosa en el peronismo de los últimos tiempos que es que cuando se empieza a concentrar el poder se disparan y se disocian de la realidad de manera muy patente. La cosa empieza a ser cómo mantenemos el poder, y se produce una disociación con la sociedad. Esto sí puede ser un elemento en la lógica de las gestiones peronistas, pero yo no me animo a decir que Duhalde es Kirchner.

—¿No es Solá el caballo de Troya de Duhalde en el macrismo? Si ganara Solá en la provincia, con la propia ayuda de De Narváez y el PRO, ¿se convertirá luego en el candidato del peronismo bonaerense para presidente en 2011 y Macri habrá ayudado a construir su más difícil contrincante?

—Si bien Duhalde hizo juntar a Francisco De Narváez y Felipe Solá, y coincidía con lo que terminó pasando después de la convocatoria de Mauricio, me parece que acá hay una situación diferente, que es que Macri los convoca y así se juntan, y los que están protagonizando esto son Felipe, Francisco y Mauricio. Me parece que Duhalde puede coincidir, pero no es protagonista de esta situación.

—¿Dónde cree que tiene fichas Duhalde? ¿Quién le cae más simpático de los tres?

—No lo sé. En el reportaje que usted hizo el domingo pasado queda claro que tiene más cercanía con Solá. Sí, me parece que…

—... se sentiría más seguro con un peronista de tradición como presidente que con este muchacho Macri, que no sabe después qué hará.

—En ese sentido, puede ser que tenga más afinidad.

—La Coalición Cívica opina que el frente con Solá le restará al PRO votos antiperonistas, que habrían votado por Macri, y ahora no lo harían. ¿Existe ese riesgo electoral en la Capital?

—No. En la Ciudad de Buenos Aires nosotros tenemos muchos aliados radicales, tenemos un ministro claramente definido como radical, y estamos absolutamente contentos con la gestión de Hernán Lombardi. El PRO tiene referentes de distintos sectores, y hasta ahora se ha movido bien así.

—¿Macri será el próximo presidente argentino en 2011?

—Yo creo que sí, que puede ser el presidente de 2011, y para eso lo más importante que tenemos que hacer es gobernar bien la Ciudad de Buenos Aires.

—¿Alcanza con eso?

—No, pero es esencial que se demuestre la manera en que nosotros consideramos que se debe trabajar en el Estado, de qué manera se trata a la prensa, que se vea que éste es un espacio político que cree en las instituciones y que quiere que las cosas sean transparentes, que se usen bien los recursos públicos, con sensatez y con la mirada puesta en el ciudadano. Obviamente, luego hacen falta estas cuestiones, como la iniciativa de Mauricio de hace quince días de convocar a otros referentes políticos para tener una buena representación en la provincia de Buenos Aires.

—Sin alianzas no salen de la Ciudad y el Conurbano.

—Siempre hay discusiones internas en el partido entre los que tienen más tiempo en la política y los que tenemos menos tiempo. Lo que yo digo puede ser un error de inexperiencia o un error de ellos de seguir pensando de la misma manera que cuando las cosas no han ido bien.

—Hace varios meses Ud. dijo que no podía decirle que no a Mauricio Macri si le pedía que fuera candidata en 2009. Las últimas semanas viene diciendo que no está segura, que no quiere, y no dice con la misma contundencia que hará lo que Macri le pida. ¿Qué cambió?

—Yo no soy de acusar que me distorsionan, pero esa vez fue así. No fue taxativo que dije: “Si Macri me pide tal cosa la hago”. Porque de hecho nuestra manera de trabajar no es ésa. Yo no podría trabajar con alguien que…

—Yo la he visto por televisión decirlo.

—Lo que siempre digo es que la opinión y lo que Mauricio piensa en determinada estrategia política no me es cualquier cosa. Es la opinión de mi jefe, la persona que conduce nuestro espacio, y además una persona con la que trabajo con muchísimo respeto. Pero creo que por su misma forma de ser tengo la ventaja de poder discutir estas cosas. El es una persona abierta a eso, y yo me doy la posibilidad de discutirlo con él.

—Un buen conductor siempre escuchará pero después decidirá y no puede haber dos al volante. El año pasado usted expresaba una lealtad hacia Macri independiente de lo que Ud. creyera más conveniente. ¿Qué pasa si Macri se lo pide: “Necesito que encabeces las listas para diputados?

—(Piensa, pasa mucho tiempo sin hablar) Es que… (se vuelve a detener)

—¿No expresó lealtad independiente de su propio criterio?

—Nunca fue tan así. Porque cuando él escucha y después decide, decide tomando en cuenta lo que escucha. Le tengo fe a esa posibilidad de que termine compartiendo lo que nosotros estamos pensando. Pero en la hipótesis de que no… (se vuelve a detener)

—¿Usted qué haría?

—Eh… Lo seguiré discutiendo, porque no quiero llegar a esa situación. En todo caso, encontraremos un camino en el medio.

—No se puede estar medio embarazada. A ver: para ser candidata, Ud. tiene que renunciar como vicejefa de Gobierno. Si fuera candidata a legisladora por la Ciudad, tras ser electa podría presidir la Legislatura y de otra forma volver a ser, no exactamente, pero sí prácticamente, vicejefa de Gobierno, ¿no?

—Sí.

—La política está llena de contradicciones, ¿pero qué sentido tiene renunciar para ser candidato a lo mismo que ya se era, presidente de la Legislatura?

—Ahí confluyen dos cosas. La necesidad de mantener la representación que la ciudadanía me otorgó, que es gobernar la Ciudad de Buenos Aires, más la necesidad de ganar una elección de manera contundente para fortalecer ese gobierno porque en 2010 y 2011 vamos a tener años difíciles en una carrera presidencial complicada y despiadada.

—Con los nuevos diputados que sumará, la oposición puede ser mayoría en esa Cámara y ser un ámbito crucial para la gobernabilidad del país entre 2009 y 2011. ¿No cree que Ud. tendría algo para aportar allí?

—Primero hay que tratar de reflexionar hasta el abismo la posibilidad de encontrar candidatos, o un acuerdo de representación para que la elección sea buena igual, aunque no tenga que estar yo de candidata.

—Está claro que Ud. no quiere ser candidata.

—Obviamente, yo no quiero ser candidata… La política hoy en la Argentina todavía pide jugar tratando de poner las nuevas reglas pero con un viejo sistema. Tratemos de encontrar una manera de hacer una elección en la que yo no tenga que ser candidata. Esa discusión y esa posibilidad todavía no están agotadas.

