Perfil.com

PERFIL.COM Google
política

Entrevista a Sandra Mendoza

“Capitanich va a pagar un alto costo político por ser poco hombre”

La mujer del gobernador chaqueño se hace notar, esté donde esté. Flamante legisladora, cuenta las intimidades de una relación tormentosa y de sus furiosas reacciones.

Por Jorge Fontevecchia

Aire fresco. Asumió su banca de diputada, está separada de su marido y, por orden judicial, sólo puede ver a sus dos hijas (de 15 y 11 años) con compañía familiar.

—Dijo que no veía a sus hijas desde hace treinta días, por una disposición de la Justicia del Chaco y que no le gustaría que su marido las tomara de rehenes. ¿Cómo es eso?

—Primero, que mi domicilio conyugal no es Chaco, es Capital Federal. O sea que, desde el vamos, está mal esto.

—¿Sus hijas están en Buenos Aires?

—Y yo también, y con mi familia vivimos toda la vida, desde el ’97, en Godoy Cruz. Creo que es un abuso de poder, que no es independiente…

—¿La Justicia del Chaco?

—Sí.

—¿Quién le impide ver a sus hijas?

—Una jueza del Chaco. Yo desconozco todo lo que se haya hecho en el Chaco porque no corresponde a la jurisdicción.

—¿Le prohíben acercarse a sus hijas?

—Sí. Capitanich, incluso, tiene una medida de que no me puedo acercar a doscientos metros de él. Lo cual me parece de poco hombre y realmente un abuso de poder extraordinario.

—¿La misma jueza le dio esa medida cautelar?

—No, la de la Fiscalía Nº 1, que es la doctora Feldman. Estoy iniciando causas separadas. Cerré la causa en 2003. Después, como perdió, volvió y tratamos de recuperar la pareja. Y de pronto, fui la mala de la película simplemente por bajar a defender, pues voy a defender a cualquiera. No tolero la represión ni la violencia.

—A ver si entiendo: ¿la causa de 2003 fue cuando por primera vez Capitanich inició una demanda de divorcio? ¿Y “cuando perdió”, se refiere a su primer intento fallido de ser electo gobernador también ese año?

—Sí y cuando perdió no tenía poder, presentó un escrito en el que le pedía perdón a Dios, a mí y no sé a quién más, por los daños que me había causado.

—Y respecto de sus hijas, esa jueza, ¿qué dispuso? ¿Que Ud. no las puede ver?

—Es irrisorio, porque las puedo ver si están mi mamá y mi hermano Rodrigo. Y mi mamá y mi hermano Rodrigo viven en el Chaco. Y aun así, vinieron al juramento. Cuando fue mi juramento, el 3 de diciembre, estaban mi hermano y mi mamá, que tiene 75 años.

—Si Capitanich está en el Chaco, ¿sus hijas viven sin ninguno de sus dos padres?

—Prácticamente viven solas, que es lo que yo presenté como defensa. Viven con una tutela de una persona extraña y custodia. La verdad que de padre, no tiene nada bueno.

—Entonces, ¿Ud. puede ir a visitar a sus hijas acompañada de su madre y de su hermano, pero no sola?

—Y aun así desobedecieron a la jueza, porque tenían que estar en el juramento y no fueron.

—¿Quiénes desobedecieron?

—Capitanich, al no mandarme a mi hija, desobedeció a la misma jueza que le dio en récord maratónico una medida cautelar que no tiene validez.

—¿Habla por teléfono con sus hijas?

—Con Guillermina, que es la mayor, sí.

—¿Y con la menor?

—No es que no quiera, al contrario. Se imagina lo que es para una madre que tomen de rehén a dos criaturas y hagan que estén en manos de personas totalmente extrañas. Mire la independencia de poderes que hay. Además, vuelven a desobedecer cuando el gabinete psicopedagógico de la justicia… La jueza no hace caso a la opinión del gabinete de psicólogos del Poder Judicial. Lo que pasa es que yo no apelo porque no es la jurisdicción.

—Ud. tiene estudios relacionados con la medicina, pero su lenguaje se parece más al de una abogada o al de una funcionaria pública. ¿Es por su padre? (N de R: ex presidente de la Suprema Corte del Chaco)

—Yo tengo dos maestrías en Gerencia y Administración en el Servicio de Salud, en Auditorías y Liderazgo en Gestión. El lenguaje, por supuesto, es el de la hija de un juez que ha entablado, y de mucha gana, el hecho de trabajar en beneficio de los ciudadanos, en relación con los derechos humanos. Yo soy militante porque heredé eso de mi hermano Pablo Ramiro.

—¿Su ex marido es abogado y contador?

—No, él es simplemente (sic) contador.

—En un reportaje reciente de Perfil.com, Ud. dijo que Capitanich no es inteligente, sino instruido.

—Sí. Y con esto que le estoy diciendo, sigo sosteniendo no sólo que no es inteligente, sino que además hace daño a las personas, las utiliza de rehenes. Y eso es de poco hombre, de mafia. El lo que tiene de grave es que descree de la psicoterapia. Y, básicamente, tiene una depresión endógena por organofosforados, que también la tuvo el padre. Yo le insistí muchas veces a Jorge con que se hiciera tratar, pero hay motivos que no puedo decir, sino que van a estar en secreto de sumario, ya que, aparentemente, una persona pacífica no es una persona así.

—¿Ese es un diagnótico aceptado por él?

—La historia genética de él… Los Capitanich son suicidas. Tiene que hacerse tratar como le he pedido durante 23 años, sobre su depresión endógena.

—¿No se medica?

—No, él descree.

—¿Descree de las terapias, pero también de la psiquiatría?

—Sí, descree. No toma pastillas. Salvo para adelgazar.

—Públicamente, al menos, la conducta de su ex esposo a veces tiene momentos de euforia.

—¿No es estar deprimido, acaso, estar 23 horas de las 24 en una oficina sin luz? ¿No es estar deprimido salir de ahí e ir a su casa en ese momento, a su residencia y acostarse a dormir? ¿No es estar deprimido no contactarse con la gente más que “hola”, “chau” y “me voy”? Si no, ¿qué es la depresión? Eufórico no es.

—Ahí donde Ud. está sentada, hace dos años estuvo su marido respondiendo durante tres horas las preguntas de este reportaje y no le percibí signos de depresión, sí de una persona con un deseo enorme de demostrar inteligencia y agradar.

—De mostrar protagonismo.

—O sea, lo contrario de la depresión.

—Sí, pasa momentos de depresión y también de euforia. No es normal que ande en un auto a 220 kilómetros por hora, no en las rutas del Chaco. Lo que he hecho por propia iniciativa para ayudarlo, los que lo conocen realmente, lo saben. Alguien que maneja a 220 kilómetros y que rompe… Cada cuatro meses cambia el auto en la Casa de Gobierno para ir a 250. No es muy normal. O tuviste una infancia en la que no tuviste nada y querés tener los mejores autos y probar el vértigo de… no sé. Cuando sabe que tiene una familia y que tiene dos hijas.

—Podría ser lo que los psicólogos denominan “formación reactiva”, un mecanismo de defensa, por ejemplo, una persona que eventualmente tuviera tendencia a la depresión podría precisar automedicarse sintiendo vértigo para alejarse de la depresión.

—El no se automedica.

—Automedicarse en un sentido metafórico. Usando al vértigo como un atidepresivo, con acciones que requieran liberar mucha adrenalina y equilibren su química cerebral.

—De 24 horas, dormir cuatro horas... No, eso no, acá ni en la China.

—¿Siempre durmió cuatro horas?