—Si no existiese alternativa, ¿estaría dispuesta, independientemente de su preferencia, a hacer lo que resulte más conveniente?

—Sí, estoy dispuesta. Así como quiero que encontremos juntos la posibilidad de que no sea.

—¿No ser candidata a diputada tiene que ver con no tener que competir con Carrió?

—No, en absoluto.

—¿Seguro que su afecto por ella no la inhibe aunque sea incoscientemente?

—No, de ninguna manera. No me importa eso.

—Independientemente de que el PRO, la Coalición Cívica, los radicales y los peronistas no K, legislativamente hayan coincidido en el 95% de los casos , para presidente hay un solo lugar. Para Macri, que el PRO derrote a Carrió en su distrito más fuerte, la Ciudad de Buenos Aires, y en su tradicional cargo de Carrió, diputada, no es un tema secundario. Si Macri vence a Carrió se posiciona de una manera distinta para 2011.

—Por supuesto que lo comprendo. Pero yo le planteo una situación que complejiza más la cosa. Supongamos que nosotros decidimos hacer eso y le ganamos a Elisa. Esto es octubre, Mauricio queda muy bien posicionado, pero en marzo o abril usted tiene una Legislatura débil en la ciudad, con una pelea que puede volverse carnicera en la carrera al 2011, y Macri, jefe de Gobierno de la Ciudad, con esa responsabilidad. Entonces, fuerzas políticas que no tienen un comportamiento de oposición constructiva, institucional, ¿qué pueden hacer frente al Gobierno y la responsabilidad que hoy tiene que ejercer Mauricio Macri? Yo creo que la debilidad de la Legislatura puede llegar a ser crucial, un problemón.

—Si Ud. encabezase la lista a diputados y se eligen en la misma votación diputados nacionales y legisladores de la Ciudad, no creo que el corte de boletas sea significativo, ¿no?

—Esas son las cosas que estamos analizando, y la posibilidad de ver cómo tratar de coincidir en las dos cosas que tenemos que jugar.

—Su decisión cruza toda la política, porque si Carrió pierde frente a Ud., como hoy indican las encuestas, se reacomoda todo el mapa, hasta Cobos.

—Sé que es un tema sensible y súper importante. Creo que la elección de la provincia también es importante. Pero prefiero agotar todas las posibilidades de que, primero, sigamos construyendo una fuerza un poquito más amplia de lo que hoy tenemos, incluso en la Ciudad. Si usted me pregunta qué hubiera soñado yo que era lo mejor para todos, sería haber logrado un acuerdo con la Coalición Cívica, con los radicales, con los peronistas no kirchneristas y con el PRO para poder representar a la gente que en octubre va a votar si está de acuerdo o no con el gobierno nacional. Eso es lo que deberíamos haber logrado si no fuéramos tan personalistas o ansiosos de ver quién va a ser el candidato a presidente de 2011. Esa representación más amplia habría sido ideal para que los ciudadanos se sintieran realmente representados en lo que van a ir a votar en octubre, que es un grupo de políticos que se están oponiendo al Gobierno nacional.

—En su distrito hay dos líderes: Macri y Carrió, y cada uno lucha por ser el representante de la oposición.

—También es cierto que en la elección de 2007, cuando nosotros ganamos la Ciudad y luego no disputamos, digamos que presentamos candidaturas a diputados y Mauricio acompañó la candidatura de López Murphy como presidente, el PRO logró una identificación como partido, algo súper interesante políticamente, que no se daba hacía tiempo, porque la fórmula presidencial sacó el uno y pico por ciento y Melconian, que era el candidato a diputado con el PRO, sacó el catorce y pico. Hubo un corte de boleta muy importante que se referenciaba con el partido. Nosotros ahí salimos terceros; Lilita salió claramente segunda, se proclamó la líder de la oposición y nosotros lo reconocimos públicamente. Recuerdo haber dicho en el diario PERFIL: “Lilita ha ganado el lugar de la oposición”. Sin embargo, usted hoy mide o le pregunta a la gente, sondea las opiniones en relación con las posibles candidaturas para presidente en 2011, y Mauricio está arriba de Lilita.

—Sinceramente ¿Ud. ve riesgos de que en las elecciones de octubre la representatividad del PRO en la Legislatura de Buenos Aires sufra un retroceso?

—No, lo que quiero decir es que en una elección local el foco está puesto en lo local exclusivamente, y separado de lo nacional. Entonces, al hacer elecciones locales, la diferencia en relación con cantidad de legisladores que puede sacar es muy importante.

—¿Propone desdoblar las elecciones, encabezar Ud. la de legisladores, y que otro candidato encabece la de diputados en una elección en otra fecha?

—Exactamente.

—Si se hiciera así, ¿cuántos legisladores más podrían tener?

—Según los encuestadores, entre cuatro o cinco. Es una diferencia muy importante.

—¿Qué cambian esos cuatro o cinco legisladores?

—Puede llegar a estar casi con la mayoría de los legisladores, y con la mayoría uno tiene una gobernabilidad totalmente distinta. Y en los años electorales presidenciales, no legislativos, yo temo que haya mucha irracionalidad.

—Toda elección implica una pérdida. Si el PRO tiene aspiración nacional, ¿no debería arriesgar algo de su territorio natural?

—Lo veo en cómo construyeron su estrategia política los socialistas en Santa Fe. Cuando el socialismo santafecino se planta como gobierno rosarino, nadie decía “éste es un proyecto localista”, porque tiene historia. Ellos se encargaron de explicitar que gobernaban la ciudad de Rosario para luego gobernar la provincia de Santa Fe, y para después pretender una candidatura nacional, de transformación del país. Nosotros arrancamos con esa lógica: gobernemos un distrito que es muy visible, mostremos cómo nosotros creemos que se debe gobernar, con qué herramientas, con qué convicciones, con qué principios y con qué límites; mostremos eso y vayamos creciendo desde ese lugar. Con lo difícil que es hoy la irracionalidad de algunos sectores políticos que te pueden llegar a lastimar permanentemente por el poder mismo, por más que se gane la nacional, se corre muchísimo riesgo de perder el principal sostén, que es cómo gobernar.

—El socialismo comenzó mucho antes que el PRO, aun en Rosario. ¿Su discusión no es ser legisladora o diputada, sino si el PRO debe poner en riesgo su gestión en la Ciudad de Buenos Aires para conseguir llegar en 2011 a la presidencia, o esperar a 2015?

—No, porque la situación del país es diferente. A mí me parece que si bien en Rosario hubo dos o tres gestiones del socialismo, la Ciudad de Buenos Aires no es Rosario, la visibilidad desde la Ciudad de Buenos Aires es mucho más rápida, mucho más explícita.

—¿El costo de tener menos fortaleza en la Legislatura es mayor que el beneficio que tendría que el PRO le ganara a Carrió?

—Sí.

—Siguiendo su lógica de no apurar el 2011, ¿puede Carrió mantener su carácter de presidenciable para 2011 sin competir en 2009 en su distrito?

—No. A ella se le complica mucho más la situación porque no tiene un lugar institucional de gestión. ¿Con qué hace evidente su manera de gobernar, de construir, de generar buenos equipos si no tiene un cargo ni un lugar institucional?

—¿A Carrió no le queda alternativa porque es más débil?

—Sí… está sin herramienta para poder mostrar algo concreto. Si no se presenta, sigue siendo discurso. Si se presenta y es diputada, uno va a poder ver algún tipo de gestión. Si no, está fuera del sistema, y si está fuera del sistema es muchísimo más difícil que pueda pretender ser candidata a presidenta.

—¿Qué piensa cuando dentro del PRO la llaman “la reina”?

—No sabía que decían eso. Nada, ninguna reina. Me siento contenta y orgullosa de tener hoy la sensación de que estoy representando bien a la gente. Eso es también muy volátil. Uno sabe que en la política argentina no hay una confianza de por vida.Tengo que demostrar más cosas. Siento que tengo que crecer, que tengo que ser responsable con cada una de las decisiones que tomo, porque si no, voy a decepcionar como muchos otros políticos nos han frustrado.

—Si Ud. le ganara a Carrió en la Ciudad, de la misma manera que sería para Solá ganar en la Provincia, sería consagratorio en su carrera política.

—No es mi pretensión hoy. Yo tengo la pretensión de poder crecer en conjunto con las personas con las que conformo parte de un espacio político. No porque hacemos una buena estrategia y, de golpe, se da la situación, la coyuntura; no creo más en esas situaciones. Creo que hay que tratar de crecer en pos de lo que uno hace, entonces, así como no me planteé ser vicejefa de Gobierno y fui legisladora y presidenta de un bloque y traté de hacerlo lo mejor posible, pero Mauricio creyó que era bueno que yo diera ese paso para ser candidata a vicejefa, y hubo un acuerdo y un consenso de que lo podía hacer, ojalá el trabajo que hago como vicejefa y el trabajo que haga en lo que me toque hacer ahora desemboque en una posibilidad de hacerme cargo de una cosa más poderosa.

—¿Su objetivo es ser jefa de Gobierno de la Ciudad cuando Macri deje de serlo?

—Podría ser una de las consecuencias si hago bien el trabajo. Pero no es que lo tenga como objetivo, no pongo eso por delante.

—Siguiendo con ese cursus honorum, ¿negarse a triunfar en las elecciones para diputada frente a la política más popular de los últimos años no sería contradictorio con continuar creciendo?

—Pero puede ser contradictorio con el cumplimiento de la responsabilidad de gobernar la Ciudad de Buenos Aires juntamente con Mauricio Macri.

—La veo muy decidida a no ser candidata a diputada.

—No. Estoy muy convencida de que esto es lo mejor para todos, y que es lo que a mí me hace sentir más cómoda, pero estoy dando la discusión y si estamos en esta situación, también estoy absolutamente dispuesta a que, no convencido Mauricio de esto y con argumentos que tengan el peso necesario, puedo estar disponible para eso. Voy a tratar de que mi manera de ver las cosas sea la que termine primando como decisión, pero sé que no soy la que define totalmente.

—¿La ve a Ocaña regresando al espacio político en el que se encuentra Carrió y saliendo del kirchnerismo?

—La he escuchado manifestarse con mucho respeto y afecto por la Presidenta, como que tiene un apoyo muy fuerte. Y también la he escuchado distanciarse mucho de Carrió, con lo cual me resultaría difícil hoy ver que volviera a formar parte del espacio de Carrió.

—¿Cobos terminará en la UCR-Coalición Cívica o junto al PRO-peronismo?

—Hay muchas dificultades en la relación de Cobos con el radicalismo, y aún más con la Coalición Cívica. La relación entre él y Elisa Carrió no es fácil, así que no lo veo tan sencillo. Dependerá de Cobos, digamos, dónde se siente más cómodo y con quién puede hacer acuerdos políticos más viables.

—¿El discurso confrontativo de Carrió termina alejándole aliados y votantes?

—Me parece que sí. La gente está requiriendo liderazgos más serenos, más integradores, que incluyan, no que excluyan. Y me da la impresión de que después del período de Néstor Kirchner y de Cristina Kirchner la sociedad va a necesitar tener dirigentes más tranquilos, menos confrontativos, menos limitantes en términos de diálogos y de vínculos.

—¿Se parece a Kirchner?

—Tiene una actitud similar en la manera de ponerse en una situación de valuación del resto, de juzgar en función de si están juntos o no.

—¿Es canónica: separa lo que está bien y lo que está mal?

—Si están con ella o no están. Lo mismo que hacen el presidente (sic) o la Presidenta. De cualquier manera, digamos sinceramente, Lilita no tiene nada que ver con Kirchner.

—¿Parecería, entonces, que a Cobos no le quedaría otra alternativa que acercarse al frente Macri-Solá- De Narváez?

—Desde el PRO. Puede ser una buena alternativa porque nosotros estamos muy abiertos a sumar. Podría también él ser un dirigente que uno viera en este acuerdo. Julio Cobos tiene hoy una situación muy problemática, porque, institucionalmente, es el vicepresidente de la Nación. Todos sabemos que no es oficialista, que no es kirchnerista, y que tiene múltiples dificultades y disidencias, pero es muy difícil para él actuar en las elecciones siendo el vicepresidente de este gobierno.

—No le pido que especule sobre las elecciones de 2009 sino sobre las de 2011. ¿Cree que las dificultades que genera Carrió y las que él mismo tiene harán que finalmente se acerque al PRO o que logre recomponer sus relaciones con la Coalición Cívica y con el radicalismo?

—No me animo tanto a decirlo porque tampoco conozco cuán profundas son esas dificultades.