—No. Fue empeorando con la Jefatura de Gobierno.

—¿A partir del momento en que se convirtió en una figura pública y tuvo poder?

—Exacto.

—Sí él es instruido, pero no inteligente, y Ud. sí es inteligente, ¿en qué marcaría esa diferencia de inteligencia?

—La inteligencia significa que uno puede venir de padres educadores, leer muchos libros, significa la aplicación exacta de la estrategia y la táctica. Sumado a lo emocional. Porque acá también quiero aclararle, porque a veces me mostraron como alguien violenta, que yo de violenta no tengo absolutamente nada. Tengo cuatro fallos favorables contra esa persona. Cuatro.

—¿Se refiere a aquel episodio de hace dos años en la Legislatura?

—Exacto. Yo, fíjese, ni violenta fui. Lo único que pedí es que pidiera disculpas. Porque otra persona, directamente, le pega una trompada. Porque no hay derecho a dañar a nadie.

—Cuando Ud. ve el video cortado, ¿le da vergüenza?

—Me da vergüenza por ellos, porque yo estoy diciendo que la Comisión de Derechos Humanos no se reunía hacía dos meses. Y me salta con que algunas dicen “yo tenía licencia”, y yo nunca fui a averiguar en la Cámara de Diputados si mi oncólogo me daba tres meses de licencia, o seis meses de licencia. Nunca los pedí. Uno tiene que trabajar porque es realmente espantoso. Se siente morir, decaerse, se siente que no es nadie. Ojalá que se invente algo, que no haya más quimioterapia. Le cambia todo, todas las hormonas, lo que uno siempre se cuidó, se descuida. Yo me peleé antes de que se me caiga el pelo para evitar un montón de explicaciones.

—¿Lo que la quimioterapia produce en el cuerpo modifica el carácter, modifica a la persona?

—Yo soy una persona muy, muy tranquila. Pero ante una situación así, no creo que haya alguien que no conteste. Otros contestarían con una trompada. Yo le estoy pidiendo que me pida disculpas porque sólo Dios va a disculparlo. Porque nunca se debe pisar al que está abajo.

—Aun así, cuando hoy ve ese video, ¿le habría gustado haber reaccionado de otra manera?

—No, porque le pregunto a usted cómo reaccionaría.

—No le diría “hija de puta” como Ud. le dijo a la otra diputada. Más allá de lo que la otra persona haga, no se justifica cualquier reacción, por más que se tenga razón.

—Actué ante la violencia y el daño moral que produjo esa persona.

—¿Hoy haría lo mismo?

—Hoy haría lo mismo. Esa persona me pisó, porque no se pisa al que está abajo. No hay derecho.

—¿Qué produce la quimioterapia?

—Fue espantoso porque para que la quimioterapia tenga efecto tiene que bajar todas las defensas. Para mí fue algo inmanejable porque, si usted tuvo la suerte de no tener hongos, tiene hongos por todos lados.

—¿Pierde la sensación de control de uno mismo?

—Incontrolable. Uno dice: “Yo voy a poder salir”. Así y todo, caía en la cama. Caen las defensas y uno no se puede ni levantar. No tiene fuerza ni para levantar el brazo. Y sin embargo, yo me ponía mi gorrita Nike, el jogging y trataba de salir de la cama. Pero además, te cambia toda la alimentación. Lo que antes te gustaba muchísimo, hoy no te gusta.

—La literatura plantea la enfermedad como un intruso dentro del propio cuerpo.

—Sí. Genéticamente, en mi familia tenemos dos patologías muy concluyentes. Una, la diabetes: los cuatro hijos y mi mamá somos insulinodependientes. Y la otra, que la mayoría de mi familia ha muerto por cáncer.

—¿Se podría decir que en su caso, afectada por el tratamiento de la quimioterapia, se aplican los desagravantes clásicos de la emoción violenta, donde la persona no es responsable de sus actos?

—Yo no me considero una persona violenta en ese caso.

—Mínimamente hubo violencia verbal. Ud. insultó a la otra legisladora.

—Ella me insultó peor. Me dijo: “Cancerosa de mierda”. ¿Qué le parece? Cuando uno tiene tratamiento psicológico para poder soportar la próxima sesión de quimioterapia.

—Eso no aparece en el video.

—Ella me insulta sin sentido. La versión taquigráfica dice otra cosa. Está trucado ese video.

—¿Qué pasó en aquella otra situación, cuando usted chocó varios autos?

—Ustedes pueden investigar. Yo una vez sola choqué. Me frenó un auto acá, en Capital Federal, cerca de Las Cañitas. No soy de velocidad. No me gusta la velocidad. Por eso nunca ando con Capitanich. No me gusta y no quiero arriesgar la vida, y más cuando tengo cáncer. Para mí, un minuto… Bueno, onda paz y amor. Disfrutar de aquello que hay alrededor. No tengo características de suicida.

—¿Y qué fue lo que sucedió? ¿Allí tuvo un problema de insulina?

—No, yo tuve una bronca muy grande. Capitanich y yo estábamos invitados a un asado con unos amigos y Jorge sale del despacho y me dice: “Me voy a lo de Silvia”. “Sí, ya sé. De acuerdo, yo ya voy”, le digo. “¿Por qué no vamos ya?”. “No, porque tengo un lío con…”. Porque se había enojado terriblemente con el jefe de protocolo porque al otro día Graciela Ocaña largaba el plan de salud. Y, prácticamente, no estaba programado ir a buscarla ni todo lo que merece un ministro de la Presidencia. Entonces, terminamos de arreglar con el secretario de Jorge y yo el protocolo, organizamos… Y de ahí bajamos.

—Al día siguiente llegaba Ocaña.

—Sí, de hecho eran aproximadamente las 20.00; desde las 11.00 hasta las 20.00 cuando bajo y le digo a la custodia que vayan en su auto, salgo para manejar. Le digo: “Esperá que la saco”. Pero antes ya le había dicho que no me sentía bien porque estaba… Uno siente cuando está con hipoglucemia. Y le digo: “Mirá, Marcelo, no me siento bien”. Subo a la camioneta, avanzo y Marcelo ni pudo entrar a querer sacarme. Y ahí directamente al Hospital Ferrando. En el camino me aplicaron Glucagón y estuve dos horas y media en el Ferrando, pasándome dextrosa. Está en la historia clínica. A las cuatro y media o cinco, me retiro bajo mi responsabilidad. Me voy a bañar y todo normal, y a las siete y cuarto llega Graciela Ocaña y nosotros estábamos esperándola. Hicimos Sáenz Peña e hicimos primero Resistencia, el Hospital Ferrando y después el Sáenz Peña. Y ella lanza el plan de salud familiar que fue el 29 de febrero.

—Volvamos a Capitanich. ¿Vive encerrado, realmente?

—Pero no soy la responsable yo. Si él no va al médico es imposible que yo lo pueda arrastrar. Mire, puede ser multimillonario y se va a pasar las 24 horas sin disfrutar de su vida, sin disfrutar de un café con su hermana, de hablar de cosas. Para mí, la familia… Yo vengo de una familia muy familia, entonces, para mí hablar con mi madre a los 75 años de ella es sabiduría pura lo que yo estoy recogiendo de ella. Y eso es ser inteligente. Tener mucho tiempo para trabajar, hacerlo, ser responsable uno de los actos que tiene, de los dichos que tiene, pero también fundamentalmente, de ser feliz. Porque de qué vale que uno tenga mil títulos, por ejemplo, le digo sinceramente, le doy un caso concreto: Capitanich. Ahora, por ejemplo: asume en el Comfer. No está con mis hijas, no está en el Chaco. O es gobernador del Chaco. Es el problema de Capitanich.

—¿Quiere más de lo que puede?

—El quiere poder y poder, pero no sabe para qué. Porque yo me dedicaría a gobernar bien el Chaco. Y ser, posiblemente, un postulante presidencial en algún año. Pero primero eso. No puedo ser del Comfer. Que, además, me parece poco ético porque no se puede ser en la vida juez y parte. Es su personalidad. De chico tuvo carencias muy grandes y de pronto… Por eso, yo digo que tiene poca calle, porque viene de atender una despensa, de acarrear garrafas a domicilio. Y de pronto se encuentra, primero, casado con la hija de un juez muy famoso y segundo, empezar a tener… Y por ahí no tiene el equilibrio porque no quiere hablar con alguien como… Todos necesitamos herramientas para estar…

—¿Que producen los organofosforados?

—Los organofosforados son los insecticidas, todo lo que se usa en el campo. Es un tema muy común en el campo. Los insecticidas de organofosforados están prohibidos ahora. Pero hace muchos años se manejaban con las manos, prácticamente. Y capaz tenga otra cosa que yo no puedo analizar sin que él vaya a un psiquiatra o a un psicólogo a tratarse.

—Sentirse continuamente con altas dosis de adrenalina ayudaría a un depresivo a combatir el temor de caer en ella.

—Yo no creo que tenga temor. Digo que tiene depresión. Estuve 23 años con él y además genéticamente, vuelvo a repetir, tiene herencia de depresión severa familiar. Lo que sí le ruego a él es que se haga… Es el padre de mis hijos, ¿me entiende? Entonces yo no lo estoy descalificando. Las cosas están. Es la realidad. La realidad hay que enfrentarla de la mejor manera para que no le haga daño a uno o le haga el menor daño posible.

—¿Ud. no está de acuerdo con la declaración jurada que el contador de su marido quería presentar?

—No. Yo presenté una nota en la Cámara y además presenté la declaración jurada porque no condice con los hechos reales. Mire, puedo aceptar cualquier cosa, pero yo no voy a firmar algo que no es correcto.

—¿Las declaraciones anteriores eran correctas?

—De lo que yo sabía, sí.

—¿Y qué cambió en la declaración jurada de este año?

—Nos volvimos pobres, además no aparecen ciertos inmuebles y ciertas acciones que tienen que aparecer.

—¿Y por qué justo este año? ¿Tiene que ver con la eventual separación?

—Sí, yo creo que sí, y yo no voy a firmar porque no es correcto.

—Entonces, bienes que estaban en las declaraciones anteriores no aparecen o perdieron su valor.

—Algunos aparecen con menor valor y ciertos inmuebles no aparecen. Y yo nunca firmé una escritura.

—¿Ud. acusa a su ex marido de insolvencia fraudulenta?

—Se llamará como sea, pero yo no me voy a prestar a eso. Yo quiero algo transparente. De hecho ya está presentada en la Cámara de Diputados.

—Ud. presentó ante la Oficina Anticorrupción de la Nación la suya. ¿Presentó la conyugal con tachaduras?

—La mía y la conyugal también tachada porque no corresponde. Que la investiguen a Fabiana Zamban. La contadora me manda una declaración jurada. La contadora y abogada de él, Fabiana Zamban, que está muy relacionada también con Canal 9 de Resistencia. Me manda en sobre cerrado que esa era la declaración jurada que tenía que presentar acá.

—¿Usted?

—Sí. Cuando empiezo a revisar veo que faltan bienes, que no es lo correcto, y le mando un mensaje de texto: “Yo esto no lo voy a presentar”. Y así presenté una nota en la Cámara de Diputados pidiendo que, además, se mande a la Oficina Anticorrupción.

—O sea, Ud. denunció que eso se lo había preparado la contadora de su ex marido…

—Sí. Y donde dice que hay que rellenar: tachado, tachado, tachado.

—¿Esa declaración jurada es sobre un patrimonio común, suyo y de su marido?

—Mío y de él. Lo que pasa es que hay un fraude conyugal y una declaración a la que yo no me voy a prestar.

—¿Usted está acusando al gobernador de su provincia de presentar una declaración falsa?

—Es que no sé si la presentó todavía. Yo lo que sí sé es que esa declaración no la voy a presentar.

—¿Cómo es su futuro político sin Capitanich? ¿Ud. tiene un proyecto político independiente?

—Sí, totalmente.

—¿Le gustaría ser gobernadora?

—No, no es mi target.

—¿Prefiere ser legisladora?

—Sí. Soy muy de gestionar, de trabajar. Legisladora o un ente en el cual pueda trabajar.

—¿Cómo ve el futuro político de Capitanich en este enfrentamiento con Ud.?

—Creo que va a pagar el alto costo de ser poco hombre. Y el que mucho abarca poco aprieta. Además, me parece que la persona que lo acompañó 23 años no se merecía esto. Tampoco me merecía el maltrato que él ha propiciado gracias a un entornito de obsecuentes.

—¿Se refiere a consecuencias electorales futuras?

—Es su problema. Cada uno se tiene que hacer cargo.

—¿Qué opina el chaqueño medio?

—En la última encuesta hay 28% nada más de intención de voto.

—¿Y sobre Ud.?

—Yo tengo pertenencia en el Chaco. Capitanich utilizó ser gobernador para su ambición de ser presidente. Yo no tengo ambición de ser presidente. Ni lo utilizo, ni utilizo a nadie en la vida diaria.

—¿Cuál es su ambición política?

—Es estar en lugares de gestión y ser algún día, si es que puedo, senadora.

—¿Capitanich está perdiendo popularidad?

—Y, el hecho de que tome de rehén a su hija... Las mujeres y los hombres no perdonan eso.

—De ser así, ¿podría remontarlo?

—Le va a costar. Y yo no hecho culpa a ninguno: es él. Muchas veces se dice: “Es el entorno”. No, pará: yo tengo 46 años y yo elijo mi entorno. Si uno lo que tiene alrededor es lo que eligió porque le hace bien, hay que asumir. No es el entorno. Nadie viene y le pone un revólver en la cabeza y le dice lo que tiene que hacer.

—Ud. dice que construyeron una imagen suya violenta. ¿Quién lo hizo? ¿La oposición del Chaco?

—Pero también operado por la gente de alrededor de Capitanich. A esta altura lo puedo decir.

—¿Sin la participación de Capitanich o con la participación de Capitanich?

—Sí. Capitanich es una billetera. Y algún día que vaya usted, pregunte.

—Supongamos que así fuera. El día 10 de diciembre debutó un nuevo Congreso con la nueva Cámara de Diputados, y fue usted ese primer día protagonista, hablando con un tono fuerte y gesto desencajado. Acá está la fotografía.

—Bueno. Me podrían haber puesto más linda. ¿No?

—Está linda con vestido.

—Por supuesto: si yo soy una persona linda de adentro y de afuera también.

—Más allá de lo estético, Ud. volvió a llamar la atención de todos.

—Así como otros van sin saber el reglamento, aunque pasen tres o cuatro años siguen sin saber el reglamento, yo soy una persona muy estudiosa, y cuando voy a plantear algo es una posición basada en lo que estudié. No teníamos quórum, pero la oposición tenía quórum hasta para elegir la presidencia. Lo que no quita que se violó el reglamento. Al bajar Graciela Camaño, tenían quórum para elegir hasta el presidente. Esta es la verdad de la historia. De allá arriba, de donde uno está, no se escucha. Y Pinky, con todos los movimientos y todo lo demás, no creo que de maldad, pero no miraba para este lado. Era imposible que me den la palabra, le tuvieron que avisar de abajo.