—Imaginando que Macri compita por la presidencia en 2011, ¿en qué puesto usted se siente más útil? ¿Uno ejecutivo, como jefa de Gobierno de la Ciudad, o legislativo, como vicepresidenta de la Nación?

—Con la mirada de hoy, que puede ser distinta de 2011, me gustaría darle continuidad a nuestra gestión acá.

—¿Es cierto que de diciembre de 2007 a noviembre de 2008, el primer año de gobierno, de las 43 sesiones de la Legislatura usted no presidió 40, y que de hecho Diego Santilli, el presidente del bloque del PRO en la Legislatura, preside el cuerpo?

—Totalmente correcto.

—¿Por qué?

—Tengo mucha tranquilidad sobre eso. Si no, no lo hubiera hecho así. Cuando se hizo la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires, en 1996, hubo una de esas típicas negociaciones de la política, y como Aníbal Ibarra iba a ser el vicepresidente primero de la legislatura, en la Constitución sacaron todo el poder real que el vicejefe de Gobierno tenía como presidente de la Legislatura, y le dieron todo el poder real, tanto el parlamentario como el administrativo, al vicepresidente primero. Entonces, si yo cumpliera sólo lo que dice la Constitución, lo que tendría que hacer es ir los jueves sólo a presentar proyectos que votan los 60 diputados, no a tener alguna participación, salvo en caso de empate. Pero no tener ninguna participación ni en la labor parlamentaria, ni en la prelabor ni en el manejo administrativo. Nada. Simplemente a presenciar la sesión y a presentar los proyectos para su votación. Y volver el otro jueves, y estar tranquilamente sin hacer nada más que reemplazar al jefe de Gobierno cuando se va. Se imagina que cuando asumí esta responsabilidad no me sentí para nada cómoda pensando que podía hacer eso. Entonces, hicimos una modificación de la Ley de Ministerios y pusimos debajo de la vicejefatura áreas de gestión de Gobierno, y yo tengo muchas áreas de gestión a cargo mío: el área de Derechos Humanos, el de Discapacidad, el consejo Plan Estratégico de la Ciudad, el organismo que se dedica a hacer las relaciones entre el Poder Ejecutivo y el legislativo y los organismos de control. Me estoy olvidando varios, el Programa Bicentenario. Y trabajo todo el día en eso.

—Y si fuera legisladora, sí podría ser vicepresidenta primera.

—Sí, y ahí sí tener el poder real de la Legislatura. Ahí sí uno conduce.

—¿Y que haría Santilli, quien no puede ser legislador porque ya lo fue dos veces?

—Tuvo una primera conversación con Mauricio la semana pasada en la que ni siquiera se asomaron a ese tema. Creo que hablaron más de estrategia política general, pero Diego está en nuestro espacio desde el día uno, y, seguramente, va a tener un lugar importante en el equipo.

—¿Qué ve en Reutemann?

—Creo que es muy lógico que se haya ido del bloque oficialista porque su posición en Santa Fe, en relación con la representación de la gente de campo, se hacía imposible. Me parece que las posiciones que el Gobierno está teniendo en relación al sector del campo son tan inexplicables y tan irracionales que es absolutamente disparatado que él pensara que iba a poder representar a esas personas, que la mayoría vive del campo.

—¿Reutemann le ganará al candidato de Binner en octubre, como indican las encuestas?

—Es el dato que hay. No conozco la política de Santa Fe.

—¿Le gusta más Reutemann o Binner?

—No los conozco. Me parecen muy respetables, no le podría decir que uno más que el otro.

—¿Y Solá empata con ellos?

—Sí, también me parece una persona absolutamente respetable. Los conozco muy poco a los tres, pero me resultan dirigentes que tienen límites, sensatos, razonables.

—Si Reutemann ganase, ¿cree que se presentará como candidato a presidente en 2011, o no descartó esa posibilidad sólo para estar mejor posicionado en las elecciones de este octubre?

—Yo creo que él, intuitivamente, va a ser candidato a gobernador.

—Reutemann tendrá casi 70 años en 2011, mientras que Macri tendrá 52; Carrió y Cobos, 55; De Narváez, 57, y Solá, 59. ¿Tras Obama y la idea de cambio, la juventud importa más?

—No lo veo (a Reutemann) como una persona que sienta que no tiene la energía para ser presidente. Me parece que el suyo es un tema de personalidad, centrada en los temas de Santa Fe. Siempre ha estado muy metido en su provincia, y por eso, digo intuitivamente, que quiere enfocar eso. Pero sí creo que hay temas generacionales en la política, y que incluso se está dando en el mundo entero la característica de que ahora se eligen presidentes más jóvenes.

—¿Hay un romance platónico entre Reutemann y Carrió? Ella dice que “el ‘Lole’ es lindo”, y él dice, públicamente, que “tiene una relación personal con ella, desde hace 20 años” y que “la admira”. ¿Qué le indica su instinto femenino?

—¡Un romance platónico! ¡Qué bueno! Ja, ja.

—Ambos se tiran flores públicamente.

—Se deben apreciar mucho, y me da la impresión de que ahí también juega la cuestión de las personas que vienen del interior. Eso acerca. Evidentemente, tienen una muy buena relación

—¿El deseo máximo de Carrió es que la fórmula del 2011 sea Carrió-Reutemann?

—Sí, lo he escuchado.

—Así como no cree que Reutemann desee ser presidente, ¿también descarta que desee ser vicepresidente?

—Yo no descarto nada, pero me da la impresión de que él tiene mucho más foco sobre Santa Fe. Pero esto no quiere decir que en algún momento no mire más allá y, como dijo en ese momento, quiera ser candidato a presidente.

—¿Qué pasó con la renuncia de Jorge Macri, primo de Mauricio, al frente del PRO en la provincia de Buenos Aires?

—Jorge tuvo una charla personal con Mauricio la semana pasada y a partir de esa reunión había pedido correrse del partido un tiempo. Quedamos con Mauricio en que me iba a contar más en detalle cuando volviera, y Jorge también se fue de viaje.

—¿No le parece sintomático, justo después del acuerdo con Solá y De Narváez?

—En el momento en que me lo comentó Mauricio pensé que tenía que ver con eso, pero otras personas del partido dicen que eran temas personales.

—¿Quedó enojado Francisco De Narváez por cómo se hizo el acuerdo con Solá?

—No. Lo llamó el mismo lunes a la mañana a Mauricio con una actitud muy positiva, diciéndole que estaba muy de acuerdo con lo que había hecho, que era una buena jugada y una muy buena iniciativa.

—¿Por qué De Narváez tendría que cederle el primer lugar en la lista a Solá si en las encuestas él mide mejor que el ex gobernador?

—No sé, en esas cosas prefiero no meterme porque son temas que van a ser una discusión muy delicada, muy propia de las reu-niones que ellos vayan teniendo. Es una cuestión de ellos y la Provincia.

—¿Por qué Duhalde descarta internas para saber quién encabeza las listas bonaerenses del properonismo? ¿Las internas beneficiarían a De Narváez?

—Los que dicen que no se puede hacer internas hacen referencia a que no sería un partido el que las está haciendo, sino una cosa más amplia, y se estaría fuera de lo institucional o del marco jurídico que el sistema de partidos políticos tiene. Y eso es verdad.

—¿Le gustaría que el partido que integra resuelva las candidaturas por internas?

—Sí, en el mediano plazo, cuando estemos constituidos con mayor cantidad de dirigentes. Hasta ahora, ha sido todo por consenso porque somos pocos. Pero hay que tender a eso, y hay que lograrlo en todos los partidos políticos.

—¿No le pasa a Solá lo mismo que a Carrió? Son conocidos por todo el mundo, pero también por eso tienen alta su imagen negativa; y a De Narváez le pasa lo mismo que a usted: son conocidos por menos gente pero tienen, también por eso, bajísima imagen negativa.

—La imagen negativa, obviamente, se adquiere a través del tiempo, cuando la gente nos puede ver actuar, y ver si le gusta lo que hacemos y no hacemos. Los que somos más nuevos estamos más beneficiados con esa situación.

—En el reportaje anterior me contó que tenía pensado votar para presidente por Carrió en las elecciones pasadas ¿Votó por ella?

—No, porque el partido decidió que apoyábamos a López Murphy y lo voté.

—Un antecedente de disciplina partidaria. Sobre Carrió dijo en diciembre pasado que ella era “muy personalista y más sesgada que yo en la construcción política, y por eso estamos en espacios diferentes”. Pero Carrió sigue repitiendo que con usted va a cualquier lado. ¿Carrió la quiere más a usted, que usted a ella?

—Yo tengo un respeto muy importante por ella, y además le tengo aprecio. Más allá de que a veces me enojo y me da bronca alguna de las cosas que hace, creo que es una persona muy valiosa para el sistema político argentino. Lo que me distancia es que limita demasiado las posibilidades de construcción, y cuando ella etiqueta de una manera tan rápida y facilista situaciones que son un poco más complejas, y que además, están compuestas por personas muy razonables, que no tienen cuestionamientos éticos o de deshonestidad, que son las cosas en que ella hace tanto hincapié. Ahí me da un poco de bronca. Me parece que ella, en ese punto cierra un poco, las puertas y las posibilidades de vínculos.

—Después de un año de ejercicio del poder, ¿su visión del gobierno de Telerman, y de Telerman, es la misma o es mejor?

—Siempre dije que Telerman tuvo una diferencia con el gobierno de Ibarra. Intentó generar una dinámica de solución de problemas en la gestión que no existía en el gobierno anterior. El tiempo que tuvo para mostrar eso y la falta de poder político que tenía, más en el desorden en que se hizo esa gestión, creo que le quitaron la entidad que podría haber tenido. No encontramos situaciones de corrupción de su gobierno, por ahí estructurales, pero no de su gobierno, pero sí un desorden en las cuentas, atrasos en los pagos que tuvimos que corregir, cosas que fueron complicadas.

—¿Le gustaría que Telerman se sumase al PRO-peronismo?

—El ya ha definido un proyecto más localista. Me da la impresión de que tiene puesta la mirada en conformar un proyecto para la Ciudad de Buenos Aires. No lo veo con aspiraciones a una transformación del país.

—Hace pocos meses, al cumplirse un año de su gobierno, dijo: “Con Mauricio (Macri), pecamos de una mezcla de voluntarismo y soberbia”. ¿Qué fue voluntarismo y qué soberbia?

—Voluntarismo por esto de pensar que con el trabajo de 14 horas por día, incluyendo los fines de semana, podríamos tomar más rápidamente el timón al barco. Ahí había un exceso de voluntarismo, porque por más que trabajáramos 14 horas por día y los fines de semana, y noches, y a veces a cualquier hora, lo cierto es que nos costó mucho los primeros meses tomar el timón del barco. Y soberbia es un poco la misma cosa.

—¿Subestimaron problemas?

—Subestimamos. Un poco por la falta de experiencia que el equipo tenía. Y también subestimamos los problemas que tenía la Ciudad. Los atrasos de pagos son de esas cosas por las que después cuesta muchísimo arrancar una gestión y lanzar licitaciones, y que los proveedores quieran presentarse a las licitaciones.

—¿Es Nicolás Caputo el gran contratista de la Ciudad y, a la vez, una especie de jefe de Gabinete de Macri en las sombras?

—Es un amigo personal de Mauricio desde la infancia que ha colaborado con este proyecto desde el día uno, y que ha apoyado a Mauricio permanentemente, porque es una de las personas de su mayor confianza. Nicolás ha colaborado no sólo con apoyo afectivo, intelectual y de cercanía emocional con Mauricio, sino también con el financiamiento de este proyecto con su propio patrimonio. Es un empresario que tiene con la Ciudad de Buenos Aires apenas, no sé, dos o tres obras menores. Y son cosas que quedaron de licitaciones de gobiernos anteriores, ni siquiera en el nuestro. Una licitación en el gobierno de Ibarra, creo, y otra en el gobierno de Telerman.

—¿Fue usted la artífice principal de que Macri decidiera no ampliar las concesiones del juego a Cristóbal López?

—Fui una de las personas que junto con Marcos Peña, Diego Santilli, Horacio Rodríguez Larreta consideramos que era una situación muy delicada. Si bien con su lógica Mauricio la planteaba al principio, también él terminó absolutamente convencido de que no era lo que tenía que hacer para tratar de tener más dinero para el presupuesto de la Ciudad de Buenos Aires.