—¿Ud. gritaba porque era la única forma de que la escucharan?

—Y que me den la palabra nada más, era lo único que yo quería. Opinable es… Yo marqué una postura.

—Ud. siempre se las ingenia para que se le preste atención, incluso en su primer día.

—Desde el año 2001 yo estuve en el Senado como asesora de la Presidenta. Tengo experiencia legislativa. Después estuve desde 2005 hasta casi el 2008, tuve experiencia siendo diputada provincial. Tengo una historia de mi hermano, desde muy chica, conociendo todo este ámbito del Congreso. Por ahí es mi forma de ser y ver las cosas. Algunos pueden creerme violenta, pero no soy violenta.

—¿Percibe su histrionismo y deseos de hacerse notar?

—Más que hacerme notar, lo que dice el reglamento lo aplico.

—Fíjese este título de Perfil.com: “¿Por qué Sandra Mendoza será centro de atención del Parlamento que viene?”.

—Sí, lo leí. Pero ustedes tienen que rescatar que alguien diga que se violó el reglamento. Si yo me voy como diputada nacional a jurar, no puedo elegir porque fíjese en el descontrol legislativo que hubo en todos los que duraron hasta el 10 de diciembre.

—Imagino que en Chaco no prestaron atención a lo reglamentario sino que deben haberse dicho: “Mirala a Sandrita, ahí está armando lío ya el primer día en el Congreso”.

—El chaqueño no dice eso.

—¿Qué dice?

—Saben que yo voy a entrar así. Mire todo lo que me costó por bajar para que no repriman más. Yo hoy me preguntaría por qué el gobernador lo tomó como que lo desobedecí. Y bueno, que se haga tratar por el grado de complejidad que tiene. Qué lo voy a deso-bedecer: salvé al gobierno de que les tiraran un muerto. Y les van a tirar un muerto. Pero no por Sandra Mendoza, porque hay serios problemas políticos, de estrategias, de tácticas políticas y en la vida. Si la policía no está cobrando a término, ustedes saben cómo actúa. Esas pobres mujeres… Yo, primera ciudadana, ligo, me rompen dos costillas... ¡Por Dios! Cuando vi que a las mujeres las llevaban arrastradas por un lado y a los bebés los dejaban en la tierra tirados, dije: “Dios mío, esto no puede ser. Yo no trabajé desde el ’98 para un proyecto del justicialismo que haga esto”. Es tal la indignación que tengo, sea quien sea el que esté como gobernador. Tampoco toleré ni una represión durante el gobierno de Roy Nikisch. Pero no dejé como oposición de aprobarle todas las leyes para que pueda gobernar correctamente. Además, el gran problema de la Argentina es que no hay cuadros políticos. Porque no se han formado. ¿Sabe cuál es el gran problema de la sociedad argentina? La sociedad. Porque los políticos no nacemos de un repollo, venimos de la sociedad. Es la falta de formación de cuadros políticos en serio. Y la formación significa estudiar, especializarse en temas y no decir cualquier cosa. Un día nos levantamos y decimos cualquier cosa. Yo considero que me formaron mis padres, mi hermano, vengo de una familia política, soy un cuadro político.

—¿Reparó en que cuando usted hablaba, Kirchner se agarraba la cabeza y Rossi le murmuraba al oído?

—Yo no vi a Kirchner ni a Rossi, pero tengo excelente trato y muchos me preguntan si voy a irme del bloque. No. Yo soy justicialista. Y Kirchner en su momento salió porque lo votaron, nadie quería agarrar, y vamos a decir la historia real, no la historia que podemos inventar, y el poder lo tenían en ese momento los gobernadores. Yo en eso soy muy leal a cuando se filtran en las internas, y creo que el Movimiento Nacional Justicialista debe rever. No estar solamente sino llamar a todos.

—Ud. sostiene que Capitanich usó el prestigio de su familia para construir su carrera política con el objetivo de proyectarse a nivel nacional. ¿Podría explicar en qué su familia lo ayudó a él a ser quién es?

—En todo.

—¿El era radical?

—Peronista lo hace un gran peronista que fue el ministro de Economía más joven de la historia del Chaco: Deolindo Felipe Bittel.

—¿Ud. profundiza la peronización de Capitanich?

—Sí.

—¿Además de contactos políticos, hubo ayuda económica?

—Por supuesto, yo me vengo en el ’88 a especializarme en la Fundación Favaloro. En ese momento estábamos en el Sanatorio Güemes. Además, de entrada yo le dije a Capitanich: “Mirá que yo me recibo y me voy a la Capital”. Y no llega a los 20 años a ser secretario del gobernador Danilo Baroni si no fuera por mi padre. Mi padre, además, lo ayudó muchísimo, y mi madre le daba de comer porque él no tenía para comer.

—¿Fue ingrato?

—Que Dios lo juzgue. Yo no le guardo rencor.

—¿Con su padre trabajó Lilita Carrió?

—Sí. Mi padre era un juez que dio un reportaje recién cuando se retiró del Poder Judicial. Nunca antes. Yo tenía que los jueces hablaban por sus sentencias.

Sigue

—¿Lilita era secretaria del juzgado de su padre o de otro juzgado?

—No me acuerdo mucho porque estaba en Corrientes estudiando, pero sé que dialogaban. Mi papá era una persona que atendía a la mañana como muchos jueces haciendo acuerdos, pero a la tarde se iba a la Suprema Corte y atendía a los ciudadanos y a los jueces comunes. Y además le gustaba, como a mí, ser bipartidista. Bueno, de hecho en Chaco no había otra cosa tampoco. Jamás actuó con rencor con alguien. Y de Lilita pensaba que era extremadamente inteligente.

—Carrió habló muy bien de Ud. y se saludaron muy efusivamente el día de la asunción como diputadas.

—Le agradecí porque había una operación de Capitanich para no dejarme asumir. No sé si se olvidó de los veintitrés años que estuvimos juntos. En un mes Sandra Mendoza cambió todo. Soy la mala de la película. Que se haga cargo de las cosas que él hizo y que las hizo mal. Y bueno, yo no lo voy a perdonar.

—Y respecto de Lilita, ¿cuál es su opinión sobre ella?

—Hay que estar para mantener un partido, ser mujer, tener poder y tener un estilo. Capaz que no comparto el 99% de sus cosas. Pero sí valoro el coraje que tiene, su lucha y su convicción. Yo valoro las personas con convicciones. Equivocadas o no.

—Si se hubiera quedado en el Chaco, ¿podría ser gobernadora? ¿Cree que los chaqueños la quieren hasta ese punto?

—Es considerada como alguien de la Capital, pero eso no quita que podría ser. Tiene muchos adherentes.

—Ud. mencionó a su hermano como uno de sus mentores políticos. Cuando él fue diputado votó en contra de la privatización de YPF y acusó a su esposo de no ser peronista sino neoliberal. ¿Hay una tensión entre su hermano y Capitanich?

—No, Claudio siempre lo ayudó muchísimo. Pero sostenía que era neoliberal.

—En ese momento de conflicto ideológico entre su hermano y su marido, ¿de qué lado estuvo Ud.?

—Yo siempre estuve al lado de Claudio Mendoza. Mi marido aprendió política al lado nuestro.

—¿Qué fue lo que la enamoró de él?