—Usted comenzó su carrera como asesora de la Comisión de Gestión Internacional de la Gobernación de la provincia de Buenos Aires entre 1989 y 1991. Luego ingresó a la Subsecretaría de Industria entre 1996 y 1998, y a la de Comercio Exterior del Ministerio de Economía entre 1998 y 1999. En enero de 2000 fue nombrada directora de Negociaciones Comerciales Internacionales del Ministerio de Economía, hasta julio 2001. Y trabajó para el BID y el Banco Mundial entre 2002 y 2003. ¿Por qué siendo una especialista en las normas de la Organización Mundial de Comercio, nunca se refiere públicamente a temas económicos?

—Porque al estar muy metida en la política y en el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires hace que esos temas no sean trascendentes. Es una discusión que tiene mucho más que ver con la política nacional.

—¿Hablar de economía la haría lucir más fría?

—No tengo ningún temor en opinar de esas cosas, pero me parece que me tengo que ocupar de la ciudad y de la gobernabilidad de la ciudad, pero si me preguntan de economía y de comercio internacional, por supuesto que puedo opinar.

—¿Cómo ve esta crisis mundial que estamos atravesando?

—Con mucha preocupación, porque siento que todos los economistas están bastante desconcertados y perdidos en términos de qué es lo que significa esta crisis a futuro, cuánto va a durar. No se encuentran muchos parámetros ni coincidencias, y todo el mundo dice que es una crisis diferente, y vamos a tener que pilotearla sobre la coyuntura. Va a ir cambiando y no se puede planificar. Todo el mundo dice “no planifique demasiado estrictamente, porque en lo que planifique muy rígido se va a equivocar”. De cualquier manera, confío, por ejemplo, en la visión que está teniendo Obama del tema, en apoyarse un poco en lo que es la referencia de la crisis del 29, y poner otra vez al Estado en juego para volver a una lógica de mercado de mayor control, lo que no implica pasarse al otro lado tampoco.

—¿La crisis termina en 2009 o sigue en 2010?

—Creo que el año próximo todavía va a tener consecuencias.

—¿Habrá un crecimiento del proteccionismo?

—No. Creo que exista la posibilidad y la oportunidad de algo intermedio, que no sea el boom de la especulación infinita, que termina en lo que terminó, como creo que también tenemos ya la experiencia de un control excesivo, nos permite pensar que habrá una cosa más en el medio.

—¿Cuál es su pronóstico sobre la crisis en la Argentina?

—A partir del segundo semestre se va a sentir de manera más contundente en el descenso de las exportaciones. Muchas empresas están teniendo cortes en las demandas del exterior brutales. No es que les dicen “te compro un quince por ciento menos”. No, “no te compro nunca más nada”. No sé qué va a pasar.

—¿Cómo notan en la Ciudad la recaudación?, ¿qué pasó en enero y en febrero?

—Hay síntomas de que va a caer, no tiene el mismo crecimiento que el año pasado de mes a mes ni en relación a enero del año pasado.

—¿Cuál fue la recaudación de enero de este año respecto de enero del año pasado?

—El crecimiento en el mes de enero fue sólo del 7 por ciento. Número que indica una tendencia significativa a la baja, sobre todo teniendo en cuenta que los impactos concretos de la crisis internacional van a comenzar a sentirse mucho más fuertemente en el mes de marzo.

—Como experta en comercio internacional, ¿cómo resolvería el conflicto por las retenciones?

—El campo está en una situación a la que se suma la caída de los precios internacionales y la problemática del clima. Ese dinero tiene que quedar en la actividad agropecuaria para poder seguir teniendo la vitalidad que nos ha dado en los últimos años. Suspendería las retenciones y luego, en diálogo de verdad, sin tratar de desunir, de jugar a la política confrontativa con las entidades del campo, empezar a hacer también transferencia de recursos a las provincias no sólo a las que apoyan en las elecciones. Hacer una política transparente sentando a todos los gobernadores. Es un momento de consenso y de regionalizar, y de ver cómo hacemos para que no sea lo político electoral lo que defina la política con el campo, sino la posibilidad de crecimiento de la Argentina y de las distintas regiones.

—¿Biolcati fue traicionado por De Vido y su prestigio como dirigente quedó herido de muerte?

—Eso depende mucho de la confianza que se tengan entre ellos. Escuché a Buzzi hablar de que por más que Biolcati se haya reunido con el ministro de Planificación, a la mesa y a las entidades no les complicaba para nada su unión.

—¿Biolcati sobreactuó su desmentida de la reunión con De Vido al ironizar sobre lo publicado por “Página/12” (el diario que dio la primicia de esos encuentros el domingo, pasado)?

—El comportamiento de la dirigencia del campo es de las mejores noticias socioculturales que hemos tenido. Más allá de tener históricamente diferencias muy importantes, verlos como han trabajado en conjunto, tener cautela todo el tiempo, manejar lo fragmentado que es esta cuestión de las representaciones del campo en el interior…

—¿A Minguens le hubiese pasado lo mismo?

—Está bien, antes estaba Miguens, ahora Biolcati, pero nos han dado muestras como dirigentes de que pueden actuar de una manera distinta de lo que venimos viendo en la dirigencia.

—Usted contó en reportajes anteriores que al principio, más de una vez, terminaba llorando por discusiones con Macri, y tiempo después él bromeaba: “¿Ves? Al menos ya no te hago llorar”. ¿Por qué lloraba al principio?

—Llorar suena como muy dramático, era como una cosa de angustia en la vehemencia de la discusión, y medio que se entrecorta la voz. Yo era presidenta de un bloque de legisladores muy complicado, con diferencias internas muy difíciles de saldar. Fue una inexperiencia absoluta como fuerza política de haber considerado sólo el plan A, que era ganar y dejar la Legislatura que sea lo que Dios quiera. Lo que me complicaba mucho en la relación era que sentía que él (Macri) no terminaba de entender, yo estaba emocionalmente muy involucrada con la complejidad de lo que era manejar esa situación y presidir un bloque de legisladores sin haber tenido experiencia política, meterse así como en la pileta de una sin saber nadar. Trataba de explicar la complejidad de todo eso, y Mauricio no lo veía tan complejo, y lo simplificaba. Era como estar uno fuera de la hoguera, y yo ahí adentro. Esa era la diferencia y la situación emocional que nos complicaba.

—¿No teme ser un equivalente de lo que fue Graciela Fernández Meijide para De la Rúa y que le suceda algo parecido?

—Tengo mucha conciencia de que eso puede pasar, y de que no tiene que pasar. Son las cosas de las que tendremos que aprender para no volver a cometer los mismos errores. Por eso, yo hago tanto hincapié en que uno no tiene que poner el carro adelante del caballo y estar todo el tiempo pensando en ver cómo llego a tal lado, sino en tener consistencia, en ganar solidez, capacitarse mejor.