—El gustaba muchísimo de mí, yo venía de un noviazgo muy largo. Totalmente alejada de su mundo. Me llamó la atención que siendo un chico tan joven leyera tanto. Yo vengo de una familia en la que mi papá me hizo estudiar la historia argentina de José María Rosa; a los catorce años me regaló toda la colección. Y me llamó la atención que alguien de esa edad leyera tanto. Después yo me vine acá, él venía los fines de semana a verme, y el 9 de marzo de 1990 nos casamos.

—¿Fue el hombre de su vida?

—No sé si será para siempre, pero hoy por hoy es el hombre de mi vida. Y aparte lo que yo le digo es que yo no puedo pasar a ser de tan buena a tan mala por un hecho.

—¿Es cierto que el primer día que Capitanich la visitó en su casa de soltera se ofreció a lavarle los platos?

—Sí. Yo estaba con exámenes, y vivía con una compañera por aquel entonces. El novio de la compañera que vivía conmigo era compañero de él. Y entonces yo le dije: “No, mirá que tengo que estudiar, que yo tengo examen”. Y Viviana, que era mi compañera, me dice: “Atendelo un ratito”. Y así como estaba, lo atendí.

—¿Lavó los platos él?

—Sí.

—¿No era un hombre machista?

—No, siempre fuimos muy compañeros. Hablábamos mucho. Esto cambió desde que él es gobernador.

—¿Usted es uno o dos años mayor que él?

—Yo tengo 46 y él cumplió 45. Pero además yo soy más madura que él. No tiene calle este chico. Nunca fue a bailar. A mí sí que me gustaba ir a las discos, salir con amigos, ir a las peñas...

—¿El sólo leía libros?

—Quizá la carencia económica que tenía, justamente el estudiar hacía que no fuera a las discos. Ni es una persona muy social, no le gustan las cenas afuera.

—¿No cree que podría estar atravesando la crisis de la edad y que al acercarse a los 50 años quiere una mujer más joven?

—No creo.

—¿Su libido está puesta sólo en el poder?

—Sí.

—¿No es mujeriego?

—Y, no sé. Salvo que mañana aparezca con doscientos millones, pero hasta el momento, que yo sepa, no. Más bien es una persona “del trabajo a su casa, a dormir, y al otro día al trabajo”. Ningún problema. El no me prohibía salir, yo igual salía con mis amigos.

—Tras la presentación de la demanda de divorcio que retira cuando pierde la elección a gobernador y se reconcilian, ¿volvieron a tener una vida marital normal?

—Normal hasta el… Siempre quedan heridas, pero uno trata de hacer terapia y trata de superarlas.

—¿Le quedó desde 2003 la sensación de que algo se había roto para siempre?

—Yo siento que cuando se traiciona, se traiciona. La traición no tiene vuelta. Antes estaba mirando la serie Vulnerables. Me quedó grabado eso, la traición no se olvida.

—La palabra traición viene de traditio. Etimológicamente es entregar al otro. ¿Entregarlo a quién?

—No, entregar al poder también puede ser.

—La entrega es a los adversarios del entregado.

—No, en eso no piense en mí porque no lo voy a hacer nunca.

—¿Ud. lo perdonó a él?

—Dios es para perdonar.

—¿Volvió a tener con él la misma vida que tenía antes de 2003?

—No.

—¿Los unía más la política que el amor?

—No. Nos unía la posibilidad de reconciliarnos.

—Y no llegó a reconciliarse.

—Yo probé. Lo estoy tratando con mi analista. No sé él, porque tiene fobia a los tratamientos. Creo que no. Particularmente, yo soy pro familia. Creo que voy a rehacer mi vida en algún momento, uno nunca sabe. Pero siempre busco, creo que lo que pasa es que justamente falta ese tiempito de darse para uno, para ir y buscar. Si vemos que estamos cometiendo errores, debe ser de la pareja o los dos por separado.

—¿Ud. cree que no se va a poder reconciliar nunca más con su marido?

—Yo deseo poder algún día reconciliarme, pero mediante tratamiento y terapia que él no quiso hacer.

—¿Realmente Ud. tiene la expectativa, cree que es posible volver a vivir juntos?

—No. Deseo, sí. Lo conozco demasiado a Capitanich, es un testarudo, es muy calentón, de tomar decisiones: “Que rompo todo”. Que tira los celulares es archiconocido. Menos mal que a mí me toman de demente, y es archiconocido en Jefatura y en la Casa de Gobierno que por lo menos diez celulares le tienen que comprar a él porque se le da por tirarlos a las paredes.

—No a los ministros por lo menos.

—No, yo con ésa no me meto porque cada uno elije a sus colaboradores. Yo creo que uno nunca puede decir: “De esta agua no he de beber”. Pero tampoco va a estar mi vida concentrada en reconciliarme.

—La psicología sistémica trata a la familia como un grupo...

—... Sí, yo voy a un psiquiatra que es sistémico, pero Capitanich no quiere ir. Qué quiere: no lo puedo llevar.

— ¿Su hija más grande tiene 15 años y 11 la más chica?

—Sí.

—¿Hace cuánto que ellas viven en Buenos Aires?

—Desde siempre. Yo desde el ’88 que me vine, siempre vine para Buenos Aires. Me fui electoralmente a trabajar al Chaco.

—Cuando era ministra de Salud, Ud. tenía que estar allá.

—Sí, iba y venía. Nos turnábamos, una semana venía él y otra semana venía yo.

—¿No cree que ese tema de las hijas acá y ustedes allá es un poco complejo familiarmente?

—La que más venía era yo. Convengamos que Jorge es gobernador a partir de 2007, y él estaba hasta el 10 de diciembre acá. De todas maneras, entre los cuatro decidíamos las cosas. No era una familia de imponer: “Bueno, yo me tengo que ir”. A las chicas les hemos preguntado siempre la situación. Por ahí, no quiero justificar, creo que eso es un aprendizaje que si usted me lo preguntara, yo no lo haría.

—¿Habría vuelto al Chaco si no hubiera sido ministra?

—No, no habría vuelto.

—¿Se habría quedado acá con sus hijas?

—Sí. Me iba bárbaro en la actividad privada.

—Sus hijas se llaman Guillermina y Jorgelina, son dos nombres masculinos, feminizados, ¿en homenaje a quienes es?

—A mi papá. Guillermina es por Guillermo, mi papá. Y Jorgelina es por…

—¿Por Jorge, su esposo?

—No, nada que ver, así se llama mi tía, que le decimos tía Munda, tía Raimunda, que nos cuidó desde chicos y cuando íbamos a la escuela.

—¿Ud. eligió el nombre de las dos hijas, una en honor a su padre y otra en honor a su tía?

—Sí.

—Su mamá, Tita, se enojó con este diario por el tratamiento que le dimos a la fiesta de cumpleaños de quince de su hija mayor en plena crisis del dengue.

—Que yo lo volvería a hacer.

—¿No cree que ese festejo fue inoportuno?

—No. Usted sabe de psicología, o estudia. Así como para el hombre hay otras cosas importantes, para una mujer, su fiesta de 15 es algo muy importante.

—Claro, pero ésta era en el Tattersall, con muchos invitados...

—¿Y qué? Si a mí me da el cuero para pagar el Tattersall… ¿O yo le tengo que preguntar a usted cuánto puedo gastar? ¿Qué tiene que ver que haya pobres en el Chaco? Para eso yo ya trabajé toda mi vida. Lo podría hacer si quiero en el Alvear.

—¿Hubiera sido hipócrita hacer una fiesta de 15 más austera para no pagar el costo político?

—Es como mi declaración jurada. ¿Por qué voy a presentar una declaración jurada? Olvídese de la familia, yo vengo de un mundo privado, toda mi vida trabajé y gané muy bien en el mundo privado. Con pacientes privados, estoy hablando de maestros de la medicina. Ser hipócrita de mi parte es decir: “Festejamos a escondidas”. No, ¿por qué? Vuelvo a repetir: yo a mis hijas les daría todo.

—Le recuerdo, Ud. era ministra de Salud y estaba el dengue.

—No voy a ocultar, bueno o malo. Si hacer a mi hija lo que ella me pidió para los demás tiene un costo político... que digan lo que quieran los demás.

—¿En algún momento su marido pensó diferente que Ud. en este aspecto?

—Sí, porque él es un calentón y yo no. Yo no iba a parar el cumpleaños de mi hija porque es mi hija. María Guillermina cumplió 15 años como cualquiera. ¿Y en dónde le iba a gastar la plata? Si yo trabajo 24 horas al día.

—Pero para su marido habría sido mejor no hacer esa fiesta.

—Tuvo la duda a partir de la nota de ustedes y de un montón de otras notas. Pero yo me planté y dije: “Es mi hija y no tiene nada que ver con la política”.

—Al ver que la desalojaron de la casa de la primera dama…

—Ese fue un circo montado por Capitanich. Porque yo ya no estaba más ahí, estaba en la casa de mi madre.

—Aunque sea simbólicamente…

—¡Qué hombre! (Hace un gesto irónico de temblor con las manos) ¡Me muero! Ese es como Benjamín Menéndez: mandó a los soldados y “mueran ustedes por la patria que yo me quedo sentadito”.

—¿Recuerda cuando a Zulema Yoma el marido la desalojó de Olivos?

—No la metan a Zulema porque mi situación es diferente. A Carlos Menem yo lo considero un amigo, porque yo no soy traidora. Hace rato que no lo voto, pero yo lo aprecio muchísimo. En su gobierno hubo errores y hubo cosas buenas. Como hay en este gobierno.

—¿Por qué lo de Capitanich fue diferente?

—Porque es tan inmaduro. ¿Sabe cómo se arreglaba eso? Si me decía: “Mirá, no me gustó que vos bajaras a la plaza. ¿Qué hacés? Te vas a la residencia o renunciás al cargo”. Eso es madurez. Ahora, si yo tengo enfrente a un pendejo, que es inmaduro, ¿qué quiere que diga? Eso es complejo de inferioridad. Yo mido 1,57. ¿Qué soy, una guerrillera, que no me puedo acercar a 200 metros de él? Estamos todos locos.

—¿Si hiciera teatro, no sería entonces porque cree que a lo mejor le termina siendo políticamente favorable?

—Sí. Es tan inmaduro, tan poco serio. Pero lo que está haciendo es mucho daño a mis dos hijas. Y eso no se lo voy a perdonar.

—¿Podría estar sobreactuando porque le convenga mostrarse implacable?

—¡Uh, qué miedo! No le viene bien porque la mentira todos la conocen. Escúcheme. ¡Un hombre! ¡Yo misma! ¿Cómo voy a hacer el ridículo? Porque si hay algo de lo que no se sale, es del ridículo. “Ay, que no se acerque él a 200 metros”. Que se acerque, no hay problema. Es el padre de mis hijas. De acá a eternamente, aunque él tenga otra mujer y yo tenga otro marido, lo que sea, o un novio, lo que sea, nos vamos a tener que ver. ¡Qué cobarde que es! Esa es la palabra. Cobardía. Y abusó de la autoridad del Poder Judicial. Porque hace un juicio cuando saben perfectamente la jueza y él mismo que no es el domicilio conyugal. El domicilio conyugal es Godoy Cruz. En 2003 se hizo en Godoy Cruz, acá en Capital Federal. Está comprando jueces. ¿De qué le sirve? Está en la calle y está solo.

—¿En algún momento la llamó Zulema Yoma, cuando la echaron de la residencia?

—No. ¿Para qué tendría que llamarme? No me echó, yo no estaba ahí. ¿A quién echó? No sé, a él mismo se habrá echado.

—Hay otro caso provincial similar, el de la esposa del ex gobernador de Córdoba, José Manuel de la Sota, Olga Ruitort, que incluso compitió electoralmente contra él. ¿Usted se ve reflejada en algo en esa situación? ¿La estudió, por lo menos para ver qué experiencia dejaba la historia?

—No tengo esa visión, pero sí. Yo tengo muchos votantes que me reconocen a mí.

—Hoy, en el Chaco, ¿quién es más popular? ¿Usted o Capitanich?

—Yo creo que más popular soy yo, porque tengo una familia, un apellido que es sinónimo del movimiento nacional.

—Si hubiera elecciones, se presenta Capitanich para la reelección y se presenta usted como candidata de otro partido. ¿Quién gana?

—Quien haya estado más cerca de los ciudadanos y que no les haya mentido. En eso gano yo.

—¿Qué dicen sus hijas de todo esto?

—Trato de no hablar, o de hablar de la pareja en crisis.

—¿Alguna lo sufre más?

—Capitanich no las deja acercarse a mí. Obviamente que están pasando por una situación traumática, que lógicamente ha repercutido en ellas, que vamos a tener que trabajar juntos por resolverla.

—¿Tuvo algo que ver su alejamiento como ministra de Salud con su candidatura a diputada?

—Porque el mismo día se daban las listas y a mí me parece poco ético. Y además habíamos convenido que venía acá. Ya Capitanich no tenía mayoría legislativa, pero no lo iban a destituir. Entonces, yo me vengo a Buenos Aires y…

—Usted estaba en la Legislatura provincial.

—Claro. Nunca me tocó una fácil. Ahora también tuve primera minoría. Es fácil estar en mayoría. Minoría no es fácil.

—Como diputada electa, es totalmente independiente de él.

—La decisión de ser diputada fue porque ya la legislatura no lo iba a destituir. Y además ya no me aguantaba más no ver a mis hijas.

—Si hubiera sido diputada seis meses antes y le hubiera tocado votar la Ley de Medios, ¿habría votado a favor de la ley, pero en contra de algunos artículos?

—Sí. Lo he hecho con el presupuesto.

—¿Ud. fue expulsada del bloque legislativo de su provincia porque se rebelaba contra el jefe de la bancada?

—¡No! Con Gustavo (Martínez) tenemos buena relación ahora. Pero en ese momento era un peronismo conservador, muy abroquelado y muy minoritario. No es que me rebelaba. El no es mi jefe. Hay una cosa como acá. Yo no tengo jefe. Somos todos pares.

—¿Pero la echó de la bancada?

—Firmaron seis de ocho. Entonces, pregunto: ¿quién me tiene que echar a mí? El tribunal de mi partido.

—De su historia sobresale que no hay quien pueda dominarla.

—Más que dominarme es cómo yo, como ciudadana argentina, voy a votar en contra de un presupuesto que los ciudadanos del Chaco necesitan. El empleado público cobra y ya está endeudado para el próximo mes. Porque saca créditos de la Caja Municipal, de otros bancos. El sueldo es para pagar un crédito. Esa es la realidad del Chaco. Y supongo que es la realidad del nordeste. Yo, que tengo ingresos medios altos, fui a un supermercado, compré comida, la mitad de un carrito: ¡1.000 pesos! Entonces, yo creo que sería muy ilógico y ser muy hipócrita no ver que se debe mejorar y ajustar. Con ajustar me refiero a algunos índices y pactar con ciertos empresarios. O con ciertas multinacionales, en el sentido de bajar el precio. Yo lo veo en este último tiempo acá en la Cámara.