—Gabriela Cerruti, quien de alguna manera la precedió en su cargo, dijo que usted es “la gran encubridora de Macri y la que le pone el discurso ideológico para el otro lado”. ¿Qué piensa de esa afirmación?

—Que son chicanas, títulos para que peguen en un diario. Y no tengo ninguna intención de entrar en una pelea tan menor.

—¿Usted le aportó a Macri un componente vital para su cambio de imagen y para llegar a una mayor cantidad de gente?

—Una cosa es aportar, y yo sé que aporto, que quiere decir sumar, que quiere decir poner sobre la mesa las capacidades que uno tiene, la energía, las ideas, y otra cosa es blanquear o encubrir, porque eso implicaría que Macri es malo, que no es una persona que tiene verdadera vocación política, sino otros intereses. Da la impresión, digamos, de estar hablando de un político al que hay que encubrirle cosas.

—Todas las personas tienen zonas queribles y zonas no queribles.

—Yo no encubro nada, porque Mauricio es lo que es, un tipo de una franqueza, de una autenticidad que a veces es como brutal. No tiene filtros ni anda especulando con qué va a decir y qué no va a decir. Una de las características más claras de Mauricio es que muestra lo que es.

—No es diplomático.

—Es absolutamente directo, y en ese sentido yo trato de ser también como soy. Lo que sí pasa es que él aporta una manera distinta de ver las cosas, proviene de una profesión diferente. Pero no que uno encubre las aristas negativas del otro. Creo que somos los dos muy auténticos en eso.

—¿Percibe que en el imaginario colectivo constituyeron una pareja política en la que usted aportó bondad y dulzura y Macri eficacia y acción?

—Sí, absolutamente. Somos un equipo. Es un manera de presentar lo que pasa adentro del grupo. Es la conformación del PRO, esta cosa muy plural, pero que tiene dos componentes: tratar de tener una mirada sobre el rol del Estado, y que la presencia del Estado en la cosa pública sea realmente sana, que aporte a las personas con mayor dificultad de tener oportunidades, poder ponernos en ese lugar, y a la vez la eficacia de que la gestión tenga dinamismo.

—¿Pensó que parte de la buena imagen de Gabriela Michetti también es el resultado de que Macri le hace de pararrayos porque los atributos negativos que toda persona tiene –y usted también– Macri los absorbe, es un imán de todos los prejuicios negativos?

—Está bueno. No lo había pensado así. Siempre digo que es un dirigente político al que se le ponen muchas más lupas que al resto. Las cosas que no se le exigen a otros, a él se le exigen diez veces. Hay una tendencia de buscarle a Mauricio a ver qué hizo mal, dónde está el defecto, y no reconocerle muchas de las cuestiones que han sido buenas.

—“Soy una persona que funciona mejor si está en pareja”, repite en cada reportaje. ¿Y, para cuándo?

—Recién ahora estoy como más tranquila, con un duelo más elaborado en relación a mi separación.

—¿Hace cuantos años?

—Tres años ya.

—El duelo, para Freud, llevaba tres años.

—Entonces, supongo que es el primer paso como para que la posibilidad se dé.

—En 2011, si le tocara ser la jefa de Gobierno de la Ciudad, ¿sería más productiva en su función estando en pareja?

—Probablemente estaría más feliz, y al estar más feliz creo que todo uno lo hace mejor, ¿no?

—La pregunta es si ayuda una pareja, en situaciones de mucha exigencia.

—Ayuda muchísimo porque cuando uno está tan expuesto y tiene responsabilidades que están a alto nivel, en una situación de poca institucionalidad, en un clima bastante hostil, y esta cosa de que lo fenomenizan los medios y lo ponen allá arriba, y en una de esas cualquier error, cualquier cosa que lo corra un poquito de la expectativa, bueno… Todo eso hace que, cuando se está acompañado, ayuda mucho más.

—¿Cómo imagina a su próxima pareja?

—Me gustaría que fuera un hombre con mucho humor, espíritu de ánimo y seguro de sí mismo. Esas cosas son las que te alimentan y te pueden sostener en situaciones de más debilidad o de cierta vulnerabilidad que uno tiene en estos lugares. Obviamente, inteligente, y con alguna formación intelectual.

—Ideológicamente, ninguna preferencia.

—No.

—Que sea tolerante.

—Sí, sí.

—¿En qué ocasiones elige soltarse el pelo y por qué?

—Ja, ja… En muy pocos momentos, porque me resulta muy incómodo, tengo una dificultad para…

—Se lo puede cortar.

—No, porque no me gusta el pelo corto. Entonces, así esta largo, pero no me jode.

—¿Qué dice su hijo Lautaro, ya de 16 años, respecto de la pareja?

—Me lo dijo en la comida de Fin de año: “Mami, este año vos tenés que tener novio”. Está convencido, además, como se acaba de poner de novio, ahora me quiere ver a mí en la misma situación.

—Leí que se está analizando.

—Hace un año y pico que empecé, para poder responderle a ud. mejor las preguntas.

—En el reportaje que le hice el año pasado contó que el cardenal Bergoglio le recomendó analizarse.

—Sí, así fue. Y gracias a eso ahoro no mojé la camisa con transpiración por nervios como el año pasado cuando usted me hizo el primer reportaje.

—¿Qué fue apareciendo en esa experiencia de autoconocimiento que es el análisis?

—Fundamentalmente, una pulsión muy fuerte a la autosuficiencia.

—¿A bancarse el dolor?

—Claro, es terrible.

—¿Tiene que ser más humilde y reconocer que se necesitan mostrar más debilidades?

—Sí.

—¿Algo de narcisismo?

—No tanto, pero una fuerte incapacidad para pedir ayuda, de compartir a veces la imposibilidad, la debilidad. Es decir, siempre aparecer fuerte, que se puede con todo, que uno no tiene caídas, ni de ánimo ni de…

—¿Analista hombre o mujer?

—Hombre.

—¿Y qué pasa con la ansiedad?

—Sí, está muy conectado con la cuestión de la autosuficiencia, también de tener una necesidad de hacer y hacer y hacer, y una pulsión por la acción permanentemente, y mucho menos por la reflexión.

—¿Obsesiva?