—Usted logró echar al responsable de Información Pública provincial, Néstor Avalle.

—Simplemente, le mostré a Capitanich que es un inútil al cuadrado.

—Y le pidió dos veces la renuncia al ministro de Gobierno, Jorge Alcántara.

—Jorge Alcántara es amigo de mi familia, amigo personal de mi hermana. Lo que pasa es que si intentó reprimir, yo le voy a pedir la renuncia porque no estoy de acuerdo con la represión.

—¿Y al ministro de Salud, Oscar Holzer? ¿También le pidió su renuncia?

—Ahí tomaron que pedí la renuncia. Le quiero aclarar una cosa: yo no tengo a nadie puesto en el gabinete de Capitanich. Alguien que responda a mí.

—Perdóneme que me esté riendo porque yo acá tengo…

—Más lento que babosa…

—Exactamente. Al ministro de Salud le dijo: “Lento como una babosa embarazada”.

—Sí.

—Y también “inepto total”.

—Claro. Estábamos “onda de amor y paz”. Y la desnutrición de las madres niñas crecía para abajo, para arriba, para el costado.

—Pareciera que a Ud. le agradara pedir públicamente la renuncia de los ministros de su marido

—¡No pido la renuncia! Yo digo mi opinión. El que tiene que pedir la renuncia es Capitanich. Yo no me puedo hacer cargo de todos los cambios. ¡Seis! ¿Yo tengo la culpa de que haya cambiado seis ministros de Desarrollo? Tres de Salud, tres de Gobierno. ¿Quién tiene la culpa? ¿El gobernador o yo?

—Debe ser difícil para él sumarles a esos problemas una esposa que pida la renuncia a los ministros.

—Pero es que yo no pido la renuncia. Creo que es un problema del gobernador de no ponerse de acuerdo con cuál es su equipo. O lo está buscando todavía. No puse a nadie en el gabinete que sea mío. En eso fui muy respetuosa de Capitanich: “Vos sos gobernador, elegí vos tu gabinete”. Y vuelvo a repetir el error garrafal, y acá se lo demuestro: ¿puede ser que en un gobierno de dos años se hayan cambiado cinco ministros de Desarrollo, tres de Salud y tres de Seguridad? ¿Quién es el culpable? ¿Sandra Mendoza o el gobernador, que no sabe a quién poner?

—Entre sus dichos célebres, cuando fue el caso del dengue, usted dijo: “El responsable es el mosquito”.

—No, eso no lo dije. Una científica no puede decir esa pavada. Me desvirtuaron y a mí me dolió mucho. Porque si usted lee mi currículum, va a darse cuenta de que yo esa pavada no la puedo decir. Circularon dos cepas, por eso fue tan agresivo, y ni los expertos, ni yo, ni nadie se explicaba, ni Ocaña se explicaba. Con ella hay que ser agradecido. Realmente bajó todo lo que había que bajar. Del Comité de Expertos, del Comité de Crisis. Yo organicé con todos los doctores. Fui la ministra que dejó cuatro millones de superávit en ese ministerio. En el Chaco, en la historia, nunca se dejó eso. ¿Cómo lo hice? Con recupero de gastos. Y me senté con los laboratorios. Me preguntaron: “¿Cuánto hay que dejar?”. “La próxima vez que me digas eso, te vas afuera.”

—La campaña presidencial del Frente para la Victoria tuvo como principales aportantes a los laboratorios. Ocaña misma hablaba del “Yabrán de los medicamentos”.

—No, yo no puedo decir que fueron para la campaña política. Hay que tener pruebas. Yo, sin pruebas, no voy a opinar.

—Es oficial, los aportantes al Frente para la Victoria fueron en su gran mayoría proveedores del Estado que venden medicamentos.

—Los aportantes para las campañas reparten para todos. Sería hipócrita o de falta de conocimiento que no suceda eso. Por eso, a mí me parece que lo que hizo Ocaña es una pena y que se la debe volver a llamar. Porque personas como ella no son comprables. Mire, todos piensan que en el Ministerio del Interior se maneja toda la plata. El mundo se mueve por los laboratorios, por el sistema de salud.

—¿En la interpelación que le hicieron por el dengue hablo 13 horas sin parar?

—Me tuvieron 16 horas.

—¿Es cierto que hablaba mucho para reducir el tiempo de preguntas?

—No, es que ellos no tenían respuestas. Porque mostraban como prueba lo mismo que ellos publicaban nomás. Yo llevé 500 diapositivas.

—¿Pero usted habló sin parar varias horas?

—No tanto. No me dejaron. Encima violaron el reglamento y la Constitución. Sin parar, hablé tres horas. Y el resto de las 13 horas hicieron preguntas. Y se fueron ellos solos, porque yo, por mí, seguía. Manga de brutos, de brutalidad absoluta. No puede haber veneno. Tres frascos que investigó Ocaña. Tres frascos que ni siquiera eran del mismo lote. Segundo, los venenos no son veneno. Es insecticida, mata insectos, no humanos. O sea, hablemos con propiedad.

—¿Cuál es su opinión del gobierno de Cristina Kirchner?

—Yo tengo mucho respeto intelectual por Cristina. Creo que va a tener cosas muy buenas y otras cosas que se irán mejorando. Pero el grave problema, insisto, está en la falta de cuadros políticos. Por eso en nuestra sociedad suena Cobos, suena Reutemann… ¿Y por abajo qué?

—¿Qué relación tenía Cristina con usted cuando usted era la esposa del gobernador?

—Excelente. Ella se divertía mucho conmigo y yo también la aprecio muchísimo. Yo no voy a ser hipócrita. Le tengo mucho afecto. Primero, la admiro, es una persona con oratoria. Debe ser una de las mejores personas en el esquema de oratoria. Puede gustar o no lo que dice.

—Cuando su marido era jefe de Gabinete de Duhalde, ¿también desarrolló afecto con Chiche Duhalde?

—No sólo con Chiche, sino con Eduardo Duhalde. Y con Aníbal Fernández. Porque Aníbal también estaba ahí de ministro. Y la verdad es que Aníbal es muy gracioso. En el buen sentido, siempre de muy buen humor. Es una persona que a mí me parece extremadamente pragmática para salir de situaciones complejas. Tengo también admiración por la “Negra” Camaño.

—Hoy Aníbal Fernández está ocupando un puesto como su marido con Duhalde. ¿Cuál de los dos es mejor jefe de Gabinete?

—Son situaciones muy distintas. Prácticamente ni teníamos horarios para ir a dormir, para ir a bañarnos. No había nada. Se llevaron hasta los floreros.

—¿Cuál es su visión de Duhalde y del futuro de Duhalde?

—Duhalde es un gran estratega y una persona que se maneja muy bien para conducir los conflictos. Nunca se le dio el valor que tuvo Duhalde en ese momento. Porque hay que ser honestos. Yo estaba en el Chaco, Capitanich estaba en el Chaco. Nadie quería agarrar. No es que alguien decía: “Yo me animo”. Nadie quería agarrar. De hecho, Ramón Puerta se fue a las 48 horas. No había ni radicales ni peronistas que querían agarrarlo. Entonces, ante una situación así, lo valorable es que alguien, por lo menos, se animó y dijo: “Vamos a sentarnos a ver por dónde se encauza”. Y llamó a radicales, peronistas, del ARI. Nadie quería agarrar.

—Más allá del pasado, ¿cómo ve el futuro político de Duhalde?

—Muy bien, porque siempre lo vi bien a él. Es una persona de consulta dentro del justicialismo.