—Sí, totalmente. Salieron esos temas y me ha ayudado muchísimo. Por ejemplo, yo tomaba un poco las hostilidades y agresiones que tiene este ambiente, como lo de Gabriela Cerruti, de una manera muy personal, ponía mucho el cuerpo, me angustiaba mucho de verdad, y hoy, elaborado, relativizo esa situación, trato de ponerlas un poco más en el afuera y de no volverme loca por esas cosas, entender desde qué lógica se hacen y no estar todo el tiempo pensando qué hago para que esto no suceda, qué hago para que todo el mundo…

—¿La quiera?

—Claro. Como que lo empecé a manejar mucho mejor, y también, paralelamente, lo de la reflexión, los tiempos para pensar y ser un poco más estratégica que pura acción y pura voluntad. Me ha ayudado un montón. Ahora tengo mucho más aceptado, con serenidad no con angustia, que en la política habrá un sector de la sociedad que no me va a querer, y que no está de acuerdo, y que cuando son personas confrontativas, golpean todo lo que pueden.

—Cuándo se ve por televisión, ¿percibe exceso de gestos en su rostro?

—Es así.

—Los expertos en televisión dicen que hay gente a la que quiere la cámara y gente a la que la cámara no quiere. ¿A usted personalmente le gusta cómo sale en cámara?

—Siempre me noto muy acelerada. A pesar de que en los últimos tiempos un poco he mejorado, todavía me queda un trecho.

—¿Cómo evolucionó de su operación de columna de julio pasado?

—Muy bien. El problema neurológico que tiene la médula por haberse lastimado en el accidente genera dolor crónico, pero los niveles que estoy teniendo ahora son moderadísimos al lado de los que tenía.

—¿En qué cambió su calidad de vida la operación?

—Fundamentalmente, en poder dormir tirones de 6 o 7 horas tranquila. Antes, cada media hora, 40 minutos, me despertaba con puntadas terribles en las piernas.

—Eso debe cambiar la vida completamente.

—Cambió un montón. Algunos me han dicho que en la expresión de mi cara se nota mucho la diferencia.

—¿Qué siente al ver imágenes del presidente de los Estados Unidos Franklin Delano Roosevelt en su silla de ruedas? ¿Si él llegó a comandar a su país en guerra victorioso y ser el único presidente norteamericano elegido tres veces (en 1933, 1937 y 1941), yo también puedo?

—Ja, ja, ja… Lo de Roosevelt, la verdad, desde que estoy en silla de ruedas me da una empatía particular. Yo estudié mucho a Roosevelt en la facultad, cuando hubo que estudiar Relaciones Internacionales. La verdad es que me parece un tipo muy valioso, muy respetable.

—Le da coraje su historia.

—Yo soy medio corajuda de por sí.

—Felipe II fue el primer mandatario que utilizó silla de ruedas, lo que no le impidió en el siglo XVI ser rey de España durante 42 años, además de reinar por casamientos temporalmente en Portugal y Inglaterra, y haber comandado el primer imperio global de la historia. ¿Leyó historia de grandes personajes que usaron silla de ruedas?

—Sé muy bien quien fue Felipe II pero no sabía lo de la silla de ruedas.

—¿La discapacidad motriz puede aumentar el desarrollo de otras capacidades, como las mentales o emocionales?

—Los primeros años después del accidente, hice como que no había habido ningún accidente, y tal vez no capitalicé demasiado eso que dice que pasa en una situación límite.

—La negación es el primer estadio del proceso de duelo.

—Eso fue lo que me pasó. Lo que sí empecé a notar es que debe haber alguna conexión entre haber sorteado esa dificultad y la facilidad que tengo para entender desde dónde me habla el otro, para ponerme en su lugar.

—¿Se tomó vacaciones?

—Hace un año y medio que no me tomo vacaciones.

—¿Cómo cree que van a impactar en la opinión pública las vacaciones que Macri se tomó en Londres?

—Me parece que son necesarias. La verdad es que el nivel de trabajo que le estamos poniendo a…

—Pero usted no se tomó vacaciones.

—Pero me las voy a tomar, porque si no, no llego. Uno se termina quemando la cabeza.

—¿La llama Macri diariamente desde sus vacaciones para estar al tanto de lo que sucede y, eventualmente, aconsejarla?

—Diariamente, no. Me llamó cada dos días, más o menos, y me pregunta como está todo, cómo va la cosa, si necesito algo.

—¿Qué piensa de que cada vez que Cristina viaja al exterior, desde el kirchnerismo se reducen al máximo las posibilidades de Cobos de ejercitar a su cargo la Presidencia?

—Me parece tan chiquito, tan miope. Son cosas que lastiman al cuete. ¿Qué sentido tiene?

—Como mujer, ¿se siente decepcionada por el papel de Cristina Kirchner como Presidenta representado al género femenino?

—La manera en que ella ejerce la política no cambió. Siempre fue más confrontativa de lo que somos las mujeres. Pero le encuentro una explicación. Es que Cristina, Lilita se metieron en esta actividad en un momento en el cual las mujeres tenían que hacerlo muy a los empujones. Entonces es injusto decir que son más confrontativas que Gabriela Michetti cuando se compara, porque a mí me tocó otra manera de entrar, y eso impacta en la manera que después termina generando su liderazgo.

—¿Como la primera generación de feministas en los 50?

—Sí, por lo menos las que ocuparon roles importantes en la política argentina. La mujer, cuando ellas estaban, tuvo que pelear por el cupo, por muchas cosas.

—¿Ser mujer es hoy en día una ventaja en términos electorales?

—Depende de si la sociedad ve que si hay mujeres se agrega un valor, como esto de la empatía o la posibilidad de integrar, incluir, los largos plazos, mirar más la cosa estratégica y no tanto la coyuntura. Si eso se pone en juego, si va a ser un valor adicional, y va a ser una posibilidad tener una ventaja. Mientras eso no se vea como un valor adicional, ¿por qué sería un beneficio ser mujer?

—¿Nota que en el electorado hay una búsqueda continua de cambio? En los Estados Unidos el Partido Demócrata propuso una mujer y una persona de color. ¿Hay una tendencia mundial por hacer realidad lo que antes no era?

—Puede ser que exista la necesidad de sencontrar cambios y transformaciones porque lo otro no dio resultado, y puede ser que tenga una atracción particular.

—¿Hay algo, sobre lo que no le haya preguntado, que desee agregar?

—No, no.

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Domingo 22 de Febrero de 2009
Año III Nº 0341
Buenos Aires, Argentina