—En una interna del justicialismo, ¿le podría ganar a Kirchner?

—En una interna hay que juntar los porotos. Cuanto más grande es la alianza, más posibilidad de ganar. Y eso no se hace de un día para el otro. No soy insana, no soy violenta. Y no soy vidente.

—Si fuera la elección hoy, ¿el peronismo actual estaría más cercano a Duhalde o a Kirchner?

—Es difícil. Aparecen movimientos por acá, caras de movimientos.

—¿Cualquiera de los dos podría ganar y es un resultado incierto?

—Sí. Y también podría haber otros candidatos. No hay que limitarse a esos dos.

—Chaco limita con Santa Fe. ¿Qué visión tienen de Reutemann allí? ¿Es la misma que existe en la Capital Federal?

—No.

—¿Reutemann no es un gran candidato allí?

—No. Lo que no significa que él arme algo y comience a revolver.

—Cuando habla de otros candidatos, ¿se refiere a De Narváez?

—No. Pienso que siempre va a haber otros candidatos. Solá se puede presentar como candidato. Por lo que él mismo dice. No creo que haya dos candidatos para presidente dentro del justicialismo.

—¿Cree que Solá le disputaría a Duhalde?

—Creo que sí. Aun perdiendo. Lo mismo con Macri.

—¿Ve a Macri presentándose en el peronismo?

—No dentro del peronismo, pero sí como candidato a presidente.

—¿Hay algún tema que no hemos tratado del que a usted le gustaría transmitirle al lector su opinión?

—Sí, básicamente que en el Chaco no hay justicia. Y que el Poder Ejecutivo está manipulando la Justicia chaqueña. Y también eso no lo tolero ni en el Chaco ni acá. Yo sí sostengo mis convicciones republicanas de las diferencias de los poderes. Lo ha demostrado mi trayectoria. Entonces, si en la justicia del Chaco hay una jueza ignorante de leyes y un gobernador que aprieta a los jueces para que yo no pueda ver a mis hijas, voy a seguir luchando por los derechos. Acá y en donde sea.

Más entrevistas de Jorge Fontevecchia

Entrevista a Hermes Binner

Entrevista a Jorge Brito

Entrevista a Ricardo Alfonsin

Entrevista a Julio Cobos

Entrevista a Eduardo Duhalde

Entrevista a Martin Redrado

Entrevista en Estados Unidos

Entrevista a Geronimo Venegas

Entrevista a Milagro Sala

Entrevista a Ted Turner

Entrevista a Pino Solanas

Entrevista a Jorge Altamira

Entrevista a Marco Enriquez - Ominami

Entrevista a Jose “Pepe” Scioli

Entrevista a Eduardo Sosa

Entrevista a Graciela Ocaña

Entrevista a Gabriela Michetti

Entrevista a Eduardo Duhalde

Entrevista a Daniel Scioli

Entrevista a Gabriel Cavallo

Entrevista a Ricardo Lorenzetti

Entrevista a Federico Pinedo

Entrevista a Oscar Aguad

Entrevista a Claudio Lozano

Entrevista a Mario Blejer

Entrevista a Ricardo Alfonsín

Entrevista a Rodolfo Terragno

Entrevista a Miguel Peirano

Entrevista a Roberto Lavagna

Entrevista a Raul Baglini

Entrevista a Ernesto Sanz

Entrevista a Samuel Cabanchik

Entrevista a Carlos Fuentes

Entrevista a Sergio Massa

Entrevista a Elisa Carrio

Entrevista a Victor Hugo Morales

Entrevista a Manuel Garrido

Entrevista a Julio Grondona

Entrevista a Hugo Biolcati

Entrevista a Hector Aguer

ENTREVISTA A FRANCISCO DE NARVAEZ

Entrevista a Alberto Federico Ravell

Entrevista a Hilda Molina

Entrevista a Carlos Heller

Entrevista a Julio César Grassi

Entrevista a Nacha Guevara

Entrevista en la Feria del libro a Marcos Aguinis

Entrevista a Santiago Montoya

Entrevista a Guillermo O’Donnell

Entrevista a Ricardo Alfonsin

Las ultimas entrevistas al ex presidente

Entrevista a Palito Ortega

Entrevista a Martin Lousteau

Entrevista a Ricardo Forster

ENTREVISTA A GABRIELA MICHETTI

Entrevista a Eduardo Duhalde

Entrevista a Jorge Corsi

ENTREVISTA A JOSE LUIS MACHINEA

ENTREVISTA A SERGIO SCHOCKLENDER

ENTREVISTA A LA DIPUTADA VICTORIA DONDA

Entrevista a Federico Storani

Entrevista a Felipe Sola

Entrevista a Elisa Carrio

Entrevista a Fernando Henrique Cardoso

Entrevista a Nora Volkow

Entrevista a Pino Solanas

ENTREVISTA A IGNACIO DE MENDIGUREN

ENTREVISTA A JUAN CARLOS LASCURAIN

ENTREVISTA A HORACIO GONZALEZ

Reportajes a Julio Cobos (Resumen)

Reportaje a Julio Cesar Cleto Cobos

ENTREVISTA A JOSE MANUEL DE LA SOTA

Entrevista a Alfredo De Angeli

Entrevista a Eduardo Buzzi

Reportaje a Santiago Montoya

Reportaje a Antonio Mata

Entrevista a Mario Bunge

Entrevista a Alberto Abad

Reportaje a Julio Bárbaro

Reportaje a Jose Pablo Feinmann

Reportaje a Sergio Acevedo

Reportaje a Mauricio Macri

Reportaje a Héctor Ricardo García

Entrevista a Analia Quiroga

Reportaje a Roberto Lavagna

Reportaje a Manuel Quindimil

Reportaje a Jose Octavio Bordon

Reportaje a Miguel Angel Broda

Reportaje a Rafael Estrella, embajador de España.

Entrevista a Raúl Castells

Entrevista a Mario Blejer

Entrevista a Guillermo Montenegro

Entrevista a Adrián Suar

Entrevista a Hernán Lombardi

Entrevista a León Arslanian

Reportaje a Horacio Verbitsky

Reportaje a Mario Das Neves

Reportaje a Fernando Esteche

Reportaje a Javier Gonzalez Fraga

Reportaje a Alfonso De Prat-Gay

Reportaje a Jorge Capitanich

Reportaje a Chiche Duhalde

Reportaje a Luis Juez

Reportaje a Raúl Alfonsin

Reportaje a Alberto Rodriguez Saa

Reportaje a Rafael Bielsa

Reportaje a Ricardo Lorenzetti

Reportaje a Juan Carlos Blumberg

Reportaje a Hermes Binner

Reportaje a Julio César Cobos

Reportaje a Adolfo Rodriguez Saa

Reportaje a Anibal Ibarra

Reportaje a Jaime Duran Barba

Reportaje a Ramon Puerta

Reportaje a Ricardo López Murphy

Reportaje a Gabriela Michetti

Reportaje a José María Aznar

Reportaje a Fernando de la Rúa

Reportaje a Carlos Menem

Reportaje a Francisco de Narváez

Reportaje a Jorge Sobisch

Reportaje a Eduardo Duhalde

Reportaje a Domingo Cavallo

Reportaje a Jorge Brito

Reportaje a Roberto Lavagna

Reportaje a Elisa Carrió

Reportaje exclusivo a Felipe Solá

Reportaje a Jorge Telerman

Reportaje a Eduardo Eurnekian

Reportaje a Mauricio Macri

Edición Impresa

Domingo 27 de Diciembre de 2009
Año V Nº 0430
Buenos Aires, Argentina